Final feliz para el puzzle Gelman
La nieta y la viuda del poeta argentino, fallecido este año, rememoran en la FIL la búsqueda y el reencuentro de una familia quebrada por la dictadura
María Macarena García Gelman no ha conocido nunca a sus padres biológicos y tardó 23 años en encontrarse con su abuelo. El poeta argentino Juan Gelman, fallecido en enero de este año, y su segunda esposa Mara Lamadrid buscaron entre las grietas de la dictadura argentina, que en 1976 había secuestrado a su hijo y a su nuera embarazada, hasta encontrar en Uruguay a una joven estudiante de químicas que completó en parte el amargo puzzle de sus vidas. “Hoy puedo decir que se trata de un final feliz. Estoy eternamente agradecida a Mara por su trabajo la perseverancia con la que acompañó a mi abuelo. Para mí es muy importante tratar de no perder más de lo que ya hemos perdido”, contó ayer con emoción la nieta del poeta en una pequeña y atestada sala de la Feria de libro de Guadalajara.
Sus padres adoptivos, una familia afecta a la dictadura uruguaya, no le desvelaron la verdad hasta que el tesón y la voluntad de saber de su abuelo tenían prácticamente cercada a la mentira. Cuando le contaron que no era su hija natural, Gelman ya había publicado su carta abierta al entonces presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti. El movimiento por los derechos humanos y la recuperación de la memoria aplastada por la dictadura estaba consolidado, y en la propia universidad donde ella estudiaba se colgaban carteles con las fotografías de los desaparecidos. “Mi padre de crianza muere en 1999. Yo estaba bastante afectada. Iba a estudiar pero los carteles de la facultad me parecían muy ajenos a mi vida. En ese momento todo parecía conspirar para que yo no me enterara”.
María Macarena, recién elegida como diputada en Uruguay por el Frente Amplio, está convencida de que todo se supo mucho antes del desenlace final: “Pero mi padre de crianza tenía un cargo de confianza, jefatura de policía un departamento importante del país, y las cuestiones políticas primaron”, sostuvo durante el acto.
A mediados de los años noventa, los testimonios de los supervivientes de la represión y de los propios policías y militares de aquella época fueron cruciales en la cruzada del poeta. Supieron que la pareja fue enviada al macabro centro de Automotores Orletti, donde el hijo, Marcelo Ariel Gelman, fue asesinado de un tiro en la nuca y su cadáver, encontrado en 1989, arrojado a un bidón lleno de cal. “Testigos uruguayos contaron que una joven argentina embarazada había sido trasladada a Montevideo. A partir de ahí empezamos a recomponer el rompecabezas”, explicó Mara Lamadrid.
Después vinieron las pistas proporcionadas por los vecinos de la familia del policía uruguayo, los contactos con un personal del servicio secreto argentino y hasta la intervención de un sacerdote irlandés, quién medió en el encuentro entre las dos familias. El periodista Horacio Verbistky, amigo y compañero de profesión de Gelman durante más de 50 años, recordó una conversación entre el poeta y su esposa el día antes de su fallecimiento, cuando ya muy enfermo se enfrentaba a la página en blanco que debía escribir para un periódico argentino.
–No puedo, Mara
–Todo no se puede, Juan
–Pero entonces, ¿de qué voy a vivir?
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