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García Márquez: "En América hay todavía dictaduras que obligan al destierro"

"En América hay aún muchas dictaduras que obligan al destierro. No hablo en nombre de nadie, pero agradezco a México la acogida que brinda a estas gentes", con estas palabras agradeció ayer Gabriel Garcia Márquez, que no hizo mención alguna al Nobel de Literatura, la entrega del Águila Azteca, máxima condecoración que concede el Gobierno mexicano a ciudadanos de otros paises.Un periodista local escribía días atrás, como prueba de los profundos lazos afectivos creados entre el escritor colombiano y México, que la concesión del Aguila Azteca era ¡legal por tratarse de una distinción para extranjeros, algo que García Márquez nunca será en México.

"Gracias por estas puertas abiertas. Que nunca estas puertas se cierren", terminó el novelista antes de que el canciller, Jorge Castañeda, prendiese la medalla sobre la solapa de su traje gris, en presencia del presidente, José López Portillo. Entre los invitados estaban muchos de los escritores americanos a quienes las dictaduras han obligado a transterrarse a México.

El acto tuvo lugar a las diez de la mañana, en el salón Carranza, destinado a acontecimientos solemnes, del palacio presidencial de los Pinos. Una de las incógnitas era saber si el Nobel vestiría o no el frac que exige el protocolo y que el escritor considera de mal fario. García Márquez vestía traje gris con corbata roja. Su promesa de no ponerse un frac en la vida se extiende también a la entrega de los premios Nobel.

En el prólogo a la entrega de la condecoración, el canciller mexicano habló del pacto existente entre México y el escritor, cuya obra más ilustre (Cien años de soledad) "fue escrita en suelo mexicano, donde fue más total, doloroso y conflictivo el mestizaje con el milenario tronco ibérico".

"Ahí y no en otro lugar", dijo Jorge Castañeda, "un colombiano nacido bajo el sol afroantillano, escribió la más completa saga de Arnérica", la que revela mejor su identidad y, por tanto, su destino. Calificó de "misteriosa y fecunda" la relación existente entre García Márzquez y este país.

El premio Nobel explicó que sentía orgullo y gratitud por la condecoración, "dos sentimientos que comúnmente no suelen andar juntos". García Márquez habló de los vínculos tan estrechos que su mujer y él han establecido con México desde que decidieron vivir aquí, hace ya veinte años.

Y después del abrazo con Jorge Castañeda y con López Portillo, Gabriel García Márquez siguió recibiendo abrazos. Allí estaban Juan Rulfo, Carlos Monsivais, Luis Cardoza, Augusto Monterroso. Tal vez faltaba sólo el patriarca Borges, a quien García Márquez ha asegurado que recibirá el Nobel porque va a vivir más de doscientos años, "según una profecía que sólo él y yo conocemos".

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