Ruben Östlund, un Palma de Oro abocado a la sátira
Su ‘Triangle of Sadness’, con la que repite triunfo en Cannes, cierra una trilogía sobre la masculinidad actual
Solo el alemán Michael Haneke (La cinta blanca y Amor) y el danés Bille August (Pelle el conquistador y Las mejores intenciones) habían logrado ganar dos Palmas de Oro con dos películas consecutivas. Ahora, el sueco Ruben Östlund (Styrsö, 48 años) se suma a esta pareja gracias a Triangle of Sadness, Palma de Oro entregada por el jurado que presidía Vincent Lindon. Hace cinco años, el cineasta sueco ya la había ganado con otra sátira. Si en esta ocasión se burla de la moda y de la opulencia económica de los multimillonarios, en 2017 se centró en el arte en The Square. En aquel momento Östlund ya estaba con el guion de este filme, que ha logrado acabar navegando entre confinamiento y confinamiento de la covid, su sexto largometraje y el cuarto estrenado en Cannes.
Su pasión por la sátira procede de dos cineastas que considera sus maestros: Luis Buñuel y su compatriota Roy Andersson, el gran adalid del humor en el cine y en la vida. “A mí siempre me ha interesado Buñuel porque jugaba con sensaciones y jamás fue políticamente correcto”, ha pontificado Östlund cada vez que se le pregunta por el maestro español. Esta vez se la ha jugado con una película a ratos de trazo grueso, dividida en tres episodios, que va de más a menos. “Queríamos que fuera una montaña rusa para adultos, entretenida y divertida, para verla en un cine juntos y al salir tener algo de lo que hablar”, contaba hace seis días en Cannes. Triangle Of Sadness (el título se refiere al entrecejo, el primer lugar donde se aplica botox para quitar arrugas) es su primera película en inglés y con reparto de diversas nacionalidades. “Yo quería unir a lo mejor del cine estadounidense, que prima la diversión y el entretenimiento, con la gran ventaja del europeo, más entrado en lo intelectual. Muchas veces los europeos no somos un buen público, nos sentamos a ver las películas demasiado serios, con los brazos cruzados”, asegura. “Por eso me he pasado al inglés. Como director quieres llegar a la mayor cantidad de gente posible. Aunque a la vez me duele la dominación anglosajona en el cine y en los medios de comunicación en general. Tenemos que hacer algo con eso, aunque no tengo la solución”.
Si The Square se burlaba de su condición de divorciado con dos hijos, con la sensación de estar fuera de lugar, Triangle Of Sadness se basa en experiencias de su segunda esposa. “Hace ocho años conocí a mi actual mujer, Susanna, que es fotógrafa de moda, y me introdujo en ese mundo. Empezamos a conversar sobre cómo se maneja la belleza como un valor de mercado, y de que, por eso, la belleza puede resultar a la vez atractiva y aterradora”. Algo muy atractivo para un cineasta conocido por su rotundidad y su ego, del que se burla muy a menudo. En 2014 llegó a la puerta de los Oscar con Fuerza mayor, ganadora del premio del jurado en la sección Una cierta mirada. La lectura de las nominaciones de los premios de Hollywood la vivió de una webcam junto a su productor en un hotel de Nueva York. Cuando llego el momento de los finalistas al Oscar a mejor película de habla inglesa (entonces se llamaba así), y oyó que su drama no pasaba la criba final, Östlund saltó histérico y rebosante de ira, y salió disparado de la habitación. “Me bajé a Central Park a llorar. No lo entendía. Cuando subí y mi productor me dijo que había grabado el vídeo y que qué hacía con él, decidí que lo colgara en internet”, contaba.
El cineasta es un apasionado del esquí, y comenzó filmando películas sobre este deporte (de ahí le viene su pasión por las larguísimas secuencias) antes de estudiar cine en la Universidad de Gotemburgo, a cuyo municipio pertenece el pequeño pueblo en que nació. “Siempre me ha entusiasmado la sociología, me viene de mi madre, y creo que eso puede verse también en mis largometrajes”.
Tras el éxito de The Square, el sueco, confiesa, pasó una crisis, atenazado por el miedo. “Por suerte, ya estaba el guion en marcha, no se podía parar”. Con un presupuesto del doble que sus trabajos anteriores, Triangle of Sadness sufrió dos parones por la covid. “Y me vino bien, porque así pude madurar algunos aspectos de la película, que la considero la más compleja de las mías”. Empezó a rodar en enero de 2020, paró en marzo —en junio aprovechó unos días en los que Woody Harrelson, que encarna al capitán de un crucero de lujo, pudo volar a Suecia— y volvió aquel otoño tras las cámaras en Grecia. De nuevo, debió de detener la filmación, que a la tercera, en 2021, pudo rematarse. Con la sátira acaba una trilogía. “No estaba pensada así en sus inicios, pero al final Fuerza mayor, The Square y Triangle of Sadness reflexionan sobre las expectativas de la masculinidad, y sobre lo que significa ser hombre hoy en día”.
Lo que no va a abandonar es el absurdo. “Mi siguiente trabajo se desarrolla en un vuelo de largo recorrido de 14 horas. Nada más despegar, la tripulación avisa que el sistema de entretenimiento del avión no funciona. No hay pantallas, solo pasajeros y mundo analógico para disfrutar”, aseguraba en Cannes. Y se titula, no podía ser menos, El sistema de entretenimiento se ha caído.
Con la Palma en la mano, en la sala de prensa, entrado ya el domingo, Östlund se declaró absolutamente feliz. “La primera vez que gané era la primera vez que estaba en el Concurso. En esta ocasión no he pensado en nada de eso, sino en disfrutarlo y pasármelo bien estos días con mi equipo”, aseguraba. “A eso le he sumado que he conocido a algunos de los otros directores, como Lukas Dhont, y ha sido estupendo. Siento que formamos una comunidad de cineastas de autor. A mí me inspira hacer cine que reflexione sobre cosas importantes, y que a la vez sean divertidos, como las películas de Buñuel o Lina Wertmüller”, contaba antes de explicar sus próximas horas: “Lo voy a celebrar y luego vuelvo a casa a cuidar de mi hijo de 18 meses y a cambiar más pañales”.
Babelia
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