El fin del Plan Casado
Los populares van a vender Génova escapando de sus demonios, aparentemente sin saber que vayan donde vayan les estarán esperando esos demonios
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.
Los populares van a vender Génova escapando de sus demonios, aparentemente sin saber que vayan donde vayan les estarán esperando esos demonios
El vicepresidente del Gobierno ha cuestionado la normalidad democrática española y se lamenta de su falta de poder
No se adivina ninguna esperanza, sin ánimo de incurrir en el infierno dantesco, más allá del 14-F
La maquinaria de producción de titulares envenenados, como balas de plata, es incesante
Hay demasiados paralelismos entre el nacionalpopulismo ‘procesista’ y el nacionalpopulismo ‘trumpista’
La percepción de que es difuso se incrementa con un Gobierno deslavazado en sus propias contradicciones. También la oposición contribuye lo suyo
Trump va al basurero de la historia con su infame traca final; pero hay que mirar más allá. O se entiende eso, o difícilmente se entenderá nada
Políticamente el asunto tiene interés, aunque el coste puede ser demasiado alto, enredando con la Corona o la separación de poderes
Juan Carlos I quizá pueda regularizar su deuda, pero difícilmente podrá regularizar su reputación
La presidenta de Madrid ha sabido hacerse con un papel determinante en la oposición al Gobierno, y viceversa
En España hay territorios con una capacidad de influencia no ya asimétrica sino patológica. Y va a más
Pablo Iglesias está maniobrando desde dentro del gabinete con deslealtad para tener a la vez las ventajas de ser Gobierno y oposición, de ser sistema y antisistema, poder y contrapoder
Pablo Iglesias, más que invertir en agenda social, invierte todo en la división del país
Carmen Calvo considera que los Presupuestos de su Gobierno deben ser apoyados por el bien de la ciudadanía, pero no los Presupuestos de otros, por el bien de la ciudadanía, debido a sus socios
Un Gobierno de coalición exige cesiones, obvio, pero no hasta el punto de ceder el raciocinio
España va a continuar en un bibloquismo, pero el eje va a experimentar un movimiento tectónico de placas
Lo sucedido con el Poder Judicial va más allá de esa lógica de la industria del espectáculo, y debilita las estructuras del sistema
Siete meses después, a sabiendas de que habría segunda ola, no se ha desarrollado un instrumento jurídico adecuado para gestionar la crisis sanitaria protegiendo, como prioridad, la salud pública
Seguramente Guy Debord nunca llegó a intuir hasta qué punto la política sería una extensión más de la sociedad del espectáculo
La aparición del término no tuvo ningún carácter humorístico, sino todo lo contario: la constatación de que coronavirus y nacionalismo constituyen un cóctel peligroso, y en España en muy mal momento
A Casado, sin embargo, le ha surgido un problema con la turbia Operación Kitchen, y es que los focos se le van a dirigir al aspirante
La política tiende a la inmediatez desconectada del tiempo. Pero el pasado siempre regresa
Hay mucho margen para hacer oposición a cara de perro, para polemizar dentro y fuera del Congreso, pero ningunear los Presupuestos con ese espectáculo de narcisismos ideológicos es tierra quemada
Ahora urgen presupuestos y rastreadores, no guillotinas
Si aquella expresión se convirtió en un hallazgo fue precisamente por el acierto para definir, de un brochazo, la realidad: una unidad monstruosa con partes pespunteadas de distinto origen; y destinada, claro, a acabar mal
Se impone el flujo de vetos cruzados, las líneas rojas, los cordones sanitarios, la provocación hostil para alejar cualquier voluntad de entendimiento
No se puede ser Abascal por la mañana y Arrimadas por la tarde y Ayuso al caer la noche y Feijoo al empezar el nuevo día
El vicepresidente segundo tiene la lección populista bien aprendida: intercambiar golpes, generar ruido
La gasolina del ‘procés’ fue la Gran Recesión; la profunda crisis de 2020 da alas a un ‘procés’ II
Como advertía Jeffrey Green, tendemos a una democracia no para ciudadanos sino espectadores
Sánchez se ha hecho definitivamente con la iniciativa. Eso, en un juego de tacticismos cortoplacistas es algo más que una pequeña ventaja
La presión de Podemos desde las instituciones y de Vox desde las barricadas de los descapotables parecen haber encendido algunas alarmas
Se desdibuja el valor de la moderación, casi hasta quedar desprestigiado
Una semana más, la política española desploma sus estándares. Es lo que hay. Las apelaciones emocionales al miedo o a la furia marcan el pulso con creciente matonismo retórico
El mensaje de la institución de que el PSOE cuenta con un liderazgo sólido y la comprensión de la ciudadanía, y una valoración económica optimista, resulta ridículamente inverosímil
Que Vox marque el tono de la política española es malo para el país, pero bueno para Moncloa
Arrimadas ha hecho esta semana lo que debería haber hecho el PP: apoyar el estado de alarma, fijar condiciones y reclamar un calendario para Plan B
El Gobierno se ha dado de bruces contra la realidad. Y ahí está la rebelión de las autonomías ante la desescalada
Todo está amenazado, y sin embargo aquí no decae la confrontación ramplona. ¿Pero qué nos pasa?
En el pasado Pedro Sánchez no ha sabido tender la mano ni a los compañeros de partido con los que compitió en primarias. Será ahora o nunca