La mejoría del papa Francisco “se ha consolidado aún más” y los médicos consideran que “ya no está en peligro inminente”

El Papa, de 88 años, ha seguido mejorando en la recuperación de la neumonía bilateral que padece y, por primera vez, los médicos que le atienden ya no hablan de pronóstico reservado, es decir, que consideran que está fuera de la zona de más riesgo. “Ya no está en peligro inminente”, explican fuentes vaticanas, que precisan que aún no ha superado la neumonía, y de hecho continúa pasando la noche con mascarilla y, durante el día, recibe oxigenoterapia con cánulas nasales. Esta es la principal novedad del parte médico de este lunes, difundido a las 19.49, después de 24 días de permanencia del Pontífice en el hospital Gemelli de Roma. No había un parte desde el sábado, pues ya no son diarios, sino en días alternos por la estabilidad de las condiciones de Francisco, y ya el anterior indicaba una “gradual, leve mejoría”.

“Las condiciones clínicas del Santo Padre continúan estables. Las mejorías registradas en los días anteriores se han consolidado aún más, como confirman tanto los análisis de sangre, como la objetividad clínica y la buena respuesta al tratamiento farmacológico”, señala el comunicado, el más abiertamente optimista en estas semanas. “Por estas razones, los médicos han decidido hoy poner fin al pronóstico [reservado]”, concluye. “Sin embargo, considerando la complejidad del cuadro clínico y el importante cuadro infeccioso presentado al ingreso, será necesario continuar, por más días, la terapia médica farmacológica en ambiente hospitalario”. El hecho de que, implícitamente, considere ya la posibilidad del alta, diciendo que de momento no es posible y debe seguir ingresado, también constituye una novedad.

Fuentes vaticanas, en todo caso, han puntualizado que aún es prematuro hablar de una salida del Papa del hospital y del regreso a la residencia de Santa Marta, en el Vaticano, donde vive. “Se trata de signos positivos en la evolución de la patología, que hay que tomar sin embargo con cautela y precaución, ya que la neumonía aún no se ha superado y el cuadro clínico sigue siendo complejo, aunque no hay peligros inminentes”, resumen.

El Vaticano ha explicado, además, que Jorge Mario Bergoglio ha seguido, conectado por videoconferencia, por la mañana y por la tarde, los ejercicios espirituales de la Curia, que siempre se celebran en Cuaresma. Ya lo hizo también el domingo. En todo caso, él podía ver las imágenes del aula Pablo VI, donde tienen lugar, pero los presentes no podían verle. No hay imágenes del Pontífice desde que entró en el hospital, y solo se escuchó su voz el jueves pasado en un breve mensaje grabado para los fieles congregados en la plaza de San Pedro. Este pasado domingo también trabajó, y recibió la visita, por tercera vez, del secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, y de su mano derecha, el venezolano Edgar Peña Parra.

El Papa fue ingresado el pasado 14 de febrero con una bronquitis que arrastraba desde hacía al menos 10 días; el 18 se le detectó una neumonía bilateral, una enfermedad más grave, y aunque parecía superarla, el día 22 atravesó una crisis asmática prolongada, con síntomas de anemia que obligaron a una transfusión y con una insuficiencia renal inicial leve. Fue el peor momento. Bergoglio salió de la “fase crítica” el día 27, pero tuvo un violento broncoespasmo al día siguiente. Se consideró un episodio aislado, pero hizo temer nuevas complicaciones porque aspiró vómito y corría el riesgo de desarrollar una nueva infección. Pasadas 48 horas, los médicos consideraron que ya no había peligro. Sin embargo, el lunes 3, sufrió “dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda, causados por una importante acumulación de moco endobronquial y consiguiente broncoespasmo”. Se dieron por superadas al final del día. Desde el 21 de febrero no hay una rueda de prensa del equipo médico, aunque el Vaticano ha asegurado que se convocará otra en los próximos días.