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El Liceo abre la temporada con una ‘Ariadne aux Naxos’ en clave pop

Josep Pons dirige la exquisita ópera de Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal en un montaje firmado escénicamente por Katie Mitchell

La soprano Lise Davidsen como Ariadna, por fin sonriente en la escena final de 'Ariadna en Naxos'.
La soprano Lise Davidsen como Ariadna, por fin sonriente en la escena final de 'Ariadna en Naxos'.Pascal Victor (Artcompress)

Todo a punto en el Liceo para levantar el telón de una temporada muy especial que tiene el paraíso como hilo argumental y el brillo añadido de la celebración de sus 175 años de vida. El título inaugural es Ariadne auf Naxos, tercera ópera surgida de la fructífera relación artística entre el compositor alemán Richard Strauss y el dramaturgo austriaco Hugo von Hofmannsthal. Muy poco representada en el Liceo (desde su estreno, en 1943, solo se han ofrecido 24 funciones, la última en 2002) regresa al coliseo barcelonés tras casi 19 años de ausencia, con nueve funciones programadas del 22 de septiembre al 4 de octubre, un aforo aún limitado al 70% y los protocolos de seguridad habituales frente al covid.

La directora de escena británica Katie Mitchell firma el montaje, estrenado el 2018 en el Festival de Aix-en-Provence, que llega al Liceo bajo la batuta de su director musical, Josep Pons. Dos sopranos, la finlandesa Miina-Liisa Värelä (sustituye a Iréne Theorin, que ha cancelado por una lesión) y la sudafricana Johanni van Oostrum, encabezan como Primmadona/Ariadne el extenso elenco de la obra.

Uno de los otros roles más exigentes de la obra -pura pirotencia vocal- es Zerbinetta, a cargo de la soprano vasca Elena Sancho Pereg y la catalana Sara Blanch. En el papel del Tenor/Bacchus, breve pero muy exigente, figuran el tenor austriaco Nikolai Schukoff y el canadiense David Pomperoy, ambos especializados en héroes wagnerianos. Dos mezzosopranos, la estadounidense Samanta Hankey y la irlandesa Paula Murrih, asumen el papel del compositor.

Ariadne auf Naxos es una aventura muy curiosa”, explica Josep Pons. “Inicialmente, Hofmannsthal propuso a Strauss mezclar una obra de texto dramático y una ópera, con una adaptación de la música incidental de Lully para El burgués gentilhombre, de Molière, en la primera parte y una ópera en la segunda. La propuesta fue un fracaso y tras una profunda revisión, estrenaron en 1916 la versión definitiva, en un prólogo y la ópera, con un éxito inmediato”.

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En esta ópera, las emociones laten bajo un sofisticado engranaje teatral y musical. No solo entran en juego dos mundos opuestos, la ópera seria y la bufa, ya que, por capricho de un rico aristócrata, que da una fiesta en su lujosa mansión y quiere acortar la velada, se deberán interpretar a la vez una comedia y una ópera seria de tema mitológico, lo que provoca la desesperación del compositor.

La propuesta teatral de Mitchell sitúa la trama en nuestros días en la casa del hombre más rico de Viena, culto e intelectual, quien ha encargado una ópera seria a un joven compositor, además de invitar a un grupo de artistas para amenizar la velada. La compañía de actores de la commedia dell’arte del libreto original pasa a ser el grupo de Zerbinetta, una artista pop, con sus bailarines, que intenta convencer a la trágica Ariadne de que los hombres son todos iguales e incluso intercambiables.

“Este debate entre la fidelidad y el amor, y entre los límites de la creación, entre la tradición y la modernidad, además de ser un homenaje a Molière y Mozart, es una ópera tan impertinente como irresistible”, afirma Víctor García de Gomar, director artístico del Liceo.

“La obsesión de Mitchell en su propuesta teatral es conectar las dos partes de la ópera; para dar coherencia a su lectura, incorpora dos actores, con diálogos nuevos, que encarnan al rico matrimonio burgués. Es una producción muy viva y dinámica, el espacio se transforma a vista del público, que asiste tanto a las discusiones entre bambalinas como a la representación en el salón, va cambiando el ángulo y se juega con la cuarta pared”, explica Eloyse Lally, directora de la reposición del montaje, una coproducción entre Théâtre des Champs- Élysées de París, Théâtres de la Ville de Luxembourg, Finnish National Opera, Royal Danish Oper y el Liceo.

Política de género

Mitchell incide en la política de género, poniendo en el punto de mira cuestiones relacionadas con la fidelidad, la sexualidad y la presentación pública de hombres y mujeres. En este aspecto, introduce un inesperado matiz en el personaje de Ariadne: no solo es abandonada por Teseo en Naxos, sino que también está embarazada y, en los minutos finales da luz un bebé, símbolo de la vida nueva.

La orquesta, de dimensiones camerísticas, actuará con el foso elevado para permitir al público disfrutar los detalles y matices de una instrumentación transparente y prodigiosa. “Es más arriesgado, pues hay que evitar tapar a las voces, pero gana la riqueza tímbrica de una partitura que al final suena con fuerza wagneriana gracias a la genial instrumentación straussiana, que refuerza las cuerdas con dos arpas, piano y armonium”, comenta Pons.

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