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Avelino Corma, inventor europeo del año: “Controlar la fusión nuclear sería la gran jugada de futuro, pero siempre faltan treinta años”

El químico español recibe hoy el premio de la Oficina Europea de Patentes tras sus más de 200 inventos

Avelino Corma
El científico Avelino Corma, junto a algunas representaciones de zeolitas sintetizadas, en el Instituto de Tecnología Química (ITQ) de Valencia.Ana Escobar

A sus 72 años, el químico Avelino Corma (Moncofa, Castellón) ha sido nombrado inventor del año por la Oficina Europea de Patentes por su trayectoria profesional, que incluye ya un Príncipe de Asturias, concedido en 2014. Sus inventos, las más de doscientas patentes que él y su Instituto de Tecnología Química acumulan, son en realidad descubrimientos aplicados a la vida real. Porque él siempre pensó que la ciencia de excelencia podía tener una utilidad práctica y este martes, esa vía de los “guerrilleros de la ciencia”, como se han bautizado, recibirá un nuevo espaldarazo con la entrega del premio en Valencia.

Pregunta. ¿Es usted un inventor?

Respuesta. Bueno, yo soy un investigador que trata de comprender cómo suceden las reacciones químicas y cómo se pueden modificar. Algunas veces en estos estudios vemos que los resultados podrían tener una aplicación y los patentamos. Después los publicamos como cualquier descubrimiento científico, pero antes la hemos patentado. Ahora ya no se dice mucho eso de inventor, pero es verdad que son patentes de invención así que, en ese sentido, puedes decir que has hecho una invención.

P. ¿Para eso uno nace o se hace?

R. En general todos los buenos investigadores tienen una curiosidad muy grande. Todos se hacen preguntas. Después hay un componente más, que unos tienen y otros no, y es que a la vista de los resultados, tú des el paso y digas ‘pues sí, yo ahora cambiaría esto y entonces podría servir para solucionar este problema’. Aunque hay disciplinas en las que es más difícil, claro.

P. ¿Era curioso de niño?

R. Mucho, una barbaridad. Era muy preguntón y lo sigo siendo ahora, ¿eh? Me acuerdo de ir con mi padre al campo con ocho o nueve años y todo lo que mandaba, yo lo tenía que entender muy bien y luego me fijaba en las cosas y le hacía preguntas de todo. Luego ya en bachiller me ponía mis propios problemas, hacía mis hipótesis y mis experimentaciones.

P. ¿Por qué es importante controlar las reacciones químicas y cuál es el papel de los catalizadores?

R. Son una manera de dirigir la reacción hacia donde quieres. Aumentan la velocidad de la reacción y cuando hay varias opciones, permiten dirigirla hacia una u otra. Lo que se busca son catalizadores selectivos, porque si quieres que una reacción dé como resultado un producto A pero también da el B y el C, seguramente estos serán subproductos que no quieres para nada y que incluso pueden ser contaminantes y darán problemas.

P. ¿Cómo fue la historia de su primer catalizador? De ese del que aún se habla…

R. El de CEPSA. Yo estaba trabajando en zeolitas, un tipo de catalizador, estudiando el craqueo de las fracciones pesadas del petróleo, se trataba de romper cadenas de hidrocarburos con esos catalizadores. Vino entonces CEPSA, que fue fantástico ya solo que se acercara, y nos planteó un problema: existía una corriente en la refinería en la que querían aumentar el octanaje pero al hacerlo una cantidad importante de hidrocarburos se rompían en hidrocarburos más pequeños.

P. ¿Cual fue la solución?

R. Vimos la posibilidad de transformar los hidrocarburos de esa fracción sin romperlos, simplemente reorganizando los carbonos de estos compuestos dando lugar a productos de mucho mayor octanaje, algo que llamamos isomerización. Nos pusimos a trabajar con zeolitas, viendo cuál era la mejor y cómo se tenían que preparar y modificar. Los resultados eran buenos y CEPSA comprobó nuestros resultados y decidió usarlo en una planta más grande. Funcionó muy bien y se decidió ir a un proceso comercial, una planta química de gran tamaño, como correspondía a un proceso químico de gran envergadura. Fue muy bien, fue muy competitivo y CEPSA se lo ha licenciado a varias compañías internacionales y sigue aplicándose aún en unas veinte plantas.

Avelino Corma
Avelino Corma, en un momento de la entrevista.Ana Escobar

P. ¿Qué supone la investigación pública en este contexto de economía capitalista?

R. Es fundamental por muchas razones, pero sobre todo por dos. Permite investigar en temas que puede que hoy no tengan aplicación o no se la veamos, pero igual pasado mañana necesitaremos del conocimiento generado, como ha pasado con la tecnología de la vacuna [de la covid19]. En cualquier caso, se avanza en conocimiento, que clave para el desarrollo humano. Pero además el Estado debe tener su propia política científica, debe tomar decisiones sobre en qué áreas quiere poner más recursos. Ahora, por ejemplo, en descarbonización y una parte de la investigación pública debe ir en esta dirección.

P. Hablando de situaciones que se avanzan a su tiempo, fueron unos adelantados con la biomasa

R. Hace casi treinta años ya trabajamos con biomasa para obtener productos químicos. Lo publicamos y nadie se interesó por esos trabajos. Más adelante trabajamos intentando sustituir parte de los combustibles fósiles por derivados de la biomasa y llegamos hasta una planta de demostración en Texas (EE.UU), pero entonces la legislación era mucho menos restrictiva y resultaba más caro que la obtención a partir de fuentes no renovables. Ahora, las compañías se enfrentan a una legislación mucho más estricta y se han visto obligadas a desarrollar toda esta tecnología muy rápidamente.

P. ¿Qué supone para usted este Instituto de Tecnología Química de la Universitat Politècnica de València y del CSIC que crearon en 1990?

R. La idea fundacional fue que teníamos que hacer investigación de excelencia, pero además queríamos ser capaces de tratar de extrapolarlo al sistema productivo. Así empezamos y así seguimos. Ese es mi legado. Cuando hablo de “guerrilleros de la ciencia” es porque mi grupo y yo siempre hemos seguido esa línea, no hemos pertenecido nunca a ningún grupo de presión. Por ejemplo, al principio, había gente que trabajaba en ciencia fundamental que nos veía como aplicados, como no puros, pero nosotros continuamos con nuestro programa dual.

P. Vivimos un acelerado proceso de descarbonización, ¿eso pasa por reducir las emisiones o por capturarlas?

R. Por todo. El objetivo es llegar a cero emisiones netas de CO₂, el balance se tiene que mantener al menos como está, y si puede ser, que baje. A eso llegaremos como podamos. No queremos hidrocarburos fósiles, no queremos compuestos de carbono que provengan de fósiles, pero tenemos cantidad de moléculas que forman parte de nuestra vida diaria y que están formadas por carbono e hidrógeno. ¿De dónde sacamos el carbono? Ahora del petróleo, del gas y del carbón. ¿Dónde podemos obtener carbono no fósil? De las plantas, que han capturado el CO₂ de la atmósfera y lo han transformado en biomasa. Otra posibilidad es emplear el CO₂ que salga de las chimeneas, que ahora lo capturaremos y lo transformaremos, usando hidrógeno verde, en moléculas que contengan carbono e hidrógeno. Pero, ya hay que pensar en cómo hacerlo sin quemar recursos fósiles cuando sean todo renovable. En ese caso, utilizaremos la biomasa, que habrá capturado CO₂ transformándolo, y si no tenemos suficiente, que no lo tendremos, deberemos capturar el CO₂ de la atmósfera. Para ello, necesitaremos desarrollar tecnología que pueda adsorberlo de la mezcla de gases en la que se encuentra en muy baja concentración, absorberlo, concentrarlo y transformarlo en productos.

P. ¿Cómo sería el desarrollo energético ideal en las próximas décadas?

R. Lo primero y obligatorio es que tenemos que generar suficiente energía renovable. En estos momentos todavía no es suficiente, pero vamos a ser más deficitarios, cuando los coches ya no funcionen con gasolina o diésel y las fábricas con gas natural. Lo segundo, y en paralelo, necesitamos encontrar soluciones que permitan acumular toda la energía eólica y la solar que en momentos puntuales se produce en exceso y que pueda aprovecharse en los momentos en que no exista un déficit en el suministro de energía solar. Necesitamos tecnología para almacenar toda esta energía. A mediodía puedes tener un pico grande de producción de energía solar, que no vas a utilizar y que se puede almacenar.

P. ¿Cuál es su propuesta para ayudar a lograrlo?

R. Nosotros pensamos que una manera es convertir esta energía en productos químicos. A partir del CO₂ y el hidrógeno puedes hacer metanol, que es un líquido que puedes transportar y utilizar para producir energía térmica cuando la necesites. O puedes hacer metano y se puede inyectar a las conducciones de gas existentes. Podemos también producir hidrógeno, que o bien lo utilizamos cerca del lugar de producción o tendremos que almacenar y transportar a altas presiones.

P. En diciembre, el Laboratorio Lawrence Livermore de Estados Unidos anunció que había producido más energía de la que había gastado en la fusión nuclear… ¿es ese un camino cierto o aún por explorar?

R. Esa sería la gran jugada de futuro, la solución definitiva. Si pudiéramos controlarla ya tendríamos energía cuando quisiéramos y continua. Pero aún no estamos ahí. Cada vez que preguntamos a los especialistas nos dicen que aún faltan treinta años. Ahora, yo firmaría para que fuera dentro de los próximos treinta años. Hoy en día todo va mucho más rápido y las probabilidades aumentan de que esto sea un realidad.

P. Faltan doce años para que entre en vigor la prohibición de la UE de vender vehículos nuevos de combustión como los que conocemos ahora, ¿hay alternativa?

R. Supongamos que se tenga que cumplir y que no haya moratorias. La manera que tenemos de cumplir con este modelo de uso del coche, como parece que va a ser, sería disponer de suficientes baterías por una parte; de hidrógeno, por otra; y de metanol y también de gasolina, diésel y keroseno, estos últimos generados únicamente a partir de CO₂ e hidrógeno verdes, obtenidos a partir de la biomasa. Porque así, aunque se utilicen en motores de combustión, no generaran CO₂ adicional. El CO₂ emitido será igual al consumido en su producción: habrá un balance cero de CO₂. Yo creo que todas las soluciones irán juntas, porque el problema es tan grande que es difícil pensar que una única solución dé respuesta a un problema de esta envergadura.

P. La inteligencia artificial ha irrumpido en los últimos meses en todos los ámbitos, ¿cómo se lleva con ella?

R. Está siendo ya de mucha ayuda en nuestras investigaciones. Si se utiliza correctamente representa un gran avance. Pero, como en otros campos, nuestra sociedad deberá protegerse con leyes de los posibles usos de esta tecnología.

P. ¿Qué le supone este premio de la Oficina de Patentes?

R. Son 200 patentes europeas, pero tenemos también patentes en América o Japón que hemos extendido. Son familias de patentes, no son todas diferentes. Para nosotros, lo más importante es que se nos ha reconocido nuestro principio fundamental: hacemos ciencia fundamental y de excelencia, eso se nos ha reconocido en muchos sitios, pero al mismo tiempo mucha de esta ciencia se puede trasladar a solucionar problemas de la sociedad. Hemos cubierto el objetivo.

P. ¿Tiene ganas de jubilarse?

R. No y sí. Ahora me canso mucho más que antes, la actividad que llevaba antes no os la imaginaríais. Ahora no llego a todo. Hay veces que cuando estoy muy cansado pienso “va, vete a casa”. Pero al mismo tiempo, mantengo la curiosidad; y esta mañana, a la seis de la mañana, estaba dándole vueltas a un problema y a las siete enviando mensajes a mi equipo.

P. ¿Cómo lleva la fama? Estaría ya acostumbrado, a raiz de Príncipe de Asturias de 2014 ,¿no?

R. Lo llevo bien, lo importante sigue siendo la investigación y el trabajo. Soy un profesional. Fue parecido entonces. El premio fue una sorpresa muy agradable.

P. Ahora se habla de Nobel…

R. No, de eso no se habla.

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