Las vías del tren, un paraíso natural para los conejos
La especie, que prolifera en las plataformas ferroviarias y carreteras, obliga a Adif a proteger sus instalaciones
El conejo (Oryctolagus cuniculus) conocido popularmente como “el de campo”, especie endémica y clave de los ecosistemas mediterráneos de la península Ibérica, ha encontrado en los bordes de las plataformas ferroviarias, de las autovías y carreteras el refugio ideal. Allí se multiplica a salvo de los cazadores —no pueden entrar a no ser que estén autorizados— y de sus depredadores naturales —a los que el vallado les corta el paso o que prefieren entornos sin trenes ni coches—. De lo que no escapan es de las enfermedades que les asolan desde hace décadas. La facilidad para construir sus habitáculos subterráneos en una tierra reblandecida por las construcciones y la proximidad de explotaciones agrícolas llenas de alimento, completan un entorno ideal para su establecimiento. “El refugio perfecto con la comida perfecta”, describe Ramón Pérez de Ayala, responsable del programa de especies de WWF España.
ADIF, Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, conoce bien el problema, que, reconoce, puede llegar a afectar la estabilidad de las infraestructuras. Intenta atajarlo con la instalación de vallados adicionales y autorizaciones puntuales de caza y captura con hurones, redes y trampas. Entre 2014 y 2018, ADIF reforzó con vallas 343 kilómetros de vía y capturó a más de 40.000 animales. Este año, la compañía prevé colocar otros 468 kilómetros de líneas de alta velocidad. La actuación costará 2,8 millones de euros. También han recibido 15 reclamaciones de responsabilidad patrimonial de agricultores, por las que han pagado 40.940 euros.
El mamífero provoca los mayores daños en los valles del Ebro y del Guadalquivir, La Mancha y algunas zonas de Levante y Castilla-León, señala un estudio publicado en la revista científica Pest Management Science de 2018. El equipo de investigadores de las universidades de Sevilla, Córdoba, Granada y Manchester y del CSIC, analizó cientos de noticias digitales en las que se registraban estas quejas.
Una población diezmada
Enfermedades. Dos graves enfermedades han diezmado sus poblaciones desde hace décadas: La mixomatosis, que irrumpió en la península en los años cincuenta y la Enfermedad Hemorrágica Vírica (EHV), surgida a finales de los ochenta, indica WWF. Esta última mutó y en 2011-2012 apareció una variante muy virulenta, que causa de forma periódica mortalidades de hasta el 90%, acabando con los ejemplares en menos de tres días.
Catalogación. En el Atlas y Libro Rojo de los vertebrados en España, la especie figura desde 2006 en la categoría de "vulnerable".
Especie invasora.Es originario de la península Ibérica. Se ha introducido en otros lugares como Nueva Zelanda o Australia, donde se ha convertido en una especie invasora.
En Getafe (Madrid), Pedro González, uno de los pocos agricultores que todavía quedan en un medio cada vez más urbano, señala a un conejo que sale disparado del sembrado. En unos segundos alcanza la madriguera que le espera, a escasos metros, en el agujereado terraplén que soporta las vías del AVE Madrid-Sevilla. Y así uno, y otro, en un goteo continuo. Los mira resignado: “Entre los conejos y la sequía, este año vamos mal”. Los prolíficos mamíferos han arrasado sus campos de cebada y ahora continúan con los de triticale (cruce de cebada y trigo) “que les gusta menos”. Las madrigueras se expanden por la zona pegadas también a las vías del Cercanías y a la M-50.
Pero esta proliferación se corta en espacios naturales en los que el aumento de la especie sería bienvenida. En áreas protegidas como los parques nacionales de Doñana o Cabañeros, donde su presencia es fundamental para alimentar al lince, el mamífero se enfrenta a grandes problemas para remontar, después de soportar enfermedades —mixomatosis y la enfermedad hemorrágica— que han diezmado la población.
Conejos y linces
Pérez de Ayala explica que las sueltas de conejos encallan debido a que ha cambiado el manejo agrícola. “La concentración parcelaria copa los mejores terrenos y, por otra parte, en muchos lugares ha desaparecido la agricultura, de forma que el monte tiende a cerrarse con matorral que no es lo adecuado para la especie”, dice. Por lo tanto, para que la repoblación prospere en áreas donde se ha abandonado el cultivo, los técnicos tienen que mantener el hábitat. “Si esas labores se dejan a un lado, a los tres o cuatro años queda algo de conejo, pero no el que se pretendía”, añade.
Los esfuerzos en el Parque Nacional de Cabañeros para reintroducir el conejo han sido “titánicos”, describe Pérez de Ayala. Se construyeron 1.367 vivares para recuperarlos. Gracias a ello, en febrero pasado volvió a habitar una hembra de lince en un vallado con el objetivo de constituir un núcleo estable del felino. Si se consiguiera, sería un paso fundamental para unir la población reintroducida en los Montes de Toledo con la de Sierra Morena.
Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) advierte de que, según sus datos, las poblaciones nativas no aumentaron en la Reserva de la Biosfera de Doñana, a pesar de que se liberaron más de 50.000 conejos procedentes de diferentes partes del oeste de Andalucía entre 2005 y 2015. Los científicos sostienen que es necesario acometer “un programa a largo plazo de seguimiento de las abundancias y tendencias de la especie”, de tal forma que se puedan determinar las causas de la disminución de la población de conejos en determinados lugares.
Pérez de Ayala comparte el punto de vista: “Lo primero que necesitamos es saber poner en marcha un censo nacional, porque ahora vamos un poco a ciegas”. La idea es probar sobre el terreno qué funciona y qué no en el manejo de la especie, “porque ahora solo se dan permisos para su caza”. El Ministerio de Fomento indica a EL PAÍS que interviene cuando la especie puede afectar a las infraestructuras. El departamento otorga autorizaciones a las personas o empresas que soliciten entrar en el dominio público viario para capturar a losmamíferos con hurón, animal que los saca de sus guaridas. Pero como Fomento no tiene competencias de caza “entiende” que deben ser las comunidades autónomas las que gestionen las actuaciones de control de la especie.
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