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El Fondo de Cultura Económica ahonda en las ideas de Roger Bartra

Un libro de ensayos y un ciclo de conferencias analizan la obra del antropólogo A sus 72 años es uno de los pensadores clave de México

Pablo de Llano Neira
El antropólogo Roger Bartra.
El antropólogo Roger Bartra.León Muñoz Santini (Cortesía FCE)

"La antropología es la ciencia del sentido del humor", dijo Bronislaw Malinowski (1884-1942). El jueves en la sede en México DF del Fondo de Cultura Económica, donde se presentó un libro de ensayos sobre el pensamiento de Roger Bartra, el antropólogo mexicano, de 72 años, aplicó la lección y destacó que en uno de estos textos "se dice que [Bartra] tiene una posición aristocrática y que, como un francotirador desatinado, reivindica el pensamiento reaccionario del anticomunismo". "No conozco al autor", añadió, "pero me parece un artículo interesante".

Su compromiso con la pluralidad fue de lo más destacado en las mesas de conferencias que acompañaron el lanzamiento de Democracia, otredad, melancolía. Roger Bartra ante la crítica, editado por el Fondo y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

El historiador Enrique Krauze subrayó que Bartra fue un impulsor de la crítica al nacionalismo revolucionario mexicano. "Él llega a la democracia desde un marxismo serio. Desde la razón, no desde la emoción. Es muy difícil que desde el ADN del nacionalismo revolucionario pueda darse un sentido de la libertad y la democracia como el de Bartra".

"Yo he hecho trampa para mirar a México, porque soy un poco extranjero", dijo Bartra, de familia catalana

Según Ignacio Sánchez Prado, coordinador del libro con Mabel Moraña, un avance teórico durante la transición a la democracia en México a finales del siglo XX fue el enfoque de Bartra de la "mexicanidad" no como sistema de rasgos de identidad sino como "práctica de dominación". En La jaula de la melancolía (1987), el antropólogo escribió: "La definición de "el mexicano" es más bien una descripción de la forma como es dominado y, sobre todo, de la manera en que es legitimada la explotación".

En las mesas se tocaron distintas facetas de la trayectoria de Bartra, doctorado en La Sorbona e investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su trabajo en la antropología de lo real y de lo imaginario, con obras como El salvaje en el espejo (1992); en la neurociencia, Antropología del cerebro (2014); en la crítica del poder, Las redes imaginarias del poder político (1996); y en la edición.

El crítico literario Christopher Domínguez Michael lo elogió por su manera de dirigir El Machete, una revista respaldada por el Partido Comunista Mexicano pero que duró sólo de 1979 a 1980 por su falta de solemnidad. "Dentro del partido se la consideraba prácticamente pornográfica".

El escritor Juan Villoro recalcó su conciencia crítica permanente: "Es un heterodoxo del pensamiento y no se ha quedado nunca con una manera de entender la realidad". Y bromeó con la "heterodoxia" fonética que ha generado en México su peculiar nombre de hijo de exiliados catalanes. "Nadie le dice Ruyé [como en catalán]. Él, con sencillez, se presenta como Rojer. Y los mexicanos, que estamos tan cerca de Estados Unidos y tan alejados de Dios, le decimos Róller Bartra".

Previamente, Bartra había explicado que el antropólogo debe distanciarse de la realidad para ver las diferencias que la configuran, y que crecer en una familia foránea le había ayudado a observar lo mexicano. "Yo he hecho trampa, porque soy un poco extranjero", dijo con su acento de México, con su acento de Cataluña, con su acento de La Sorbona.

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