La gran fototeca de Cádiz que atesoró un coleccionista llega al Archivo Provincial
Rafael Garófano donó antes de morir las más de 15.000 piezas que nutrieron sus investigaciones: daguerrotipos, postales, retratos, proyectores y cámaras
Rafael Garófano nunca fue un coleccionista al uso. No atesoraba joyas, en su caso fotográficas, por el mero hecho de tenerlas. “Cuando enseñaba algo, le encantaba ver cómo la gente disfrutaba”, rememora emocionada su sobrina, la restauradora Ana Martín de Oliva. Así que Garófano, filósofo de profesión y político durante años por vocación, a poco que reunía material digno de difundir, se zambullía en laboriosas y sesudas pesquisas que culminaban en libros. Por eso cuando el gaditano supo que el cáncer que le acechaba iba a ser mortal se sentó frente al director del Archivo Histórico Provincial, Santiago Saborido, y le dejó claro que su colección de más de 15.000 daguerrotipos, postales, fotografías, retratos, proyectores, cámaras y visores de imagen tenía que “pasar a manos públicas”.
Y así sucedió el pasado 30 de junio, después de que Rafael Garófano falleciese el 20 de diciembre a los 76 años, apenas unos días después de firmar la donación en su lecho de muerte. El generoso legado ha hecho que la institución gaditana haya pasado a encontrarse “con una de las tres o cuatro” recopilaciones de fotografías de coleccionista más importantes de Andalucía, como presume orgulloso Saborido.
El repositorio es tan amplio, variado y de calidad que la institución, dependiente de la Junta de Andalucía, ahora puede contar con su propia fototeca. “Cuando Rafael me contó su intención me puse hasta nervioso. Sabía que su colección era importante, pero cuando descubrimos lo que había no nos lo podíamos creer. Es fruto de haber puesto toda su vida en ello”, explica Saborido.
Garófano —licenciado en Filosofía, doctor en Historia y especializado en historia de la imagen— dedicó más de tres décadas de su vida a crear la colección, especialmente después de dar por cerrada su carrera política en el Ayuntamiento de Cádiz y la Diputación gaditana de la mano del PSOE. Llegó a su afición a través del cine y por la curiosidad de indagar qué transmite la imagen desde una perspectiva filosófica. Pero el foco de atención pronto viró a la fotografía y, dentro de ella, a hacerse con representaciones centradas en Cádiz y sus habitantes.
Aunque nunca le bastó con adquirir piezas que compraba en París, Londres o por internet. “Tenía corazón de investigador”, apunta Martín de Oliva. Así que, a diferencia de la mayoría de los coleccionistas, sus tesoros se convirtieron en material para elaborar estudios y ensayos que culminaron en casi una veintena de publicaciones. Algunas de ellas llegaron a conclusiones desconocidas en Cádiz, como El primer establecimiento de retratos fotográficos de España. Cádiz, 1841, que descubrió que la capital fue la primera en España que contó con un estudio para tomar daguerrotipos de las personas, tal y como contó el propio Garófano en un reportaje publicado en EL PAÍS en enero de 2018.
Toda esa ingente labor investigadora retroalimentaba una colección diversa y amplia, en la que destacan esos retratos en daguerrotipos y ambrotipos, primeros procedimientos fotográficos desarrollados y popularizados a mediados del siglo XIX en forma de carte de visite, algunas de ellas de personajes conocidos de la burguesía gaditana. También son valiosas sus fotografías estereoscópicas, imágenes por duplicado que, colocadas en unas lentes especiales —los estereoscopios, también coleccionados por Garófano—, son percibidas en 3D.
El filósofo e historiador también atesoró una retrospectiva de 2.060 postales de viajes, 1.489 de ellas de Cádiz, que van desde mediados del siglo XIX a 1980, litografías, álbumes de retratos y paisajes o placas de cristal para linternas mágicas. A eso suma un amplio catálogo de artefactos, como las propias linternas, praxinoscopios, zoótropos —ambos al girar crean imágenes en movimiento—, proyectores y cámaras.
En total, el Archivo Provincial estima que ha recibido más de 15.000 piezas, según una primera catalogación aproximada que realizó Martín de Oliva en casa del propio Garófano. La restauradora y sobrina del coleccionista es ahora quien se encarga de la catalogación detallada de la colección, ya en el Archivo, en un trabajo tan laborioso como largo. “Estoy encantadísima de seguir cuidando la colección ahora que él ya no está”, dice con emoción la experta. Junto a ella, la institución ha tenido que contratar los servicios de un digitalizador y de una bibliotecaria que se está encargando de las más de 1.000 obras que Garófano adquirió de temáticas centradas en la fotografía o historia de la imagen y que él usaba para documentarse.
Saborido asegura que el desembarco de la colección de Garófano ha generado “impaciencia” entre los investigadores. De momento, el Archivo gaditano compatibiliza la tarea de digitalización y catalogación con la adquisición de armarios fríos, cajas y sobres especiales de conservación. “Hemos tenido que empezar casi de cero”, apunta el director. La primera fase del ingente trabajo se centrará en todo el contenido relacionado con Cádiz y luego se irá ampliando al resto. El objetivo final es que toda la colección sea consultable de forma digital y en web. Mientras eso llega, en la institución trabajan en organizar en el mes de octubre un acto de recepción oficial de toda la donación de Garófano y colaborarán en la publicación de un estudio póstumo que el investigador no pudo sacar a la luz. “Aquí hay trabajo para años”, asegura Saborido ilusionado.
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