La cultura y la fiesta vencen recelos en la ciudad de San Sebastián
San Sebastián parece ciudad elegida; su capacidad para tomar iniciativas y organizar las más varia das actividades la convierten, pese a cualquier recelo, en un escenario ideal para que la cultura y la fiesta se den la mano. Los donostiarras y quienes conocen y aman esta ciudad han sido educados en la es cuela de la participación y de la actividad, y han aprendido a no dejarse superar por los incidentes derivados de la situación política. En los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar en San Sebastián el día de la apertura oficial de las fiestas de la Semana Grande no pudieron evitar que a escasos cien metros miles de personas participaran en los actos festivos. No es sólo el reflejo de la costumbre; es, sobre todo, la voluntad, creciente de los donostiarras de no ceder la calle. Desde hace ya semanas no hay entradas para los conciertos de la Quincena Musical, que se celebran en el teatro Victoria Eugenia, y este hecho, repetido en las últimas ediciones, vuelve a plantear al Ayuntamiento de San Sebastián la necesidad de crear un aforo superior que garantice las mismas condiciones de acústica.
La Universidad, tan alejada siempre del País Vasco, se acerca ahora a los donostiarras en estos Cursos de Verano, que son impartidos en cuatro puntos distintos de la ciudad. Cualquiera podrá escuchar el curso de KoIdo Michelena que dirige sobre la figura del poeta Xabier Lizardi; asistir a la conferencia de José Miguel Barandiarán, contemplar el debate entre Carlos Saura, Luis de Pablos y Guillermo Cabrera Infante sobre cine musical, o interesarse sobre disciplinas tan dispares como las reformas penales, la traducción, la enseñanza de la informática o la psicología.
En este marco, los Cursos de Verano en San Sebastián, que se inauguraron el lunes con el homenaje a Xabier Lizardi, están llamados a asumir en un futuro inmediato las actividades propias de la Universidad de Verano del País Vasco y representan, en opinión de sus organizadores, el mayor esfuerzo que el mundo de la cultura vasca ha realizado para desarrollar la imagen de una universidad creada hace sólo seis años. Entre los 150 ponentes encargados de impartir las 15 disciplinas que componen los cursos se encuentra un hombre como José Miguel Barandiarán, patriarca reconocido de la cultura vasca. La presencia del anciano antropólogo posee un cierto, simbolismo: el apoyo a la universidad vasca de las viejas generaciones de investigadores que aquí, en Euskadi, se han visto forzadas a trabajar en solitario.
Las dificultades con que tropieza la consolidación de la universidad y la problemática de la violencia estuvieron presentes, por otra parte, en los discursos con que el alcalde de la ciudad, Ramón Labayen; el rector, Gregorio Monreal, y el consejero de Educación, Pedro Miguel Etxenike, inauguraron oficialmente los cursos de verano el lunes en el palacio de Miramar. Pedro Miguel Etxenike, portavoz del Ejecutivo autónomo, aludió en su intervención. a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la LOAPA, señalando que la filosofía que ha inspirado dicha ley alcanza igualmente al ámbito universitario. Sus palabras fueron calificadas de "poco oportunas" por el delegado del Gobierno central en el País Vasco, Ramón Jáuregui, quien señaló la conveniencia de que las eventuales críticas en esta materia correspondan a los propios responsables de la universidad y no al Gobierno vasco. En general, todas las personalidades presentes coincidieron en asignar a la universidad el papel de promotor del diálogo y de la razón. Antonio Beristain, miembro del consejo de dirección de la Sociedad Internacional de Criminología, sostiene que buena parte de los problemas que padece la sociedad vasca son consecuencia del desierto cultural que se ha vivido en Euskadi y de la falta, hasta ayer, de una universidad vasca.
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