
Lo cortés en el ocaso
Alexandria Ocasio-Cortez confirma el infinito potencial de quien lee y por ende, piensa a contrapelo de líderes ágrafos quienes en realidad no saben ni usar una computadora

Autor de libros de cuentos y de las novelas 'La Emperatriz de Lavapiés', 'Réquiem para un Ángel', 'Un bosque flotante', 'Cochabamba' y 'Alicia nunca miente'. Ha publicado artículos sobre la historia de México y ha sido colaborador de las revistas 'Vuelta' de Octavio Paz y 'Cambio' de Gabriel García Márquez. Es columnista de EL PAÍS desde 2013.

Alexandria Ocasio-Cortez confirma el infinito potencial de quien lee y por ende, piensa a contrapelo de líderes ágrafos quienes en realidad no saben ni usar una computadora

El Ángel galante engancha como grageas la generación gutural –de agraviados entre grietas— galvanizados por el generalizado gravamen… del confinamiento

Temo la llegada de guardianes de las filas con bastones electrificados y me aterra el regaño la próxima vez que no repare en la calcomanía que indica el círculo exacto donde he de pararme en la fila de los postres

Dos inmensas catedrales del fútbol en Madrid han salido del confinamiento por la covid-19 en ruinas

Concepción Camarena Covarrubias confirma la curva de los contagios, la contingencia del confinamiento, el cambiante contraste entre confianza y coraje, las calles de Coyoacán casi convertidas en crucigrama de cuento

La nueva normalidad es la realidad con aumento como de lupa derivada que, en lo positivo, debería subrayar una renovada vitalidad, una carga recargada con nuevos bríos de ilusión y empeño

Fue el certamen del cabezazo en reversa de Uwe Seller en el estadio León y la gracia de los campeones ingleses cediendo el cetro en Guadalajara

Washington D. C. es una utopía blanca habitada por millones de vidas negras

En la desquiciada psicodelia de estos días, el mundo entero parece repoblarse de sombras habiendo quedado en el sano vacío

Que los cuentínimos sirvan de salvoconducto e incluso pretexto de rebate o incitación de conversaciones calladas, pero sobre todo que consten como abrazo trasatlántico

Quizá ya no sea ni políticamente correcto ni generalmente higiénico acariciar la mejilla de un niño o tomar del brazo al colega que acaba de externar una brillante idea

La verdad del encierro revela el hartazgo y la dolorosa definición de la palabra distanciamiento

Quizá pase más de una generación para que se tolere el tosido sin tapabocas o sin brazo doblado sobre la cara

Quiero celebrar ese raro filamento de tranquilidad y sosiego que nos permite desacelerar tanta mala adrenalina que nos inunda por todas partes

El amanecer de la pandemia ha de traer la aceptación de que nuestra verdadera presencia está en pantalla, se proyecta por la palabra que enviamos al aire para plasmarse en el teléfono o la computadora

Aplaudo desde el encierro y evito salir las más veces posibles porque me gusta más abrazar a las enfermeras de lejos

Una peligrosa secta creciente aprovecha para etiquetar a los contagiados – apestados—a quisieran señalar con una estrella amarilla en las mangas

Imagino un contingente de ancianos dignos, hombres y mujeres, todos Justos que se van sin despedida, desfilando hacia un callado Arco del Triunfo

Guardemos un luto por los ancianos que no se enteraron que el leve contacto con el que se despidieron de una sobrina llevaba invisible una diminuta posibilidad del contagio

Callarse es alejarse de la estulticia de los políticos que aprovechan el remolino para abonar la confusión, justificar sus muros y desvelar como nunca antes su profundo racismo

En lo que pasa la peste resulta cada vez más generalizado el antojo de miles por leer todos los libros que han postergado a lo largo de los años

Cinco millones de madrileños –nacidos o adoptivos, putativos o viajeros— nos hemos tenido que encerrar en nuestra respectiva buhardilla hasta que pase la peste

Sin la mujer hay vacío y algo más cercano a la nada

Vivimos desde hace lustros en el mundo del estornudo sin pañuelo, de la receta inventada y de la desidia común ante la higiene básica

En el número 19 de la calle de La Loma, al sur de la Ciudad de México, flota como neblina la ronda del más fino periodismo que destiló Gabo y las semillas adorables de sus cuentos

Quiero suponer que Él no es todos los Ellos y que Ella no es la suma de las víctimas que se van sumando, gota a gota, día por día

José Gordon es un gato que hay que abrazar —o leer— por la luminosidad de sus ideas, la brevedad que concede a la grandeza y ese latido en medio del silencio que aporta ilusión en las noches más oscuras

Benito Pérez Galdós explayó su imaginación sobre un entramado que retrataba fielmente las costumbres y las conciencias de su tiempo

Ni el pueblo brasileño ni la comunidad judía merecen el imperdonable golpe de infinita estupidez que acaba de babear el responsable de Cultura de Bolsonaro

La edición electrónica de este diario garantiza que sus párrafos evadan ya para siempre volverse amarillentos y expande la duración de la lectura más allá de la caja tipográfica

Ese marsupial que he visto ahora mancillado por las llamas, con su pelusa parchada y enrojecida que le produce un inmenso dolor inaudible, podría ser mi mascota-amigo

Todo primero de enero no es más que la página limpia de una nueva oportunidad para toda vida, tal como lo debería ser cada amanecer

Así como los sabios y reyes que llegaron al pesebre milagroso para adorar al hijo de un carpintero con regalos dignos de un monarca y mártir, todo aquel que regala ha de ser considerado sabio, mago y rey

Bienvenido Mateo García Elizondo al honesto juego de navegar páginas en blanco que han de poblarse con tus palabras, así como lo hacen todos los días los fantasmas de los abuelos

Al menos 230 personas han perdido o menguado su vista por obra y gracia de una terrorífica lluvia de granizo nada fortuito en las protestas de Chile

Por primera vez en los once años que lleva volando, uno de los más lúciudos y prestigiosos festivales literarios elige a México como país invitado para honra de miles de lectores

Tanto ruido y palabrerío, cuando lo urgente es el firme compromiso de todos, algunos o pocos por abrazar aunque sea de lejos a los niños sobrevivientes de la masacre a la familia LeBarón

Muere a los 85 años el escritor y crítico literario José de la Colina

Nada logra mitigar esa rara combinación de desolación y contento con la que cada año intento resucitar la presencia palpable de tantos queridos muertos para darles el abrazo que me quedaron a deber

La calaca abandonaba por fin el Valle para ir a dormir supuestamente en la paz de un sepulcro familiar sin mármoles tallados por esclavos en su antiguo coto de caza