La epidemia de ébola que sufre el Congo es ya la peor de toda su historia
El brote ha provocado 283 muertos y sigue fuera de control por la insurgencia de varios grupos armados, que limita el acceso al personal sanitario
La epidemia de ébola que afecta al noreste de la República Democrática del Congo (RDC) desde el pasado 1 de agosto se ha convertido ya en la peor de toda la historia en este país y la segunda en todo el mundo, después de la que afectó a África occidental en 2014-2016. Según las cifras facilitadas este domingo por el Ministerio de Sanidad congolés, el actual brote ha alcanzado ya los 494 casos y los 283 muertos, superando en contagios a la epidemia de 1976, cuando se registraron 318 personas enfermas, e igualando la cifra de fallecidos de entonces.
El actual brote se declaró en la región de Kivu Norte y se ha extendido, por ahora, a la de Ituri, zonas en las que operan diferentes grupos armados desde hace décadas en un conflicto interminable, lo que complica el acceso del personal sanitario a muchos lugares, así como su movilidad. “Las circunstancias de esta epidemia son diferentes y la convierten en muy complicada. Mi sensación es que, si no cambian las cosas, esto va a durar aún entre seis o nueve meses más”, asegura Luis Encinas, enfermero español y experto en ébola de Médicos sin Fronteras, quien regresó hace tres semanas de la zona afectada.
Precisamente el pasado jueves se produjeron dos ataques armados que causaron la muerte de 18 civiles en Beni, muy cerca del epicentro del brote, y que fueron cometidos supuestamente por la milicia islamista radical Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF, según sus siglas en inglés). Los incidentes armados y secuestros son muy habituales en la zona. El pasado mes de noviembre, el Ejército y la Brigada de Intervención de la misión de Naciones Unidas en la RDC lanzaron una ofensiva para tratar de destruir los campamentos de este grupo armado, que protagoniza una insurgencia en este país y en Uganda desde hace 23 años.
Tras la declaración de la epidemia, el Gobierno y la comunidad internacional reaccionaron con relativa rapidez y movilizaron personal y recursos hacia la zona afectada. De hecho, por primera vez se ha combinado la aplicación de varios tratamientos experimentales con una amplia campaña de vacunación que ha llegado a unas 42.000 personas, según informó el ministro de Sanidad congolés, Oly Ilunga, la pasada semana. Pese a ello, el rechazo de muchas comunidades a declarar los casos, vacunarse o trasladar a sus enfermos a los centros de tratamiento no hace sino complicar aún más las cosas.
“La epidemia se está ramificando”, añade Encinas, “con cadenas de transmisión ocultas. No estamos en la epidemia de 2014, que surgió en una zona donde la gente se movía muchísimo de un país a otro, pero sería catastrófico que saltara a Goma o a campos de refugiados de Sudán del Sur”. Además de la inseguridad y de las deficiencias del trabajo realizado con las comunidades, que está en el origen del rechazo de la población a recibir atención sanitaria, el experto de MSF añade otros tres factores clave: “Hay una gran densidad de población en ciudades como Beni y Butembo, nunca antes se había producido una epidemia de esta enfermedad aquí y el sistema de salud es muy frágil, está debilitado y ello provoca, por ejemplo, que los estándares de protección del personal sanitario estén por debajo de mínimos aceptables”. Un total de 44 sanitarios se han contagiado ya y 12 han fallecido, según las cifras del ministerio.
La peor epidemia de ébola de la historia se declaró a finales de marzo de 2014 en Guinea y se extendió rápidamente a Liberia y Sierra Leona. Tras dos años y después de haber alcanzado también los países de Malí y Nigeria, así como casos aislados en Senegal, España —donde se contagió la auxiliar de enfermería Teresa Romero— y Estados Unidos, se dio por terminada en 2016 con un total de 28.646 contagios y 11.323 muertos.
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