Los neandertales no creían en dios
El paleontólogo Juan Luis Arsuaga sostiene que la especie que se cruzó con los cromañones era incapaz de imaginar cuentos o fabricar objetos litúrgicos
Si los neandertales no se hubiesen extinguido, se asemejarían más al Spock de Star Trek que al capitán Kirk de la nave Enterprise. Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid y cuyo currículum abreviado costó ayer más de un minuto de lectura al presentador de la conferencia en el Museo Arqueológico Nacional Neandertales y cromañones. ¿Dos especies o dos razas?, lo tiene muy claro: “Carecían del pensamiento mágico que es esencial en el pensamiento humano”.
Hace 40.000 años, un grupo de cromañones y otro de neandertales se encontraron en lo que hoy es Francia. Posiblemente no se atacaron, sino que intentaron comprenderse y colaborar. Los cromañones, recubiertos de pequeños adornos y con las cabezas tapadas por gorros, buscaron comunicarse con la otra especie humana que compartía con ellos Eurasia (desde la península ibérica “hasta todos los países acabados en tan”, bromeó Arsuaga). Los neandertales, sin embargo, no entendían el significado de aquellos colgantes que pendían de los cuerpos de los recién llegados. En su cerebro no había lugar para “la liturgia, la ceremonia, el protocolo, para entender que las cosas pueden significar algo”. Sin embargo, ambos eran humanos.
Arsuaga insistió en que el mundo que nos rodea “habla a los seres humanos”. “Fabricamos cosas con significado, porque eso nos diferencia de las máquinas. Ellas calculan, pero no pueden imaginar”. “Somos la única especie que tiene pensamiento mágico. Somos creadores de objetos que hablan”.
Los humanos poseen entre un 2 y 3% del ADN de los neandertales, ya que tuvieron relaciones sexuales (y por tanto descendencia) con los cromañones. No obstante, no todos los homo sapiens actuales portamos los mismos genes neandertales. Sin embargo, con un grupo amplio de seres humanos actuales se podría reconstruir “prácticamente” la cadena genética de nuestros antepasados.
Hace 800.000 o 900.00 años, los neandertales, no habían surgido aún como especie claramente definida. En Atapuerca (Burgos) se han hallado los restos de lo que puede considerarse un grupo de 30 preneandertales. Sus rostros ya mostraban los rasgos de lo que en luego se convertirían, pero su cerebro era mucho menor. En el mismo momento, en África, estaba pasando algo parecido con los precromañones. No sería hasta hace 40.000 años, cuando estos últimos se adentraron en Eurasia y allí se toparon con la otra especie. Pero la pregunta surge enseguida. ¿Se puede considerar a los neandertales humanos?
En los años 40 del siglo pasado, el paleontólogo Ernst Mayr, de la Universidad de Harvard, trazó la primera teoría sobre lo que era una especie. Su dictamen fue: "un grupo aislado que no mantiene relaciones con otros": del oso polar al lobo ibérico, pasando por los cromañones o los sapiens. Sin embargo, los humanos nos diferenciamos del resto de animales en que no evolucionamos como consecuencia del medioambiente que nos rodea, “sino que la cultura impide nuestro aislamiento genético”. Es decir, cromañones y neandertales nunca estuvieron aislados. Algo así como que no adaptamos nuestro estómago para poder comer hierba, como los rumiantes, sino que creamos la agricultura, o los abrigos, o la música, o la literatura.
Arsuaga admite que es difícil imaginar a un ser humano (neandertal) incapaz de crear “mitos, creencias, contar historias…”. “Eran una especie sin banderas, sin seres sobrenaturales… Es complicado. Puede que pase lo mismo con los extraterrestres. ¿Por qué van a tener sentimientos como la vergüenza, que es puramente humano?”.
Esto —explica el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1997, el creador de la Fundación Atapuerca, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, de la Real Academia de Doctores de España, honoris causa por varias universidades, miembro del Museo del Hombre de Paris…— "es difícil de entender". “Los neandertales no eran una especie de sapiens, pero más tontos. Puede haber formas de vida distintas y todos formar parte de la misma especie, como los distintos tipos de murciélagos o delfines. Comprendiendo esto, podríamos entender la mente de un posible extraterrestre que, a lo mejor, desconoce la vergüenza ajena”.
Un asistente interpeló entonces directamente a Arsuaga. ¿Pertenecían o no a la especie humana?”. “Eso tendría que explicárnoslo dios”, concluyó el sabio, con un 3% de genes neandertal. Y los dos salones de conferencias del Museo Arqueológico, abarrotados, prorrumpieron en un largo aplauso.
Babelia
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