Una protesta virtual de científicos exige que se solucione la precariedad de la ciencia española
Sociedades científicas españolas denuncian una vez más la burocracia asfixiante y la escasa inversión, muy lejos del 2% europeo o del 3% de Alemania
La mecha de la última protesta contra la precariedad de la ciencia en España la ha prendido una chica de 21 años, Maria Cholvi. El presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer, Xosé R. Bustelo, lanzó una crítica a la comunidad científica el pasado 14 de junio: “Nos quejamos mucho en Twitter y cuando nos tomamos cervezas en congresos, pero ¿quién protestó por los presupuestos inexistentes? ¿Quién pidió el aumento de estos? [...] Cabreos sí, moverse poco”. Cholvi, estudiante de Farmacia en la Universidad de Valencia, tuiteó poco después: “¡Esto tiene que cambiar! Hagamos que se nos escuche. Miércoles 17 a las 12:00, todos: #SinCienciaNoHayFuturo”.
El mensaje de la estudiante inició una protesta virtual a la que se incorporaron desde jóvenes investigadores precarios hasta la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), que agrupa a 82 asociaciones. También se sumaron el CSIC —el mayor organismo público de ciencia en España— y la alianza SOMMa, compuesta por medio centenar de centros de excelencia. En un movimiento paradójico, a la protesta se unió incluso el ministro de Ciencia, Pedro Duque. “Si queremos estar preparados para la España del mañana y aspirar a mejor formación, más empleo cualificado, mayor competitividad y un Estado de bienestar sostenible, debemos apostar por la educación, la ciencia y la innovación. Es el único camino. #SinCienciaNoHayFuturo”, tuiteó el ministro.
Algunas de las organizaciones que participaron en la protesta hace una semana, como la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI/Precarios) y la propia Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer, han convocado otra manifestación virtual este miércoles en las redes sociales. Una de las principales reivindicaciones es que España aumente el exiguo porcentaje del Producto Interior Bruto que dedica a la ciencia, actualmente un 1,24%, frente al 1,40% del año 2010, previo a la crisis económica. El promedio europeo es del 2% y Alemania alcanza el 3%. “Esto es un llamamiento a todos los políticos”, afirma Maria Cholvi. El Gobierno de Pedro Sánchez, sin apoyos suficientes, todavía no ha conseguido aprobar unos presupuestos generales propios, así que siguen en vigor los del anterior Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Ana Cuenda, líder del Grupo de Inmunología y Oncología del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), en Madrid, ha sido una de las científicas de primer fila que se ha sumado a las protestas. Su equipo investiga los entresijos moleculares del cáncer y las enfermedades inflamatorias. “Somos 10 personas y solo yo tengo plaza permanente. Los demás tienen un contrato temporal”, denunció en su cuenta de Twitter.
El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó en febrero de 2019 un paquete de medidas urgentes con el objetivo de eliminar la burocratización que paralizaba los laboratorios desde 2014, cuando el Ejecutivo de Rajoy colocó a un interventor de Hacienda en cada organismo público de investigación para fiscalizar hasta el más mínimo gasto. El paquete del Ministerio de Ciencia incluía medidas para agilizar la contratación y estabilizar al personal, porque durante años los científicos han empalmado contratos temporales fraudulentos para desempeñar funciones permanentes. Cuenda critica que aquel real decreto ley no solucionó los problemas. “Yo no estoy pidiendo que los 10 seamos funcionarios, pido que haya una continuidad. Ahora tengo que estar renovando constantemente mi grupo”, lamenta.
La falta de perspectivas ha hecho que muchos científicos jóvenes hagan las maletas, como ha advertido la bióloga española Marta Shahbazi, de 35 años, que dirige desde hace cuatro meses su propio grupo en la Universidad de Cambridge, en Reino Unido. “España me formó: seis años en un instituto público, cinco años de Biología, un máster en la Universidad Autónoma de Madrid y cinco años de doctorado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Gracias a las becas jamás pagué nada. Ahora que llegó el momento de devolver a la sociedad la inversión lo hago en el extranjero”, tuiteó en la protesta virtual del pasado miércoles. Shahbazi cultiva embriones humanos fuera del útero, hasta los 13 días tras la fecundación, para intentar entender los problemas de reproducción humana y avanzar hacia la medicina regenerativa.
“Necesitamos más financiación y una carrera de investigación estable y definida”, reclama la vicepresidenta de la Federación de Jóvenes Investigadores
“No reivindicamos nada nuevo. El estado de alarma ha sido una olla a presión y de repente hemos visto que los que el año pasado nos quitaban la financiación ahora nos piden una solución a la pandemia”, afirma Violeta Durán, investigadora predoctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidenta de FJI/Precarios. “Necesitamos más financiación y una carrera de investigación estable y definida”, reclama la científica, que estudia el papel del sistema inmune en el ictus.
Durán recuerda que la Estrategia Española de Ciencia y Tecnología 2013-2020, aprobada durante el primer Gobierno de Rajoy, ya fijaba como objetivo llegar al 2% del PIB este mismo año. “Nos están tomando el pelo”, opina la vicepresidenta de FJI/Precarios, que sí aplaude como “un primer paso” la aprobación en marzo de 2019 de un Estatuto que establece un salario mínimo de 16.422 euros brutos anuales para el personal investigador predoctoral en formación. “El problema es que ahora un investigador predoctoral de cuarto año gana más que un investigador postdoctoral”, afirma Durán.
Fuentes de la COSCE explican que se suman a la protesta virtual porque muchas de sus reivindicaciones históricas siguen en pie. La confederación de sociedades científicas exige que la Agencia Estatal de Investigación, el principal organismo financiador de la ciencia en España, tenga un presupuesto plurianual, con fondos estables y predecibles. La situación actual es dramática. Miles de grupos españoles de investigación dependen de la financiación de los planes nacionales, que supuestamente se otorgan anualmente y aportan dinero para tres años. Sin embargo, la falta de entendimiento entre ministerios, los problemas presupuestarios y una kafkiana burocracia hacen que estas magras ayudas se retrasen a veces más de medio año, dejando a muchos laboratorios sin dinero y obligados a despedir a trabajadores. El Ministerio de Pedro Duque se ha comprometido a arreglar este problema a partir del año que viene.
“Los científicos queremos dejar de predicar en el desierto y de sufrir políticas cortoplacistas de I+D+I”, afirma la bióloga Marisol Soengas
“El Gobierno es plenamente consciente de los problemas que enfrenta la ciencia y la innovación, áreas que han arrastrado durante años disminuciones presupuestarias y dificultades administrativas”, señala un portavoz del Ministerio de Ciencia, que defiende el paquete de medidas urgentes para eliminar la llamada “intervención previa” por Hacienda. “También se han aumentado los recursos para la I+D pese a no contar con nuevos presupuestos desde 2018, además de los fondos destinados a investigaciones frente a la covid”, añade el portavoz.
El sector público estatal español invirtió en I+D+I un total de 3.360 millones de euros en 2019, el 51% del presupuesto disponible, según los datos de la Intervención General del Estado analizados por la fundación Cotec. El presupuesto no ejecutado se concentró en el gasto financiero, en los créditos. “En 2019 se ejecutaron 125 millones de euros más que en 2018 de los capítulos no financieros, por lo que, pese a tener el mismo presupuesto, se invirtió más en I+D+I”, argumenta el portavoz de Duque. “En estos momentos, el Ministerio de Ciencia e Innovación está trabajando en varios ámbitos para mejorar las condiciones y aumentar los recursos para la investigación”, añade.
La Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer también exige medidas concretas a corto plazo, como la simplificación de los trámites burocráticos, el “incremento sustancial” de la financiación y la ejecución del 100% de las partidas presupuestarias destinadas a la ciencia. Marisol Soengas, miembro de la asociación y jefa del Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid, pide además un Pacto de Estado por la Ciencia, otra de las reivindicaciones históricas de la COSCE para desvincular la investigación de los vaivenes políticos. “Los científicos queremos dejar de predicar en el desierto y de sufrir políticas cortoplacistas de I+D+I”, sostiene Soengas, una de las investigadoras más activas en la protesta virtual.
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