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El aumento del coste de la vida zarandea la política comercial de Trump

La asequibilidad protagonizó la campaña a la alcaldía de Nueva York que ganó Mamdani. El presidente de Estados Unidos trata de sacudirse las críticas por el encarecimiento de bienes básicos

Estados Unidos
Jesús Sérvulo González

El vocablo inglés affordability se traduce en español como asequibilidad. Cualidad de asequible, según la RAE. También es una pesadilla para millones de estadounidenses que no llegan a final de mes porque la cesta de la compra es prohibitiva, porque no pueden permitirse comprar una casa, porque se les atraganta el recibo del colegio de sus hijos o simplemente porque no pueden darse un capricho. Es, además, un argumento político que atraviesa la política estadounidense, de California a Nueva York. Pasando, también, por Washington.

En un intento por aliviar el encarecimiento de los alimentos, la Casa Blanca ha firmado acuerdos comerciales esta semana para reducir los aranceles de ciertos alimentos, como el café, los plátanos o la carne de ternera, entre otros. Pero los economistas no creen que sea suficiente. “Estimamos que la reducción de la inflación general sería, en el mejor de los casos, mínima”, explica Bernard Yaros, jefe de análisis económico de Oxford Economics.

El coste de la vida es la principal preocupación para casi la mitad de los estadounidenses (47%), según una encuesta publicada hace una semana por la cadena CNN. El candidato socialista Zohran Mamdani enarboló la asequibilidad como estandarte de la rompedora campaña política que le llevó a ganar la alcaldía de la mayor ciudad de Estados Unidos a principio de mes. Mamdani prometió congelar los alquileres, que el transporte público sea gratuito y la creación de una red de supermercados públicos. Sus compañeras de partido Abigail Sparberger y Mikie Sherrill se alzaron el mismo día con la victoria para convertirse en gobernadoras de Virginia y Nueva Jersey, respectivamente, apelando al mismo problema pese a representar diferentes sensibilidades dentro del Partido Demócrata.

En las antípodas, el político que se hizo famoso despidiendo a trabajadores en un programa de televisión no tardó en reaccionar. Donald Trump primero negó el fenómeno calificándolo como “engaño” y algo que se habían inventado los demócratas. Luego se negó a hablar del asunto ante preguntas de los periodistas: “La razón por la que no quiero hablar de asequibilidad es que todo el mundo sabe que es mucho menos costoso bajo el mandato de Trump que bajo el del adormilado Joe Biden. El único problema es que los republicanos no hablan de ello”.

Acto seguido, el presidente dejó clara su nueva visión sobre esta crisis en Truth, su red social: “Según Walmart, la cena de Acción de Gracias de 2025 bajo el mandato de Trump es un 25% más barata que la cena de Acción de Gracias de 2024 bajo el mandato de Biden. Mis costos son más bajos que los de los demócratas en todo, ¡especialmente en petróleo y gas! ¡Así que el tema de la “accesibilidad” de los demócratas está muerto! ¡Dejen de mentir!“. Los economistas coinciden en que la cena ofrecida por Walmart puede ser más barata que el año pasado, pero porque contiene menos cantidad de productos.

La crisis de la asequibilidad o de la cesta de la compra no es nueva en Estados Unidos. Trump martilleó con este argumento a su antecesor, Joe Biden, durante la pasada legislatura. Fue uno de los tres ejes de la carrera electoral que le llevó de vuelta a la Casa Blanca, junto con los aranceles y la inmigración. Pero ahora se le ha vuelto en contra. El asunto ha dado alas a los demócratas y está enfureciendo a muchos ciudadanos estadounidenses que se muestran desencantados con la agenda económica del republicano.

El endurecimiento de la política comercial de Trump, con aranceles generalizados a todo el mundo, alimenta la espiral de precios. El último dato oficial muestra que la cesta de la compra se encareció un 3% en septiembre, la mayor subida desde enero. Aunque la inflación está más controlada de lo esperado, sigue agujereando el bolsillo de los hogares.

La asequibilidad se ha convertido repentinamente en un tema político central, explica Paul Donovan, economista jefe del banco de inversión UBS. “La gente está indignada por la pérdida de accesibilidad a la vivienda, y tiende a culpar a los gobiernos en el poder”. Este economista, aficionado al boxeo y a cultivar manzanas, explica que la accesibilidad es sutilmente diferente a la crisis del coste de la vida. Incluye el aumento de precios. “No puedo pagarlo’ es la principal razón del enojo de la gente”, abunda.

“La asequibilidad es un tema recurrente en la política estadounidense”, agrega Yaros, de Oxford Economics. “Los subsidios a la atención médica fueron el eje central del cierre gubernamental, y se planteó la posibilidad de una hipoteca a 50 años como medida para mejorar el acceso a la vivienda”.

Si bien la inflación es un aumento general de los precios, la accesibilidad se refiere normalmente a gastos específicos y elevados, como la compra de una vivienda o un coche. “La accesibilidad también incluye algún tipo de aspiración. La gente desea cosas y se frustra al no poder permitírselas”, prosigue Donovan. El affordability puede ser un problema incluso cuando el nivel de inflación general se mantiene bajo control.

La cercanía de las fiestas de Acción de Gracias y Navidad no ayuda a desinflamar el debate. Noviembre y diciembre representan una parte desproporcionada del gasto minorista en Estados Unidos. Las semanas que faltan para final de año representan una parte considerable del gasto anual de todos los hogares. Más del 20% del gasto con tarjeta en mercancía general, electrónica y ropa se concentra en esos dos meses, según el Bank of America. “Los consumidores gastan más en tiendas, pero obtienen menos, y posiblemente opten por servicios de menor calidad”, explican sus analistas.

El problema se ha agravado porque el debate arreció cuando Trump decidió reformar el ala este de la Casa Blanca para construir un lujoso salón de baile, con mármoles y muebles suntuosos. También ha hablado con frecuencia de la reforma del baño del dormitorio Lincoln, en la residencia presidencial, con ornamentos dorados y mármoles. Su gusto por la ostentación y el lujo no ayudan en el debate generalizado sobre el coste de la vida.

Así que ha decidido pasar a la ofensiva. Su equipo de asesores admite que está trazando una estrategia para tratar de retomar la iniciativa en este plano, según diferentes medios estadounidenses. “He solicitado al Departamento de Justicia que inicie de inmediato una investigación sobre las empresas empacadoras de carne que están elevando su precio mediante colusión ilícita, fijación de precios y manipulación de precios”, escribió Trump esta semana en Truth, la plataforma social a través de la que expresa sus opiniones.

El presidente también ha cerrado esta semana acuerdos comerciales con Argentina, Ecuador, El Salvador y Guatemala que le permitirán abaratar el precio del café, los plátanos, la carne de ternera y otros alimentos.

La situación, sin embargo, no parece fácil de controlar. El precio de la vivienda y los alquileres se ha disparado en las grandes ciudades del país, donde es difícil encontrar apartamentos por menos de 2.500 dólares (2.150 euros) al mes. La cesta de la compra ha seguido encareciéndose en los supermercados. Incluso los más baratos, como Costco, son ahora más caros que hace un año. Una encuesta de The Washington Post, ABC News e Ipsos reveló que la mayoría de los estadounidenses afirma gastar cada vez más en alimentos y servicios públicos.

La confianza de los consumidores en Estados Unidos ha caído esta semana al nivel más bajo en tres años. La morosidad en los préstamos del automóvil entre los deudores de alto riesgo ha alcanzado su nivel más alto desde 1994, según datos de la agencia de calificación de riesgos Fitch.

El cierre del Gobierno federal durante seis semanas, el más largo de la historia, y los aranceles han golpeado con fuerza el bolsillo de los estadounidenses y han evidenciado la creciente desigualdad del país. “Persisten grandes diferencias entre el gasto y el crecimiento salarial de los hogares de mayores y menores ingresos”, concluye un informe del Bank of America publicado esta semana. “En octubre, los hogares de mayores ingresos registraron un crecimiento del gasto del 2,7% interanual, mientras que los de menores ingresos se quedaron rezagados con tan solo un 0,7%”.

A esto se suma que cerca de 1,4 millones de trabajadores federales han pasado 43 días sin cobrar su nómina por el bloqueo administrativo del Gobierno, ante el enconamiento de republicanos y demócratas para prorrogar el Presupuesto.

Una situación delicada porque uno de cada cuatro estadounidenses reconoce vivir al día, según el Bank of America. Su encuesta revela que el 24% de los hogares gasta más del 95% de sus ingresos en necesidades básicas, dejando poco o nada para otros gastos como salir a cenar o irse de vacaciones. Por no hablar de comprar una casa.

“Trump está en serios problemas y creo que es algo más grave que el simple costo de vida”, señaló Lindsay Owens, directora ejecutiva de Groundwork Collaborative, un grupo de análisis económico progresista, a la agencia AP.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Corresponsal en Washington. Ha sido redactor jefe de Economía y Negocios. Antes, contó las consecuencias de la crisis financiera y de los años de los ajustes presupuestarios. Aprendió el oficio durante su paso por la información local de Madrid.
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