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Los pintores Juan Barjola y Guillermo Pérez Villalta logran los galardones nacionales de Artes Plásticas

Los pintores Juan Barjola y Guillermo Pérez Villalta han sido galardonados con el Premio Nacional de Artes Plásticas 1985. La decisión fue tomado ayer por un jurado presidido por el director general de Bellas Artes, Dionisio Hernández Gil, y en el que actuaron como vocales los pintores Juan Genovés y Manuel Hernández Mompó, el crítico Miguel Logroño, el escritor Ignacio Gómez de Liaño y el historiador del arte Valeriano Bozal. Con tal decisión se reconoce la decisiva aportación de ambos artistas desde perspectivas generacionales distintas.

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Juan Barjola, nacido en Torre de Miguel Sesmero (Badajoz) en 1919, es responsable de una de las más originales propuestas dentro de nuestro expresionismo contemporáneo, a la vez heredera de la rica tradición española en ese terreno y claramente diferenciada de los tópicos que marcaron a su generación.Tras cursar estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, Barjola prosiguió su formación en la escuela de San Fernando en Madrid, ciudad donde reside actualmente y en la que ha desarrollado toda su trayectoria creativa.

Con anterioridad al galardón con que ahora ha sido distinguido por el Ministerio de Cultura, había obtenido ya, entre otros, el Premio Nacional de Pintura de 1963 y el Premio Nacional de Dibujo de 1965.

Abstracto

Aunque cercano, por edad, a la gran generación abstracta española de la posguerra, Barjola fue una de las primeras figuras que se distanciaron de la influencia general del informalismo para formular, desde una figuración de raíces expresionistas, una propuesta alternativa.Desde un particular sentido del color y del espacio, Juan Barjola estableció un lenguaje en el que planteó sus inquietudes de corte social sin descender a efectismos de carácter primario, y supo conectar con el espíritu de algunas de las propuestas más intensas de la plástica europea de su tiempo y, en particular, las de una cierta pintura británica.

Para Barjola, la concesión del premio Nacional supone una profunda alegría. "Creo que otros muchos", dice el artista, "lo merecían igual que yo, pero es, desde luego, ¡in fuerte estímulo".

El premio surge en un período de evolución dentro de su trayectoria habitual de lenguaje. "Siempre he ido por libre y el resultado es una incógnita cuyo interés deben decidir los demás".

Los galardones concedidos ayer premian trayectorias paralelas dentro de la interpretación de una vanguardia esencialmente española. Para Guillermo Pérez Villalta, con quien comparte este Premio Nacional de Artes Plásticas, Barjola podría ser tomado de algún modo como precedente de su propia generación, precisamente a través de ese punto común de atracción hacia la figuración inglesa contemporánea.

'Nuestras raíces parten también de ahí, mucho más que de la influencia americana", afirma Guillermo Pérez Villalta. "Últimamente, vengo sintiendo un particular interés por la obra de Barjola, que me parece un pionero dentro de nuestra figuración. Es un pintor extraordinario, tanto por su composición como por su concepción del espacio. Seguramente la temática política en que se basó buena parte de su fama -pero que para mí resulta hoy lo menos interesante de su trabajo y un elemento ajeno a la propia pintura- fue lo que impidió que cumpliera en nuestra formación un papel semejante al de Gordillo", dice Pérez Villalta.

Capacidad creativa

Guillermo Pérez Villalta -a quien Juan Barjola define como "un joven degran talento que ha demostrado ya su capacidad creativa"nació en Tarifa (Cádiz) en 1948. Abandonó sus estudios de arquitectura para dedicarse plenamente a la pintura.En el Madrid de la década de los setenta protagonizó -junto a un núcleo de pintores inicialmente integrado por Rafael Pérez Mínguez, Manolo Quejido, Carlos Franco, Carlos Alcolea y Herminio Molero- una de las más polémicas y renovadoras aventuras creativas del debate artístico español de ese momento, aventura de la que nace buena parte del auge actual de nuestra figuración.

Desde un eclepticismo de profunda significación, enmarcado en una recuperación y renovación de la función emblemática de las imágenes y los lenguajes pictóricos, Pérez Villalta plantea en su obra una meditación que, a partir de la propia naturaleza del artista y de su trabajo, se proyecta hacia un marco más amplio de inquietudes metafísicas.

Dispersión

Sin haber tenido tiempo de reaccionar a la noticia de la concesión del premio, Pérez Villalta se siente algo abrumado. "Es un nuevo peso que se suma a las propias dudas", nos dice. El galardón le llega en un momento muy particular. "Tras mi retrospectiva en las salas Picasso [otras exposiciones individuales de Pérez Villalta tuvieron lugar en Madrid en fecha reciente], se había abierto una etapa en que, a través de múltiples propuestas, me habían logrado dispersar", afirma el pintor.Proyectos de diseño, de decoración arquitectónica, ediciones, y la realización, en el marco de Europalia, de una fachada monumental para el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, donde se exhibe la muestra Esplendores de España, forman parte de esa dispersión. "Ahora debo volver a concentrarme en la pintura. He pasado en Tarifa unos meses de trabajo y aislamiento, y he vuelto a Madrid para poder pintar cuadros de gran formato", dice.

Más allá de lo personal, Pérez Villalta, considerado como uno de los paradigmas de. la nueva pintura española, entiende el galardón como la apertura de los premios nacionales a una nueva generación. "La pintura joven ya no es tan joven. Hay ya una asimilación amplia a nivel de nombres, aun cuando las propuestas estéticas no hayan sido asumidas de un modo tan general".

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