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Crónica
Texto informativo con interpretación

La Constitución, según dos veteranos de la batalla del Ebro

Un vídeo de los 40 años de la Ley Fundamental muestra una charla de dos ancianos que se enfrentaron en la Guerra Civil, que no ha gustado a Podemos

Íñigo Domínguez

La presentación de los actos del 40 aniversario de la Constitución esta mañana en el Congreso, como su mera enunciación indica, ha sido una cosa un poco sosa e institucional, hasta que al final han puesto un vídeo. Salían dos ancianos, don Germán y don José, hablando de esto y aquello, de nada en particular, en lo que parecía la ribera de un río, al aire libre. Bromeaban con la edad, se preguntaban por los hijos. Al cabo de un rato una voz revelaba que, ahí donde los ves, en su juventud se habían enfrentado en la batalla del Ebro en 1938, donde murieron 17.000 personas. Germán Visús, 102 años, de Fayón, Zaragoza, combatió en el bando nacional y José Mir, 98 años, de Mequinenza, en la misma provincia, en el republicano. La voz concluía: “Por fortuna hace 40 años aprendimos a hablar entre nosotros”. Hubo un cierto escalofrío sentimental, de compenetración familiar, en la sala, que era la de los Pasos Perdidos. El acierto de esa conversación intrascendente era precisamente eso, la normalidad.

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El vídeo fue sedativo, relativizó todo lo demás, que no es poco hoy en día, que todo es trascendental. Desarmaba como un sabio consejo lo que fuera que estuvieran pensando, sus cálculos del día, los tres que estaban allí de pie, oficiando el acto, y el resto de los políticos. Eran Pedro Sánchez y los dos presidentes de las Cámaras, Ana Pastor y Pío García-Escudero. PSOE y PP queriendo meter baza en el aniversario de la Constitución, para darle cada uno su toque y sobre todo que el otro no le dé el suyo. En cambio, en el público no estaban ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera. Entre los tres, Sánchez, Pastor y García-Escudero, componían, sin querer, un buen ejemplo de espíritu de la Transición: entre las ganas de discutir, la sana hipocresía de la educación y el esfuerzo de contención, para no estropear más las cosas. Había que salir unidos en la foto de la Constitución, aunque piensen mutuamente que el otro pone en peligro la convivencia con sus ocurrencias o sus cabezonerías, porque eso no es nada comparado con lo de fuera.

La tranquilidad del vídeo duró poco, la verdad. A Unidos Podemos no le gustó nada. Empezaron a tuitearlo después de que lo tuiteara Sánchez, con este comentario: "Germán y José lucharon en bandos opuestos hace 80 años. Ellos pudieron votar la Constitución y hoy pueden conversar, dialogar y celebrar los 40 años de Constitución. Hoy honramos a nuestra Carta Magna y reivindicamos el valor y el espíritu del diálogo para conquistar el porvenir". "Flaco favor a la Constitución, igualar una dictadura fascista con quien defendió la democracia. La reconciliación no es propiedad de políticos. Nace de la verdad histórica y personal de unos y otros, gente corriente arrastrada a la barbarie. La que pone muertos a sus mentiras", escribió Gloria Elizo, vicepresidenta cuarta del Congreso.

La portavoz adjunta de la formación, Ione Belarra, acusó al vídeo de "falsa equidistancia entre los dos bandos". Dijo que es "gravísimo" que mientras "no se ha juzgado a criminales franquistas y Billy el Niño se pasea con extras en su pensión y el exministro Martín Villa recibiendo honores en el Congreso todos los partidos deberían estar comprometidos con la democracia". Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, fue el más duro. Consideró el vídeo "una jodida vergüenza": "Poned a un viejo nazi y a un viejo judío sobreviviente de un campo de concentración para celebrar la Constitución alemana de 1949". Parecida fue la opinión de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica: "No se puede equiparar a los defensores de un Gobierno legal con los constructores de una dictadura sangrienta. ¿Hablarían con esa equidistancia y juntarían a una víctima del terrorismo y un terrorista, una mujer maltratada y su maltratador, un judío con un nazi?".

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Vuelve la pelea y ni siquiera a Sánchez, ni a los otros dos maestros de ceremonias, les ha dado tiempo de ponerse morenos, al revés que todos los demás que andaban por allí y se reencontraban a la vuelta de verano. Los ujieres del Congreso aún están en manga corta, sin chaqueta y con camisa blanca. Sánchez ha tenido poco descanso, unos días en Doñana y que encima le tocó currar, porque fue la canciller alemana Angela Merkel. Y están todos muy pendientes del tema de Cataluña, que no coge vacaciones. Era la cuestión que flotaba en los sobrentendidos, sobre todo los que dejó caer Sánchez, ensalzando la Constitución: “Todo lo que se pudo construir desde el poder de la palabra y la vocación del acuerdo. Fue una lección, ante todo, de generosidad, de la que a día de hoy aún podemos aprender mucho”. Y también: “La Constitución permite explorar vías de nuevos acuerdos (…), siempre que seamos capaces de dialogar”. Así fueron los guiños del líder del PSOE a que habrá que hacer algo con la Constitución, algo de lo que el PP no quiere ni oír hablar. Única mención a la firmeza, frente a los independentistas: “Se la conmemora cumpliéndola y haciéndola cumplir”. García-Escudero hacía sus movimientos de morros, sobre todo cuando Sánchez repetía como hitos de estos 40 años el ecologismo y el feminismo. Ana Pastor estaba seria, pero ahora es un personaje más interesante a descifrar. Porque es el último bastión del PP en palacio. A la vuelta del verano, Rajoy ya no está allí, la que está es Ana Pastor, que se crece en lo institucional, aunque le sigue costando pronunciar los apellidos raros, como Junyent o Aizpurúa.

Ana Pastor ya no está en segundo plano, no tiene que llamar a Rajoy ni al presidente del Gobierno, que antes eran lo mismo. Ahora a ninguno de los dos, e invitó a Quim Torra al Congreso sin avisar, casi ni a su partido. Esta mañana Sánchez como que intentaba ligársela, sabe que es con quien tiene que tener buen rollo, y más si ella está de lo más parecido a buen rollo, en sus limitaciones, con Torra. “Si me permites, presidente…”, ella ya le tuteaba. Él le susurró alguna cosa al oído, como en confianza, mientras hablaba García-Escudero, y salieron juntos, ostensiblemente juntos, de la sala. Pablo Casado, sentado en primera fila, se acercó luego para salir también en la foto, pero Sánchez solo tenía ojos para la presidenta. "Hay conexión", reconocen en los dos partidos.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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