‘Nube Rosa’, la película brasileña que predijo la pandemia
Filmada en 2019, la cinta adelanta un escenario de enfermedades y confinamiento e inventa un tóxico viento rosa, parecido a una de las novelas de ciencia ficción más celebradas de 2021
Hay dos extrañas coincidencias en una de las películas más celebradas en 2021, Pink Cloud, o Nube rosa, de la directora brasileña Iuli Gerbase (Porto Alegre, 32 años). Se trata del primer largometraje de la directora y ha sido aplaudido a nivel internacional: ganó premios en los festivales de cine de Munich, Berlín, Sitges de Cataluña, y también fue nominado en el de Sundance. Recientemente, empezó a mostrarse con entusiasmo en las salas de cine de Estados Unidos.
La primera coincidencia tiene un elemento futurista. Gerbase terminó de filmar su película en 2019 sobre un extraño viento color rosa que se toma todas las ciudades del mundo y que, si los ciudadanos respiran, pueden morir. Para sobrevivir se ven obligados al confinamiento total por un tiempo indeterminado y solo pueden hablar con sus familiares o amigos por llamadas de celular. Toda la película se desarrolla en un apartamento en el que una joven pareja intenta convivir pero se ahoga constantemente entre pantallas de computador, expectativas de pareja, y la larga espera de cuándo terminará. “Pink Cloud es más preceptiva cuando reconoce ese nivel de impotencia, como cuando una esperanza de que va a concluir el desastre termina siendo una falsa alarma”, dice una reseña del New York Times sobre el drama.
La segunda coincidencia es más un extraño paralelismo artístico. A finales del 2019, la escritora uruguaya Fernanda Trías también terminaba su novela más reciente, Mugre Rosa de la editorial Random House, sobre un viento rosa que contamina una ciudad portuaria. El libro ha sido también muy celebrado –el año pasado ganó el premio Sor Juana Inés de la Cruz en la FIL de Guadalajara– y los protagonistas en este son también dos, pero en este caso una mujer y un niño enfermo que ella cuida mientras los hospitales colapsan, los ricos dejan las ciudades, y las personas deben salir con mascarillas a la calle. Son personajes saliendo de casa muy precavidamente e intentando acomodarse a la nueva normalidad.
El PAÍS consultó a las dos artistas latinoamericanas sobre la coincidencia, y explicaron sorprendidas que hace dos semanas no sabían de esta, ni habían visto o leído la obra de la otra. ¿Cómo pudo entonces viajar un mismo viento rosa, que pintaba desde 2019 el confinamiento que vivimos, desde la literatura hasta el cine? “Yo creo que existe un inconsciente colectivo y que las personas que nos dedicamos a crear somos bastante sensibles a captar ese material que se nutre de las preocupaciones y tensiones de su tiempo”, dice Trías. “Todas estamos bebiendo de la misma fuente”.
Aunque la metáfora sea la misma, las dos llegaron por caminos distintos al místico viento. En entrevista para El PAÍS cuando se publicó el libro, Trías explicó que llegó al tema en parte por su preocupación frente a la relación destructiva que tenemos con los animales que consumimos. “Esta pandemia es consecuencia directa de la manera en la que nos relacionamos con el medio ambiente, de nuestra relación con los animales y las condiciones espeluznantes de la industria alimenticia”, dijo. El rosa en la novela no es solo el viento, sino el color de subproductos de carne procesada hechos con los restos de los animales que se consumen. “Hasta hoy recuerdo el olor rancio a gelatina de carne y a tierra enmohecida”, piensa en un momento la protagonista. “Le llamaban mugre rosa y olía a sangre coagulada”.
En cambio, en entrevista con este diario, la directora de cine Iuli Gerbase explica que llegó al rosa por ser el color que tradicionalmente se le asigna a las mujeres y su foco era mostrar lo sofocantes que pueden ser esos tradicionales roles de género, que pueden llegar a hacer sentir a las mujeres como si vivieran confinadas. “Para mí era una metáfora de las relaciones, y de lo que la sociedad espera de las relaciones y de las mujeres”, dice la directora en esta entrevista.
Pregunta. ¿Cómo y cuándo llegó a esa idea para la película?
Respuesta. La escribí durante mi maestría en escritura creativa [que hizo del 2015 al 2017 en una universidad de Porto Alegre]. Empecé con la idea de una pareja que se acababa de conocer y solo habían compartido juntos una noche, pero de repente se veían forzados a un matrimonio por culpa de una nube tóxica y rosa que no tenía gran explicación. Para mí era una metáfora de las relaciones, de lo que la sociedad espera de las relaciones y de las mujeres. La nube es rosa, un rosa suave, misterioso y hermoso, y el rosa es usualmente un color asociado para las mujeres –cuando somos chicos, los niños tienen el azul y las niñas el rosa. Y en la película vemos cómo los dos personajes reaccionan ante esa “nube”: lo que quiere Giovana [interpretada por Renata de Lelis] y lo que quiere Yago [por Eduardo Mendoça], y luego lo que la nube los obliga a hacer.
P. ¿Entonces la nube rosa son las expectativas tradicionales?
R. Sí, la nube es lo que la sociedad espera de las mujeres. La nube obliga al personaje de Giovana a seguir los pasos tradicionales que supuestamente deben seguir las mujeres. Por ejemplo, ella dice desde el principio que no quiere tener hijos. Él dice que sí quiere. La nube la sofoca a ella poco a poco, y la obliga a hacer cosas que ella no quería hacer.
P. ¿Y los espectadores han entendido el mensaje feminista de la película después de vivir la pandemia?
R. Sí. Creo que obviamente mucha gente vio el coronavirus en la nube, pero me alegra que algunos críticos sí han visto las otras capas de la película, y normalmente son las mujeres las que ven más ese aspecto feminista de la película, y lo que dice sobre ser mujer o lo que dice sobre la maternidad. Hubo una periodista en Rumania que dijo que, para ella, la película es sobre cómo las madres se pueden sentir secuestradas por sus hijos, incluso si aman a sus hijos. Algunas personas solo ven la Covid-19, pero depende de la persona que mira. Me alegra ver que otras personas ven más allá del coronavirus.
P. Este es su primer largometraje de ciencia ficción. ¿Cómo se conecta esta película con lo que ha hecho antes?
R. Me gusta poder explorar en mi trabajo el tema de las relaciones, me gusta ver y crear dramas íntimos, sin importar si es ciencia ficción. En los cortos que había hecho antes, puede que no sean sobre parejas, pero sí siempre de relaciones interpersonales. Esta película es ciencia ficción pero le expliqué a mi equipo que no era como las películas de aliens, sino algo más parecido a Melancholia [del director Lars Von Trier], que es una película que amo y que es ciencia ficción pero también es un drama sobre dos hermanas y sobre la depresión, y frente a un planeta llamado Melancholia. El elemento de ciencia ficción está ahí pero para crear más tensión y más presión en una situación humana, y nos permite ver cómo reaccionan los personajes. Ahora trabajo en un nuevo guión en el que sí hay un alien, pero de nuevo es un guión más bien sobre lo íntimo y en el que podemos ver cómo la gente reacciona a lo nuevo.
P. ¿Sabía que el viento rosa que obliga a unos personajes al confinamiento está también en la trama de un libro muy leído en 2021 titulado Mugre Rosa de la escritora uruguaya Fernanda Trías?
R. Me parece loco todo esto. Hace una semana mi hermana me envió un tuit en el que alguien comparaba las dos, la película y la novela, y me parece loco y lo único claro que tengo es que tengo que leer ese libro.
P. ¿No conoce a la autora?
R. No, no la conozco y no sabía del libro, ahora sé que fue un éxito pero aún no había sabido del libro acá en Brasil. Ahora tengo muchísima curiosidad.
P. ¿Cómo se explica que dos artistas como usted y Trías hayan llegado a una trama tan similar?
R. Bueno...usualmente tengo que responder en entrevistas por mis supuestos poderes para predecir el futuro. Ahora, no sé, quizás ella tiene el mismo poder que yo tengo [se ríe]. Realmente, no sé. Para mi hay dos grandes coincidencias. La primera, hacer el film sobre esto y que luego llegara la pandemia. Y la segunda, ahora, esta novela.
P. ¿Cómo fue ver, después de filmar en 2019, que algo muy similar arrancó en marzo del 2020?
R. Fue demente, para mí y para mi equipo. Veíamos lo que pasaba en el mundo y decíamos: ‘esta es una escena de nuestra película’ y ‘esta otra también’. Fue una coincidencia y al principio la gente hacía bromas sobre poder ver el futuro y nuestros superpoderes, pero creo que es el trabajo de un escritor poder pensar y explorar e imaginar cómo las personas podrían reaccionar ante situaciones. Y bueno, pensar cómo habrán distintas reacciones y cómo se pueden explicar esas diferencias. Todo este trabajo es sobre emociones humanas, y es el trabajo de un escritor ser sensible y ser capaz de hacer ese ejercicio de imaginar. Hacer el ejercicio de pensar cómo reaccionaremos a la nube rosa. Cuando la gente dice que es increíble que yo logré imaginar cómo nos sentiríamos, pues no, el trabajo no es en realidad predecir el futuro. Es sobre cómo entendemos las emociones humanas. Así que fue una coincidencia en un proceso de trabajo más largo. Yo, antes de la película, estuve leyendo varios libros, o viendo películas, sobre personas en el confinamiento, y ahí vi similitudes para entender qué quería yo explorar en esa situación.
P. ¿Pero por qué una nube? ¿Usted había vivido alguna crisis de contaminación o una epidemia…?
R. Es curioso, me ha gustado mantener algo abierto el significado de la nube, y algunas personas han dicho que creen que es la venganza de la naturaleza. Pero otras personas han dicho ‘yo creo que la nube es Bolsonaro’. Otras personas dicen que es un castigo de dios. En los festivales, me encanta escuchar los distintos significados. Para mí, todos están bien. Pero por supuesto, la nube nunca era la Covid-19. Pero ahora no puedo hacer nada al respecto, no puedo evitar que se lea con el virus, es lo que pasa cuando la ciencia ficción se convierte en realidad.
P. Usted filmó la película en 2019 pero la editó en 2020 ya durante la pandemia. ¿Cambió cosas durante la edición al ver lo que pasaba en el mundo?
R. Solo cambiamos una cosa. La nube rosa inicialmente solo estaba en Brasil, pero cuando empezó la pandemia decidimos ‘mejor pongamos que la nube esté en todas partes del mundo’, porque eso tendría más sentido. Pero el resto estaba todo en la película, no filmamos ni una sola escena adicional. Todo lo que ves en la película lo filmamos en 2019.
P. ¿Y cómo reaccionó el equipo con el que trabajaba en 2020?
R. Me enviaban mensajes todo el tiempo. Al principio de la pandemia, cuando pensábamos que duraría uno o dos meses, hacíamos bromas como diciendo ‘nosotros ya ensayamos para esto, sabemos reaccionar a esto y todo estará bien’. Pero cuando vimos que, oh-oh, esto puede durar dos o más años, ya dejamos de hacer bromas.
P. El tema central de la película es cómo los dos protagonistas reaccionan ante el confinamiento. ¿Cómo fue luego, a nivel más personal, cuando le tocó estar en cuarentena?
R. De alguna forma fue divertido analizarse en esa situación porque había unos días en los que yo era más como el personaje de Giovana y solo quería llorar diciendo “por favor sáquenme de acá”. Y otros días era más como el personaje de Yago, que medita y que dice “ok, pensemos en las cosas buenas que tenemos”. Yo tenía buena salud y estaba en un departamento muy cómodo, y pensaba “no te puedes quejar, hay personas que están perdiendo a sus seres queridos”. La pandemia es extenuante, pero yo al menos no me puedo quejar. Así que en ese sentido, creo, debería ser más como Yago.
P. Algo muy impactante en la película es cómo todas nuestras relaciones humanas se vuelven virtuales, con las pantallas de celular o dispositivos de realidad virtual.
R. Sí, las pantallas son importantísimas, y queríamos con ellas que los espectadores vieran en ellas reflejadas el nivel de aislamiento. En la película no ves el departamento de los demás personajes [con los que hablan los protagonistas], solo tienes una pantalla. Todos los amigos y todos los familiares están en la pantalla. Fue la decisión que tomamos en el equipo, que nunca la cámara saldría del apartamento de los protagonistas. La realidad virtual es la forma que Giovana encuentra para escapar del apartamento. Antes, en varias partes de la película, ella intenta evitar hacer lo que la nube rosa no quiere que haga. Aunque todo el mundo empieza a ir a citas virtuales, ella en cambio intenta coquetear con un vecino a través de su ventana. Así, al menos, ella ve como algo más físico o personal. Esa fue una forma que tenía ella para rebelarse contra la nube.
P. ¿Cómo fue recibida la película en Brasil?
R. Ha tenido buenas reseñas pero a mí lo que más me ha gustado es cuando hay personas que me envían mensajes más personales, y me dicen que se sienten reflejados en la película. Porque es un drama, no es divertida, pero la gente me dice que fue terapéutico poder ver sus experiencias en la pantalla para procesar lo que han vivido. Ese es el momento en que creo que aún vale la pena el trabajo y toda la energía que toma hacer películas.
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