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Juan Pablo II denuncia las "despariciones" en Argentina y Chile

Juan Arias

El grupo de «madres de desaparecidos», que desde hace más de un mes ocupa simbólicamente la iglesia de la Transfiguración de Roma, pidiendo que el Papa denuncie abiertamente el trágico problema de los prisioneros políticos en Argentina y Chile, ha vencido la batalla. El domingo, Juan Pablo II, en su alocución a más de 70.000 personas, reunidas en la plaza de San Pedro para recitar el angelus, ha asegurado su solidaridad a las familias de los desaparecidos.

Se ha tratado de una clara petición a los Gobiernos de Videla y Pinochet para que liberen a los presos políticos. Con mucha finura ha recordado al Gobierno de Argentina que no había dudado en aceptar la mediación en el asunto del canal de Beagle, que esta mediación será difícil si no se resuelve el problema de los «desaparecidos».En el mismo discurso, el Papa protestó por la sentencia contra los intelectuales de Praga y pidió una tregua para las poblaciones de Camboya.

Estas madres de familia, en su mayor parte argentinas, llevan un mes en Roma luchando para ver al Papa e informarle de la situación de su país. Hace unas semanas, antes de que Juan Pablo Il saliera para Irlanda y Estados Unidos, gracias a un sacerdote español, un grupo de ellas logró ponerse en primera fila durante una audiencia pública y hablar con el Papa. Cuando éste les preguntó cuántos eran los «desaparecidos» («30.000»), Juan Pablo II les pidió que fueran a verle. Pero a estas mujeres les fue imposible llegar hasta Wojtyla.

Las madres de desaparecidos no se dieron por vencidas y consiguieron que el domingo, en quince parroquias de Roma, se leyeran durante la misa sus declaraciones y la petición que hacían para que el Papa interviniera en primera persona y públicamente. Gracias a un grupo de periodistas, la noticia pude llegar finalmente a la mesa del Papa, provocando su intervención.

«Pedimos», insistió el Pontífice, «que se acelere la anunciada definición de las situaciones de los detenidos y que se mantenga un compromiso riguroso para tutelar, en todas las circunstancias requeridas por la observación de las leyes, el respeto de la persona física y moral, incluso de los culpables o acusados de violaciones de la ley.»

Esta representación de familiares ha pedido al Gobierno de Argentina que publique la lista de desaparecidos, que los prisioneros de origen uruguayo pasen bajo el control de las Naciones Unidas y que el Ministerio de Asuntos Exteriores intervenga enérgicamente a favor de los prisioneros.

L'Osservatore Romano, órgano oficial de la Santa Sede, dedicó ayer su editorial a la intervención del Papa en favor de los «desaparecidos» en Argentina y Chile. Es la demostración mejor de que el Vaticano desea dar gran relieve a las palabras del Papa. L'Osservatore afirma que «en Argentina, en Chile, en Camboya y en Checoslovaquia el hombre ha sido ofendido y perseguido en nombre de órdenes internos erigidos norma moral suprema y absoluta». Y añade que sería gran responsabilidad «ante Dios y ante la historia desilusionar las esperanzas que las palabras del Papa hayan podido abrir en el corazón de las víctimas y de sus familiares».

Manifestación en Santiago

Varios cientos de chilenos, en su mayoría familiares, se manifestaron ayer en el lugar donde hace un mes se descubrieron los resto de dieciséis desaparecidos.

Los manifestantes, que profirieron gritos contra el Gobierno que encabeza el general Pinochet, se concentraron en la localidad de Yumbel, en cuyo cementerio se encontró una fosa común clandestina con los restos de personas detenidas que eran buscadas hacia casi seis años.

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