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Zombis nazis en la Guerra Civil: ‘Malnazidos’ y otras delirantes películas que se ríen de la Historia

Con el estreno del filme que mezcla la contienda española con no muertos, llega el momento de repasar otras propuestas igual de arriesgadas y de disfrutables

Los zombis de 'Malnazidos'.
Gregorio Belinchón

¿Guerra Civil española y experimentos nazis para crear zombis? Quién dijo miedo. Malnazidos se suma a una lista de películas que aplastan los hechos históricos con un montón de no muertos. Si Abraham Lincoln cazó vampiros y ha habido batallas zombis entre soldados nazis y soviéticos, ¿cómo no creerse que Hitler puede resucitar desde el material genético procedente de su pene?

Malnazidos (2020). La película de Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro ha estado dos años guardada a la espera de que la pandemia diera una tregua a las salas. Es el final a un largo viaje que arrancó en 2012 cuando Núria Costa (productora asociada del filme) compró los derechos de la novela Noche de difuntos del 38, de Manuel Martín. “Fíjate si ha pasado tiempo que eso ocurrió entre mi primera película, Spanish Movie, y la segunda, Promoción fantasma”, subrayaba Ruiz Caldera en su estreno, en octubre de 2020 en el festival de Sitges. “Alberto y yo siempre fantaseábamos con codirigir algo de género fantástico, y, a ser posible, de zombis, que nos atraen”. Los protagonistas son Jan, un capitán del ejército franquista, y su conductor, quienes caen prisioneros de un pelotón republicano muy peculiar en mitad de un valle que los nazis están cercando. Todos descubrirán que el Tercer Reich está experimentando, con la aquiescencia franquista, un producto que resucita a los muertos, que devienen así en no muertos. Más de aventuras que de terror, Malnazidos juega con varias capas de significado (con referencias a La vaquilla o a La reina de África) y en todas funciona.

El pelotón protagonista de 'Malnazidos'.
El pelotón protagonista de 'Malnazidos'.QUIM VIVES

Abraham Lincoln, cazador de vampiros (2012). Seth Grahame-Smith es un visionario. Tras años de escribir manuales sobre Marvel, el cine porno o películas de terror, vio la luz en el cóctel más loco que uno se puede imaginar: Jane Austen más zombis. El resultado: Orgullo y prejuicio y zombis (2009), en lo que el escritor definió como una labor de microcirugía. De la película hablamos después, pero el éxito editorial fue tal que Grahame-Smith se lanzó al filón y publicó al año siguiente Abraham Lincoln, cazador de vampiros, su mejor libro. Rápidamente, saltó al cine, y en 2012 se estrenó su adaptación a la pantalla dirigida por Timur Bekmambetov, el ruso que en aquel momento parecía que se comería el mundo. Lincoln, futuro presidente de Estados Unidos, se enfrenta a una invasión de vampiros, y ahí encuentra la mejor manera de vengar la muerte de su madre, mordida por un chupasangre. ¿Y quiénes son vampiros? Los dueños de plantaciones y los tratantes de esclavos. De ahí la guerra civil estadounidense. La crítica la achicharró por un hecho cierto: se toma demasiado en serio y nunca acaba de amasar bien la parte histórica con la de terror. Aun así, ofrece un buen divertimento.

Orgullo + prejuicio + zombis (2016). El inicio en la literatura de todo un género de novelas clásicas a las que se injerta elementos modernos del terror. Ahí están Quijote Z; LaZarillo. Matar zombies nunca fue pan comido; R y Julie; Sherlock Holmes y los zombies de Camford; La isla del tesoro Z, La casa de Bernarda Alba zombi o Sentido y sensibilidad y monstruos marinos. Impagables. El cine se ha alimentado de las obras de Grahame-Smith y de su Orgullo y prejuicio y zombis solo se cambiaron en la adaptación audiovisual las conjunciones copulativas por signos de suma. Las cinco hermanas Bennet, creadas por Jane Austen, batallan ahora por algo más que su mera existencia emocional, también por la física. Por desgracia, los trajes de época y las fastuosas localizaciones no salvaron lo endeble del guion.

Zombis nazis (2009). Clasicazo del género, que impulsó la carrera de su director, el noruego Tommy Wirkola, que le llevó a dirigir en Hollywood Hansel y Gretel: cazadores de brujas (otro género que explotó la pasada década, el de historias infantiles recauchutadas como thrillers de terror). Esta Zombis nazis arranca cuando unos estudiantes de vacaciones de esquí despiertan a un batallón de soldados nazis. Lo habitual en esas escapadas. Por una vez, la segunda parte fue mejor, y tuvo una secuela vibrante, Zombis nazis 2. Red vs. Dead, en la que a los soldados alemanes se enfrentan militares muertos vivientes del Ejército soviético.

Overlord (2018). Te reclutan a final de la Segunda Guerra Mundial, te envían como paracaidista estadounidense tras las líneas enemigas en la víspera del día D, y no solo te encuentras a los nazis: también a un ejército de soldados de 1.000 años de antigüedad. Desde su estreno, Overlord no ha parado de cosechar fans. Por cierto, cuatro de los actores principales habían coincidido ya en el rodaje de Juego de tronos.

El ejército de Frankenstein (2013). La Segunda Guerra Mundial ha dado mucho juego en el mundo zombi o de terror, a causa de los brutales experimentos nazis. En esta ocasión es un batallón soviético el que descubre un laboratorio en el este de Alemania donde un seudoVíctor Frankenstein ha creado supersoldados cosiendo trozos de robots y de humanos. Exitazo en el festival de Sitges de aquel 2013.

Bloodsuckers, A Marxist Vampire Comedy (2021). 1928. Un refugiado soviético sin dinero se enamora de una joven y rica vampiresa alemana que pasa el verano frente al mar junto a su extraño asistente. Y aquí está su conexión con la Historia: el protagonista, Lyovoshka, iba a interpretar a Trotsky en una película de Eisenstein. Iba a convertirse en una estrella. Pero Trotsky cae en desgracia, y con él, Lyovoshka. En su camino a Hollywood, acaba en un balneario alemán en el Báltico. Lo increíble de la película es que aparecen latas de Coca-cola, motos y vestuario moderno. A su director, Julian Radlmaier, le gustan esas sorpresas visuales, que explotan en la pantalla.

Sólo los amantes sobreviven (2013). Jim Jarmusch cuenta una película de vampiros en la que no se dice la palabra vampiro, y que esconde un posible guiño histórico. Si Eve (personaje que encarna Tilda Swinton) tiene 2.000 años —era la druida de una tribu celta—, Adam (Tom Hiddleston) solo ha cumplido unos 500 o 600. Hasta ahí lo normal. Pero el amigo que les proporciona la sangre, interpretado por John Hurt, es Christopher Marlowe, dramaturgo contemporáneo de Shakespeare, y en pantalla cuenta que escribió Hamlet, y que a escondidas redactó bastante del trabajo de Shakespeare. Otra posible interacción con la historia real está en el muro donde Adam tiene colgados retratos de numerosos artistas (Richard Wagner, Jean Michel Basquiat, Max Ernst, Marcel Duchamp, Nikola Tesla, Isaac Newton, Franz Kafka, Edgar Allan Poe, Mark Twain, William S. Burroughs, Oscar Wilde, Mary Shelley, Susan Sontag, Samuel Beckett, Jane Austen, Emily Dickinson, Arthur Rimbaud, John Keats, Charles Baudelaire, Toro sentado, Jerónimo, Joe Strummer, Robert Johnson, Patti Smith, Chrissie Hynde, Hank Williams, Jimi Hendrix, Billie Holiday, John Coltrane, Thelonious Monk, Johann Sebastian Bach, Aki Kaurismäki, Luis Buñuel, Fritz Lang o Hedy Lamarr, entre otros): ¿algunos de ellos también fueron vampiros?

Ellos robaron la picha de Hitler (2005). Con el tiempo habrá que levantar un altar a Pedro Temboury, que se atrevió con un cine heredero de Jess Franco. En esta Ellos robaron la picha de Hitler, rodada íntegramente en Málaga, cuatro neonazis andaluces ven en televisión que en Berlín se ha descubierto el pene incorrupto de Hitler. Y deciden robarlo para entregárselo a un científico nazi, el doctor Weissman, para que con él cree un nuevo Führer. Eso sí, no son los únicos tras ese tesoro.


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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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