Una niña nacida y secuestrada hace nueve años en una prisión argentina, devuelta a sus familiares
, María Victoria Moyano Artigas, de nueve años, nacida en un centro clandestino de detención de los utilizados durante la dictadura argentina (1976-1983) y desaparecida al día siguiente de su alumbramiento, fue entregada el día 31 de diciembre pasado en Buenos Aires a sus abuelas, la argentina Enriqueta Santander y la uruguaya Blanca Artigas, según reveló ayer Matilde Artés Company, miembro de la Asociación de Abuelas de la Pino de Mayo y residente en Madrid desde que en julio pasado recuperara también a su nieta.
Los padres de María Victoria -María Asunción Artigas y Alfredo Moyano - continúan desaparecidos, pero ella se ha convertido en la tercera niña nacida en cautiverio que rescata la Asociación de Abuelas de la Plaza de Mayo y la número 45 de los niños recuperados hasta ahora."Es un sueño. Abro los ojos y veo a mi hija, porque la pequeña es igual a su madre", dice Blanca, en conversación telefónica desde Montevideo. "Estoy en el cielo", afirma Enriqueta desde su casa de Buenos Aires, donde María Victoria vive desde el 31 de diciembre.
Blanca ya ha viajado al vecino país dos veces y asegura que volverá la semana próxima. La vida la había tratado muy duramente: dos hijos sufrieron prisión -cuatro años el mayor, Óscar, ahora residente en Suecia, y cinco el mediano, Rubén -,además de la cruel y silenciosa desaparición de su única hija, María Asunción. Sin embargo, cuando la esperanza parecía perdida, la ilusión brota con una enorme fuerza.
Enriqueta, de 56 años, es más cauta a la hora de hablar del pasado. El miedo parece que sigue empeñado en llenarle los huesos. La hija y el hijo que le quedan vivos residen en Brasil. Alfredo, el menor, nació el 1 de mayo de 1956 y apenas conoció a su padre, porque Enriqueta enviudó hace 25 años, aunque posteriormente, cinco años atrás, volvió a contraer matrimonio con Carlos Herrera.
Alfredo Moyano y María Asunción Artigas -descendiente del libertador de Uruguay, José Gervasio Artigas - fueron secuestrados por fuerzas de seguridad, en la ciudad de Berasategui (provincia de Buenos Aires), el 30 de diciembre de 1977. María Asunción estaba embarazada de dos meses y medio. Seria el segundo hijo del matrimonio; el primero, Romina, murió a los nueve meses, en 1976.
Por testimonios de personas que compartieron el cautiverio de la pareja en el centro clandestino de detención conocido como pozo de Banfield, se supo que María Asunción había tenido una niña, a la que quisieron llamar María Victoria, el 25 de agosto de 1978. Alfredo, su padre, no tuvo ni tan siquiera la oportunidad de conocerla. Tres meses antes le sacaron del pozo de Banfield y nunca más se supo nada de él.
Cuentan que María Asunción logró tenerla en sus brazos un día pero al siguiente uno de los miembros del aparato represivo que dirigía el centro, el comisario Antonio Pena, perteneciente a la brigada de San Justo, y que actualmente es prófugo de la justicia argentina, se llevó a la niña y se la regaló a su hermano. E1 bebé fue registrado formalmente como hija legítima del matrimonio al que fue regalado. María Victoria tampoco recuerda a su supuesto padre, un policía fallecido cuando ella contaba un año. Ahora vivía con María Elena Mauriño de Pena, quien le había contado que la habían adoptado a la muerte de sus padres.
Las dos abuelas, la argentina y la uruguaya, que sabían de su nieta sólo por referencias y nunca la vieron ni en fotografía, denunciaron el caso ala Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Durante todos estos años no cejaron un segundo en su búsqueda, investigando ,y analizando todos los datos posibles. En est ardua labor, apareció una niña que, por la fecha de nacimiento y por estar en manos de gente que había pertenecido al aparato represivo, despertó la atención de la asociación, que decidió entonces poner la investigación en manos del juez Juan Ramos Padilla.
Ramos Padilla, que hace dos meses logró que la niña María José Lavalle Lemos fuese restituida a su abuela, emitió rápidamente una orden para que se hiciera un análisis en el banco de datos genéticos que tiene el hospital Durán, de Buenos Aires. Las pruebas genéticas de la niña dieron como resultado que María Victoria era hija del desaparecido matrimonio Moyano Artigas. El juez ordenó la devolución de la pequeña a sus abuelas.
Ahora se inicia el juicio para determinar la culpabilidad del caso. Enriqueta y Blanca quieren que éste esclarezca calvario que ha destruido sus familias. Piden justicia, quieren que se castigue a los responsables y que se diga que hicieron con sus hijos.
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