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Motos y bichos: el García-Alix más “feroz” muestra su obra inédita en Málaga

El fotógrafo leonés expone medio centenar de instantáneas nunca vistas en España, entre las que destacan un autorretrato y una serie dedicada a una de sus pasiones, el motor

Alberto García-Alix delante de una fotografía suya expuesta en La Térmica de Málaga.
Alberto García-Alix delante de una fotografía suya expuesta en La Térmica de Málaga.José Báez
Nacho Sánchez

Cuenta Alberto García-Alix (León, 67 años) que echarse la cámara al hombro es para él como ir de safari: “Con ella me convierto en un cazador, salgo a ver qué pillo”. Y que mirar por el visor le supone adentrarse en una prisión, una cárcel que le obliga a dialogar con lo que ve hasta que encuentra lo que busca. Un ejercicio mental que, a veces, se convierte en un problema. “No me quiero repetir”, asegura este Premio Nacional de Fotografía (en 1999) con más de cuatro décadas de carrera, que evita precisamente la repetición en la nueva exposición que ha presentado este jueves en el centro cultural La Térmica, en Málaga. Ahí se olvida del archivo histórico para mostrar 52 fotografías recientes —la más antigua es de 2007— inéditas en España y reunidas bajo el título Expresionismo feroz. Se podrán ver hasta el próximo 17 de septiembre. La entrada es gratuita.

Pantalones chinos, zapatillas deportivas oscuras y camiseta negra, García-Alix paseaba al mediodía por la sala expositiva revisando cada detalle. Pedía una iluminación más baja para las fotografías, eliminaba una mota de polvo de uno de los cristales o se arrepentía de haber seleccionado una imagen que ya no le encajaba en el conjunto. “A veces te equivocas. Lo importante es que el bloque funcione conceptualmente”, señala. En formato cuadrado y en su habitual blanco y negro, la mayoría de estas imágenes se salen de sus cánones habituales. Hay, sin embargo, un puñado de retratos que siguen la estela de aquellos que empezó a realizar en los ochenta. Entre ellos, los de su hermano Carlos, la artista Ana Curra o su amiga Gemma, a la que fotografió semanas antes de morir de cáncer. También hay un autorretrato, en el que aparece con los ojos cerrados, el pelo revuelto y el rostro con una expresión de absoluta calma. La tomó con una lente de acercamiento en su cámara Hasselblad, levantó los brazos y quiso situarse en el centro del plano. No lo consiguió. Su rostro quedó en el margen derecho. “Cuando la vi, dije: ¡Esto es la polla! ¡Bingo! El azar la convirtió en mejor fotografía”, asegura.

'Gemma frente a su horizonte', fotografía de 2012.
'Gemma frente a su horizonte', fotografía de 2012.Alberto García-Alix

Rara vez, sin embargo, deja García-Alix que la suerte sea el argumento principal de su trabajo. Le gusta ser intervencionista. Pide, coloca, se mueve. Y lo demuestra en un grupo formado por una decena de fotografías inspiradas en una de sus pasiones: las motos. Están tomadas durante sus paseos y viajes con sus amigos moteros. “Nos vamos por ahí y en los ratos libres les molesto, les digo que pasen por este sitio o den una sombra por allí. Lo que he buscado es crear una nueva ópera visual expresionista con la moto”, explica un jovial, a ratos divertido García-Alix, con su ya habitual voz ronca. Tras un silencio, se gira y señala una de sus favoritas, en la que capta con su cámara un simple detalle “que es la máxima expresión” de estos vehículos. “El puño de gas, sin embrague ni acelerador. Eso lo define todo”, destaca el artista. Más allá, juega con las dobles y triples exposiciones, con los reflejos y sombras de las motos a través de las que construye lo que parecen insectos. Coleóptero con costillas de acero, se titula una. Como si fuera una moto, se llama otra. Tiene 400 más de esa serie en casa. Aquí no cabían.

García-Alix celebra, convencido, que siga teniendo pasión por la fotografía. No hace fotos a diario, porque cuenta que para él agarrar una cámara es sinónimo de trabajo, pero dice que a estas alturas de la vida ha encontrado las claves que le permiten seguir adelante y pulsando el botón. La primera es la poesía de la vida, la imagen. La segunda, su curiosidad. Y la tercera, un “alma infantil juguetona” que le anima a seguir jugando, a probar, a disparar una y otra vez. ¿Alguna vez falla? “Para que una fotografía salga bien pueden salir 40 mal. A veces tienes una buena idea y te quedas cerca y… ya ves. Pero los fracasos son los que empujan a seguir buscando”, afirma. Entre las imágenes de Expresionismo feroz hay también un grupo dedicado a la naturaleza, con flores, árboles, una yuca. También vistas de edificios superpuestas, con varias exposiciones y jugando con las escalas hasta conseguir un atractivo efecto pictórico.

Una visitante observa las fotografías de la exposición 'Expresionismo feroz'.
Una visitante observa las fotografías de la exposición 'Expresionismo feroz'.La Térmica

Contento de llevar a Málaga y a La Térmica —que ha producido seis de las obras— su trabajo, el fotógrafo prepara ya dos nuevas exposiciones. Una en Madrid, en la galería Albarrán Bourdais (Chueca), que se inaugura este 18 de mayo. Titulada Mi tiempo y su futuro, incluye trabajos de diferentes épocas, desde sus clásicos retratos hasta su serie Fantasías en el Prado. Más tarde, en noviembre, será el turno de una muestra en París. También está preparando un nuevo libro para la editorial Cabeza de Chorlito donde recogerá fotografías entre el año 1975, cuando sus padres le regalaron su primera cámara, y 1981. Debe elegir entre 5.000 imágenes. “Al mirar hacia atrás me doy cuenta de mis virtudes, como la composición, que ya la tenía. Pero también me doy cuenta de lo tonto que fui de no hacer más fotos. El problema de la fotografía es que dices ‘la hago mañana’. Y no hay mañana jamás”, apunta. “¿Por qué no hice más?”, se pregunta en repetidas ocasiones antes de insistir en que él no se considera el fotógrafo de la Movida. “Eso es una gilipollez como una catedral. Yo era un actor más de ese momento, hacía fotos, pero no era fotógrafo”, sentencia.

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