Economía al servicio del ciudadano
'La gran búsqueda' se acerca a un grupo de economistas a través de sus biografías y de las opiniones de autores como Dickens, Kafka, Darwin, Cézanne o Freud
La elaboración de teorías es tan importante como la divulgación correcta de las mismas. Tanto los políticos ejecutores de medidas económicas como los ciudadanos afectados por las mismas precisan de un mejor conocimiento del funcionamiento de la vida económica. En esta ardua labor divulgadora se da la circunstancia de que han desempeñado un lugar principal las mujeres. Este fue el caso de las británicas Jane Marcet, Harriet Martineau o Millicent Garret Fawcett, cuyas publicaciones fueron más leídas en el siglo XIX que las obras de los autores de la Escuela Clásica que popularizaron. A la periodista y profesora de la Universidad de Columbia Sylvia Nasar la podemos incluir en esta tradición de mujeres divulgadoras de la ciencia económica por su más reciente libro y el anterior sobre el matemático y premio Nobel de Economía John Nash (Una mente prodigiosa), que se llevó a la gran pantalla en 2001.
La gran búsqueda se acerca a un selecto grupo de economistas a través de sus biografías al mismo tiempo que combina acontecimientos políticos y económicos con opiniones de autores ajenos a ambos campos. Este es el motivo por el que en su relato desfilan literatos, científicos, pintores y políticos, desde Dickens, Kafka y Woolf hasta Darwin, Cézanne y Freud, pasando por Churchill, Hoover, Roosevelt, Lenin, Mussolini, Hitler, Stalin, Beveridge y Mao.
La autora se circunscribe al largo siglo que abarca desde la década de los años cuarenta del siglo XIX hasta los años posteriores a la II Guerra Mundial, aunque termina con un capítulo dedicado al premio Nobel Amartya Sen. Por lo tanto, deja a un lado a escolásticos, mercantilistas e ilustrados como Adam Smith y a nuevas corrientes de pensamiento como el institucionalismo basado en Coase, North, Ostrom o Williamson. Traza con claridad por dónde ha ido el debate económico del periodo estudiado que ha marcado el rumbo de la teoría económica actual. Se centra en Malthus, Engels, Marx, Marshall, el matrimonio Webb, Fisher, Keynes, Schumpeter, Hayek, Samuelson, Joan Robinson, Friedman, y Sen, que ejercieron su actividad principalmente en Londres, Cambridge, Viena, Nueva York, Chicago y Boston, y que se plantearon nuevas preguntas con la finalidad de ofrecer ideas propulsoras de la libertad individual y la riqueza material. En el texto se establecen las relaciones personales e intelectuales que unió a muchos de estos economistas incidiendo en su labor como profesionales en el ámbito académico, pero sobre todo en el empresarial, político, de la administración o periodístico.
Deja a un lado a escolásticos, mercantilistas e ilustrados
A lo largo del libro se explica cómo la economía pasa de ser una ciencia “lúgubre” o “bastarda”, como la definieron algunos literatos y periodistas decimonónicos, a ser una ciencia que, como apuntó Marshall, intenta poner a la humanidad “a las riendas de su destino”. Por supuesto que la economía no ha logrado un completo éxito en la exploración de todos los problemas que preocupan a los ciudadanos como los ciclos económicos, es decir, por qué el crecimiento está trufado de etapas de crisis y auges. No obstante, como apunta la autora, si que se ha avanzado considerablemente en el conocimiento de qué funciona y qué no. Por poner algunos ejemplos, la inflación no eleva la producción a largo plazo, la mejora de la productividad es el principal factor que explica la subida de salarios y el nivel de vida, la educación y la sanidad contribuyen al crecimiento o una moneda estable es necesaria para una economía sana.
La economía intenta poner a la humanidad “a las riendas de su destino”
El libro presta una especial atención a dos temas. Por un lado, expone la preocupación de los economistas por el nivel de bienestar económico, que se elevó considerablemente durante el largo siglo estudiado, y que se está viendo amenazado por la grave crisis iniciada en 2007. Y por otro lado, se detiene en cómo se fue aceptando por parte de la mayoría de la profesión el creciente papel que el Estado debería desempeñar en el mundo económico. Para los lectores más preocupados por los problemas actuales son interesantes las páginas sobre la Gran Depresión de los años veinte que exponen las dos posiciones en la que se dividieron los economistas, al igual que ahora, entre aquellos que estaban a favor de políticas de austeridad y los que defendían medidas de estímulo de la demanda.
En definitiva, un libro documentado, que se lee cómodamente, que no precisa de conocimientos especializados por parte del lector y que es una lectura introductoria para aquellos que deseen adentrarse en las obras originales de los grandes economistas que han configurado la teoría económica actual. En tiempos en que se duda de la economía y de los economistas, Nasar mantiene cómo esta ciencia y sus cultivadores han contribuido a muchas de las mejoras de las que disfrutamos en el presente, aunque todavía no se hayan articulado medidas efectivas para disminuir las altas tasas de desempleo asociadas a la profunda recesión en la que estamos inmersos.
La gran búsqueda. Una historia de la economía. Sylvia Nasar. Traducción de Zoraida de Torres Burgos. Debate. Barcelona, 2012. 608 páginas. 29,90 euros (electrónico 17,99)
Babelia
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