Loach, Scorsese, Moretti o Bellocchio inundan el Festival de Cannes: nada cambia para que todo siga igual
El certamen de cine más importante del mundo arranca hoy su 76ª edición envuelto en polémicas por la película inaugural, su abrazo a veteranos de la dirección y su falta de equidad de género en la competición
Thierry Frémaux llega en bicicleta al Palacio de Festivales de Cannes. El vehículo de transporte del delegado general del certamen de cine francés, el más importante del mundo, se convierte en chiste durante su encuentro con la prensa el lunes por la tarde (”Tengo la primera bicicleta oficial de la organización”, bromea), y sin darse cuenta, hablando de las películas elegidas, confirma que esa bici será una de las pocas novedades de la 76ª edición, cuya entrega que arranca este martes se ha construido a base de nombres sacrosantos del cine de autor, pero que poco pueden aportar sobre hacia dónde se encamina la creación fílmica artística.
Porque en esta nueva edición de Cannes competirán los nuevos trabajos de Ken Loach (86 años), Marco Bellocchio (83 años), Wim Wenders (77), Catherine Breillat (74), Nanni Moretti (69), Catherine Corsini (66), Aki Kaurismäki (66) o Todd Haynes (62). Solo la presencia de la debutante senegalesa Ramata Toulaye Sy, con apenas 30 años y que muestra Banel & Adama, baja la edad media de la competición.
Dentro de la Sección Oficial, además del concurso, están las Sesiones de Medianoche, las Sesiones Especiales, Cannes Première —apartado que nació el año pasado y en el que se pudo ver As bestas, de Rodrigo Sorogoyen— y Una Cierta Mirada, destinada a directores con primera o segunda película. Y en estas otras proyecciones se podrán ver los últimos trabajos de Víctor Erice, que a sus 82 años vuelve con Cerrar los ojos al largo de ficción tres décadas después de El sol del membrillo y justo cuando se cumple medio siglo de El espíritu de la colmena; de Martin Scorsese, que a sus 80 años estrena Killers of the Flower Moon (y que ganó la Palma de oro en 1976 con Taxi Driver), y Takeshi Kitano, el maestro japonés de 76 años, del que se proyectará Kubi, un violento filme con samuráis enamorados entre ellos. Como Sesión Especial está también agendado el nuevo mediometraje de Pedro Almodóvar, Extraña forma de vida, con el que el cineasta llega a sus 73 años por fin al wéstern y lo hace fiel a su estilo y con una historia de deseo, más que de amor, con Pedro Pascal y Ethan Hawke.
También hay dos retiradas previstas. Además de Ken Loach, que hace unos días contaba que su memoria a corto plazo se está desvaneciendo y que su vista ya no es lo que era, y que ya juega con la idea de que The Old Oak sea su despedida, quien sí ha confirmado que cierra una etapa es Harrison Ford, que dice adiós a Indiana Jones con el quinto largometraje del arqueólogo aventurero, que esta vez ha dirigido James Mangold y que se titula Indiana Jones y el dial del destino.
Hay mucho talento, cierto, pero poco riesgo en seleccionar estos nombres, aunque el responsable artístico del festival subrayara: “El festival no es solo las películas, sino que sirve para plantearse el estado actual del cine y su futuro. El cine tiene su porvenir en sus propias manos gracias a los artistas, y aquí hay programados largometrajes de Mongolia, Chile, Sudán y Senegal. Curiosamente, países inesperados en lo fílmico están dando a luz las nuevas generaciones de directoras”.
Falta de directoras
“Nosotros seleccionamos filmes, no elegimos películas por si tienen detrás un director o una directora”, contaba ayer Frémaux ante una de las lacras históricas del certamen: la falta de películas lideradas por una mujer. En esa ausencia de equidad ha llamado la atención uno de sus comentarios, en el que contaba que en el jurado que presidió Spike Lee (y que le dio la Palma de Oro a Titane, de Julia Ducournau, la segunda realizadora en la historia de Cannes en ganar el máximo galardón) había cinco mujeres, tres hombres y un presidente masculino. “Y nadie dijo nada sobre este hecho inédito”, remataba.
Este 2023 hay siete filmes de directoras de una competición con 21 títulos. “El 33% y la gente me felicita, algo que no acepto como cuando no aceptaba las críticas en ediciones precedentes por lo contrario”, atajó el delegado general. “Es cierto que lo masculino está sobrerrepresentado en el cine y la mirada femenina ha sido minusvalorada”. De ahí que hayan hecho esfuerzos por lograr la paridad dentro de la organización (que preside una mujer, la alemana Iris Knobloch), y que Frémaux confesara que el presidente del jurado que comienza su labor el miércoles, el sueco Ruben Östlund, fue su segunda opción. “Queríamos probar algo nuevo, pero no lo logramos [sin concretar el qué]. Además, deseábamos que una mujer presidiera el jurado, y no hemos podido. Ruben [que ganó el año pasado su segunda Palma de Oro con El triángulo de la tristeza] no era el plan B, sino el primero entre los hombres”.
Al festival de Cannes no le importa pisar charcos. Hoy arranca con la proyección de Jeanne du Barry, dirigida por la francesa Maïween, que además encarna a su protagonista, la última cortesana del Rey Sol, al que da vida Johnny Depp. Más allá de sus más y sus menos durante el rodaje de ambos, Maïween ha sido denunciada por agredir hace unas semanas en un restaurante parisiense al periodista y cofundador del portal informativo Mediapart, ataque que ella misma reconoció la semana pasada en la televisión nacional. A Depp le acompaña la controversia desde hace tiempo por su enfrentamiento con su exesposa, la actriz Amber Heard. Preguntado por un periodista estadounidense, que se refirió a la mala imagen del actor en EE UU, Frémaux respondió: “No sé cómo le verán allí. Nosotros vimos la película, y actuamos como siempre, con la misma línea de comportamiento: libertad de pensamiento, libertad de palabra y cumplimiento de la ley. Si le hubieran prohibido actuar o la película estuviera prohibida, hoy no estaríamos hablando de esto. Solo me interesa Johnny Depp como actor”.
Hace unos días, la actriz Adèle Haenel, la estrella de Retrato de una mujer en llamas o La chica desconocida, contaba en un artículo en la revista Télérama que renunciaba a su carrera cinematográfica por la “complacencia general” existente con “agresores sexuales como Roman Polanski o Gérard Depardieu”, y señaló a Cannes como un certamen que “defendía a esos violadores”. El consejero delegado contraatacó: “Ella no pensaba eso las veces que ha venido a este festival, a menos que sufra un desorden mental. Bueno, es normal que la gente use Cannes como altavoz de asuntos sociales y discusiones políticas porque les damos una plataforma que es el centro del mundo del cine las próximas dos semanas”.
Y entre esos artistas, están la italiana Alice Rohrwacher, con La Chimera (con Josh O’Connor e Isabella Rossellini), o Todd Haynes, que en May December, con Natalia Portman y Julianne Moore, rememora la relación real entre una profesora de 34 años y su alumno de 12, un escándalo mayúsculo en EE UU en 1997. Tras pasar por prisión la maestra, se casaron. Haynes encara la película desde la perspectiva de una actriz (Portman) que va a conocer a la profesora (Moore) para darle vida en el cine. O el británico Jonathan Glazer, que estrena su cuarta película (tras obras irrefutables como Sexy Beast o Under the Skin), La zona de interés, adaptación de la novela homónima de Martin Amis, que relata una historia de amor en el campo de exterminio de Auschwitz entre un oficial nazi y la esposa del comandante. O el bilbaíno Pablo Berger, que por fin muestra en Sesiones Especiales su largo de animación Robot Dreams, basado en el cómic de la estadounidense de la estadounidense Sara Varon, un drama sobre la amistad y la soledad a través de la relación entre un perro antropomorfo en el Nueva York de los años ochenta y un robot que compra para tener compañía.
Babelia
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