Científicos del CSIC denuncian que su centro se cae a pedazos
Investigadores de Murcia se quejan del estado ruinoso de las instalaciones. El organismo anuncia una inversión de 23 millones de euros para arreglar la situación en ocho centros de toda España
Paredes desconchadas, cornisas que se caen a trozos, una lancha de goma pinchada y tirada en el suelo, muros con pintadas que alguien hizo hace ya mucho tiempo. Es el aspecto exterior del centro del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en San Pedro del Pinatar, en Murcia.
Este laboratorio de investigación marina fue construido en la década de los años 1970 para estudiar el Mediterráneo y el Mar Menor. Desde entonces, y a pesar del desgaste que supone estar ubicado frente al mar, apenas ha sido remozado ni pintado. El año pasado se cayó un trozo de cornisa sobre un coche aparcado. Otros pedazos se han estrellado directamente contra el suelo. El arreglo de los desperfectos que sufre este centro desde hace más de una década y donde trabajan unas 75 personas lleva parado desde hace meses.
Lo peor de todo, reconocen con hastío Marina Albentosa y Juan Manuel Ruiz, científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que lideran aquí dos grandes proyectos científicos para la recuperación del Mar Menor, es que cuando viene gente de fuera y ven el edificio —situado junto a una de playas más visitadas de la localidad— dicen: “Estáis aquí como queréis”.
El año pasado, un equipo de construcción que debía realizar unas obras en el último piso alertó del mal estado de las columnas que sostienen un antiguo depósito de agua de mar y que parecían completamente corroídas. Era necesario hacer un estudio de catas para comprobar si la estructura estaba en mal estado. Desde entonces no se ha podido avanzar, porque el centro está sin gerente, según fuentes de la dirección del mismo.
“Es inaceptable. Como funcionaria, como ciudadana y como trabajadora de un centro de investigación de este país, esta situación me parece denunciable”, clama Albentosa, que lleva trabajando como oceanógrafa desde los años 1990. Actualmente lidera el proyecto de cría en cautividad de la ostra del Mar Menor, con la que espera remediar la alta contaminación por nutrientes que padece la mayor laguna de agua salada de Europa.
En abril de 2021, el Gobierno de Pedro Sánchez decidió que el CSIC absorbiera al IEO y a otros dos organismos públicos de investigación, porque estaban al borde del colapso. En el instituto oceanográfico, principal organismo asesor del Gobierno para el estudio de la contaminación marina y el estado de las pesquerías, los barcos de investigación no podían salir de puerto y los científicos tenían que devolver cientos de miles de euros en proyectos de investigación por el colapso administrativo. Tres años después, la integración en el CSIC ha solucionado parte de los problemas, como la lentitud para contratar investigadores, pero no otros, como el estado de abandono en algunos de los nueve centros oceanográficos existentes.
Hace unas semanas, el Tribunal de Cuentas publicó un informe sobre la absorción del IEO y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria que fue rotundo. Decía que la integración en el CSIC —diseñada unilateralmente por el Ministerio de Ciencia, al frente del que entonces estaba el exastronauta Pedro Duque— se hizo sin un plan previo, sin contemplar otras opciones y sin haber fijado una estrategia de seguimiento. El organismo fiscalizador alertaba de un agujero de 12 millones de euros en las cuentas, una suma que se pensaba ahorrar con la integración y de la que no encuentra rastros. La integración no se ha culminado, sentencia el organismo.
Albentosa y Ruiz explican que en los últimos años el número de investigadores en su centro se ha duplicado. Cada vez ganan más dinero para investigación y proyectos, pero las carencias estructurales del centro no se pueden reparar con esos fondos.
En 2013, un despacho de arquitectos realizó un proyecto de remodelación del edificio de San Pedro del Pinatar. El informe, al que ha tenido acceso este diario, describía ventanas de madera podridas o apuntaladas, suelos de hormigón que se desmigajan, manchas, fisuras, oxidaciones. El proyecto contemplaba una profunda renovación que convertiría al edificio en un moderno centro de investigación con una vistosa cubierta exterior que lo haría más eficiente desde el punto de vista energético. El coste era de unos cinco millones y medio de euros a ejecutar en tres fases. Nunca se llevó a cabo y, 11 años después, los mismos problemas siguen ahí.
“Llevamos protestando mucho tiempo por el estado de la fachada externa, que además le da un aspecto al edificio horrible; incomoda a nuestros vecinos y a nosotros mismos”, confiesa Ruiz. El investigador lleva años estudiando el preocupante deterioro del Mar Menor y dirige el principal proyecto de monitorización del Ministerio Transición Ecológica y Reto Demográfico, dotado con unos cinco millones de euros.
El centro oceanográfico está situado en uno de los puntos más turísticos de San Pedro del Pinatar, justo al lado de un centro náutico y un restaurante con vistas espectaculares de la laguna. Hace unos días, tras visitar el centro de investigación, la alcaldesa de la localidad, Ángela Gaona (PP), promovió una moción para pedirle al Estado que arregle el inmueble. Fue aprobada por unanimidad por los concejales de PP, Vox, PSOE y la Agrupación Independiente de la localidad.
La situación en otros centros oceanográficos no es mejor. En Baleares, el principal problema es de sitio: los investigadores ya no caben en un centro antiguo que no se ha ampliado ni modernizado, lo que ha obligado a improvisar un laboratorio de cultivo de bacterias marinas en la recepción. Otro asunto acuciante, explica Rosa Balbín, investigadora del centro balear, es que no hay personal administrativo. La científica estuvo todo el año pasado haciendo esas funciones, y ahora se arrepiente. “Tardaba una semana en hacer lo que un buen gestor haría en mucho menos tiempo. Pensar que la ciencia solo la hacen los científicos es decimonónico. Es un trabajo de equipo en el que participan con igual importancia los técnicos y los gestores. Yo me equivoqué, porque hizo que el problema no se viera. En este centro estamos abocados al cierre por colapso y lo único que conseguí es prolongar la agonía un año más”, asegura esta física reconvertida en oceanógrafa que estudia las masas de agua profunda de alta salinidad en el Mediterráneo y su impacto en las pesquerías y el clima global.
Juan Bellas, responsable de contaminación marina del IEO e investigador del centro de Vigo, cree que la actual situación no se puede achacar a la integración. El instituto oceanográfico se fundó en 1914 y sus problemas vienen de años o décadas atrás, recuerda. “En Vigo”, explica Bellas, “había una planta de cultivo que ahora mismo está cerrada y hay que demolerla por falta de mantenimiento y dejadez”. El desmantelamiento está previsto para 2025 y después habrá que reconstruir el edificio, con el impacto “lógico” que eso tiene en la investigación, añade.
La politóloga Eloísa del Pino llegó a la presidencia del CSIC un año después de la anexión del IEO, y se encontró todo por hacer. La segunda mujer en presidir este organismo desde su creación en 1939 se apresura a explicar que la situación es hoy mucho mejor. Reconoce los problemas estructurales que sufren los centros oceanográficos, pero lanza un mensaje de tranquilidad. El CSIC va a dedicar 37 millones de euros a arreglar los edificios de los organismos que asumió en 2021, asegura. De estos, 23 millones de euros serán para el IEO. La mayor parte irán para Vigo y Baleares. El centro de San Pedro del Pinatar se llevará “por lo menos dos millones de euros”, asegura. “La mayoría de los centros de costa tienen una situación muy difícil y han tenido un mantenimiento nulo en los últimos 10 años o más. Estamos proyectando mejoras en todos menos uno”, asegura.
Del Pino también anuncia que el CSIC ha incorporado a 200 nuevos gestores y prevé aumentar en otros 200. El reto de la unificación es integrar a unas 2.000 personas en una institución donde ya había otras 13.000 con actividades “en parte similares, pero también muy diferentes”, resalta. La tarea llevará “años”, advierte.
Albentosa reconoce un error que aún le persigue. En junio de 2022 la ministra de Ciencia, Diana Morant, viajó hasta San Pedro del Pinatar para conocer los proyectos científicos del IEO. En lugar de recibirla con quejas por la situación del edificio, Albentosa se encargó de comprar una lona de plástico y una moqueta azul para adecentar el entorno y tapar el hormigón descompuesto del suelo. “Llevaba años buscando financiación para el proyecto de la ostra y por primera vez lo teníamos, y habíamos logrado criarla en cautividad. En ese momento solo quise hablar de ciencia. Me daba vergüenza que viera el centro así. Cuando vino, con el sitio lleno de periodistas y cámaras, obviamente solo vio lo que quisimos enseñarle”, recuerda Albentosa.
La investigadora está ahora aún más enfadada tras el anuncio que hizo Morant el pasado octubre de que se va a construir un nuevo centro oceanográfico por 16 millones de euros en Gandia, la localidad natal de la ministra y de la que fue alcaldesa. “Ella anuncia un nuevo centro en su pueblo y mientras nosotros seguimos sufriendo un abandono de décadas”, lamenta. La ministra Morant declinó hacer comentarios sobre el nuevo centro, a través de un portavoz.
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