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La implicación de Corea del Norte en la guerra en Ucrania inquieta a sus vecinos asiáticos

Las posibles transferencias tecnológicas de Moscú a Pyongyang preocupan a Seúl y Tokio, mientras Pekín hace malabares para mantenerse equidistante

No Kwang Chol y Andrei Belousov
El ministro de Defensa de Corea del Norte, No Kwang Chol (izq.), y al ministro de Defensa de Rusia, Andréi Beloúsov, se estrechan la mano durante su reunión en Pyongyang (Corea del Norte), este viernes.RUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS/ EFE

El eje Moscú-Pyongyang inquieta en la región de Asia-Pacífico. La participación directa de Corea del Norte en la guerra de Ucrania, y el baile cada vez más acompasado entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, envía ondas sísmicas desde Europa hasta el otro extremo de la gran masa de tierra. Si la presencia de soldados de élite norcoreanos en combates con fuego real en Ucrania, ya confirmada por Kiev, supone “una escalada significativa” de la guerra en el frente occidental, según definió la OTAN, en el flanco asiático preocupan sobre todo las posibles transferencias tecnológicas de Moscú a Pyongyang en el campo balístico y nuclear, por su potencial desestabilizador de conflictos ya enquistados en la región, como el de las dos Coreas o el de Taiwán. La destitución del presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, tras su abortado intento de imponer la ley marcial, añade un elemento más de incertidumbre e inestabilidad que beneficia los intereses del eje ruso-norcoreano.

Para Kitamura Toshihiro, director general de Prensa y Diplomacia Pública del Ministerio de Exteriores de Japón, que haya soldados norcoreanos en el frente ruso es “un claro ejemplo” de lo “interconectadas” que están las amenazas a la seguridad en Asia y Europa. La preocupación va más allá de que Pyongyang esté recibiendo tecnología rusa de alta calidad: “Si los soldados norcoreanos regresan, lo harán con experiencia real en combate”, alerta. Es algo que no había ocurrido desde la Guerra Fría: Corea del Norte no ha participado en una guerra directa desde la que libró contra Corea del Sur entre 1950 y 1953; los surcoreanos no lo hacen desde que enviaron efectivos entre 1964 y 1973 a la guerra de Vietnam (1955-1975).

“Se está liando todo”, asegura una fuente diplomática europea radicada en Pekín. Kiev y Seúl confirmaron ya hace semanas bajas de soldados norcoreanos en la provincia rusa de Kursk, tras el disparo de misiles británicos Storm Shadow; al menos 100 militares del país asiático han muerto y un millar han sido heridos, según ha contado esta semana un parlamentario surcoreano después de ser informado por los servicios de inteligencia de Seúl. Para la fuente europea, la nueva alianza entre Kim y Putin, sellada en junio y en vigor desde principios de diciembre, implica incluso un riesgo mayor a la seguridad que las redobladas amenazas nucleares del mandatario ruso. Ese “acuerdo de asociación estratégica” incluye un pacto de “defensa mutua en caso de agresión”. Putin y Kim tampoco esconden su buena sintonía. El último gesto del ruso para agradecer la munición y los efectivos ha sido regalar al zoo de Pyongyang más de 70 animales, entre ellos un león, dos osos pardos, dos yaks y cinco cacatúas.

Una caja que contiene una cacatúa blanca descargada de un avión de carga ruso en el Aeropuerto Internacional de Pyongyang (Corea del Norte) luego de ser entregada como regalo del presidente ruso Vladímir Putin, el 20 de noviembre de 2024.
Una caja que contiene una cacatúa blanca descargada de un avión de carga ruso en el Aeropuerto Internacional de Pyongyang (Corea del Norte) luego de ser entregada como regalo del presidente ruso Vladímir Putin, el 20 de noviembre de 2024.AP

Corea del Sur interpreta la implicación norcoreana en la guerra de Ucrania como una amenaza directa a su seguridad. “No descartamos la posibilidad de suministrar armas. Daríamos prioridad a las defensivas”, anunció el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, a principios de noviembre, cuando aún estaba al mando del país. Es algo que hasta ahora no había hecho, limitándose a partidas de ayuda no letal. Una semana antes de decretar la ley marcial, el mandatario surcoreano se reunió en Seúl con una delegación ucrania encabezada por el ministro de Defensa, Rustem Umerov, ante quien enfatizó el compromiso de buscar “medidas de respuesta prácticas” y con quien acordó “continuar compartiendo información sobre el despliegue de tropas norcoreanas y las transferencias de armamento y tecnología”, de acuerdo con el comunicado oficial.

El debate, según Ramón Pacheco Pardo, catedrático de Relaciones Internacionales del King’s College de Londres especializado en Corea, era si Seúl decidiría transferir su sistema de escudo antimisiles a Ucrania e incluso su armamento. Las consecuencias de esta “involucración más directa” son imprevisibles. El Kremlin avisó a Seúl, por medio de Andrey Rudenko, viceministro de Asuntos Exteriores, de que evaluara “con seriedad la situación” y se abstuviera “de dar pasos imprudentes”, según la agencia rusa Tass. El envío de armas que maten a ciudadanos rusos, indicó, destruiría las relaciones entre ambos países. “Responderemos de cualquier forma que consideremos necesaria”, amenazó.

La crisis política que ha sacudido al país surcoreano ha congelado el debate. Yoon, destituido el sábado de la semana pasada por la Asamblea Nacional, ha sido apartado del poder, a la espera de que el Tribunal Constitucional ratifique la decisión. Entre tanto, el primer ministro, Han Duck-soo, segunda autoridad estatal, ha asumido las funciones presidenciales. “El Gobierno de Corea del Sur está funcionando, pero las nuevas iniciativas están paralizadas. Fuera lo que fuera lo que estuviera pasando, no va a suceder hasta que todo este proceso de destitución llegue a una resolución”, cuenta Chun In-bum, general de tres estrellas retirado del ejército surcoreano y experto en asuntos militares. “Esto, a su vez, beneficiará a los rusos y a los norcoreanos”, afirma. Ganarán tiempo. En su opinión, la inestabilidad política surcoreana son malas noticias para Ucrania, para Europa y también para Asia. Considera probable que también se resienta el acercamiento político y militar de Corea del Sur con Japón, protagonizado por Yoon, bajo el auspicio del presidente estadounidense saliente, Joe Biden.

La situación coincide con un momento ya de por sí turbulento entre las dos Coreas. Pyongyang aprobó en octubre una reforma de la Constitución en la que se omiten las referencias a una reunificación con su vecino, al que ahora define como “el principal estado hostil y enemigo”. En enero, el todopoderoso Kim había reclamado al Parlamento que el texto constitucional incluyera la idea de “ocupar, subyugar y reclamar completamente” Corea del Sur y “anexionarla” en caso de que estallara una guerra en la península. A finales de noviembre, el líder supremo norcoreano declaró que “jamás” la confrontación entre ambas partes “había sido tan peligrosa e intensa, capaz de escalar hasta la guerra termonuclear más destructiva”, recogió la agencia estatal KCNA.

Un artículo reciente del instituto de pensamiento Carnegie Endowment for International Peace subraya que “Ucrania está evolucionando hacia un inesperado campo de batalla indirecto de las tiranteces en la península coreana”. “El teatro de operaciones ucranio corre el riesgo de convertirse en la primera prueba directa de las capacidades militares coreanas desde el armisticio de 1953, lo que podría alterar radicalmente el equilibrio de seguridad de la península”, alerta el texto.

Al analista Pacheco Pardo le preocupa además cómo el creciente acompasamiento entre Putin y Kim podría influir en otros potenciales incendios regionales. Si, por ejemplo, hubiera un eventual conflicto en torno a Taiwán, la isla autogobernada que Pekín considera una parte inalienable de su territorio, el régimen norcoreano podría aprovechar para crear inestabilidad con su vecino del sur. “Una vez que Corea del Norte ha ayudado a Rusia”, señala, ese hipotético conflicto entre las dos Coreas haría que “Rusia se viese obligada a apoyar a Corea del Norte”, algo que antes del pacto de junio quizás no habría sucedido. Pacheco Pardo no cree que sea probable, pero, tras ver cómo Rusia invadió Ucrania, no se puede descartar que esto le dé “ideas” a China, expone, al observar la ausencia de apoyo de terceros países.

El ministro de Defensa de Corea del Norte, No Kwang Chol (segundo por la derecha), y el ministro de Defensa de Rusia, Andréi Beloúsov, (segundo por la izquierda), durante su reunión en Pyongyang, este viernes.
El ministro de Defensa de Corea del Norte, No Kwang Chol (segundo por la derecha), y el ministro de Defensa de Rusia, Andréi Beloúsov, (segundo por la izquierda), durante su reunión en Pyongyang, este viernes.RUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS/ EFE

Es una eventualidad que también inquieta al país del sol naciente. “Nos preocupa la cooperación entre China y Rusia”, concede Toshihiro, de la Cancillería nipona, así como la “creciente asertividad [de Pekín] en el mar del Sur de China, especialmente en torno a Taiwán”. No obstante, Kyoko Hatakeyama, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de la Prefectura de Niigata, hace hincapié en que Corea del Norte y China “son diferentes” y recuerda que, para el Gobierno chino, el desarrollo económico es fundamental, por lo que no puede tomar a la ligera una decisión de ese calado. “Corea del Norte no es un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU ni un actor de peso en las organizaciones internacionales. A China le importa su reputación como gran superpotencia; a Corea del Norte, no”, apostilla.

China, que quiere proteger sus vínculos con Estados Unidos y la Unión Europea, hace malabares por mantener, de cara a la galería, un equilibrio lo suficientemente alejado del eje Pyongyang-Moscú. Sin embargo, la entrada norcoreana en el frente ruso —al fin y al cabo, un acontecimiento que molesta a Washington—, “no es tan mala para Pekín”, explica Lee Sung-yoon, investigador internacional del think tank Wilson Center. “El mayor competidor estratégico de China es Estados Unidos y contar con la influencia que China tiene sobre Corea del Norte [es su principal sostén económico] ya le supone una enorme ventaja a la hora de negociar”, opina este analista surcoreano. “Pekín está buscando el momento adecuado para mostrarse como una nación menos radical y más proclive a la paz que Rusia y Corea del Norte, pero al final del día es el referente de este grupo de autocracias”, considera Lee.

Este cóctel de tensiones latentes, sumado a la creciente implicación coreana en una contienda que tiene lugar a 7.000 kilómetros de distancia, pone de manifiesto cómo las dinámicas regionales están adquiriendo una dimensión global. “Estados Unidos está más dispuesto a implicarse en el Indo-Pacífico que en Ucrania”, manifiesta el general Chun. “Corea del Norte ha escalado el alcance de la guerra en Europa y esto ha provocado que Europa y sus aliados sean más conscientes de que Corea del Norte no es solamente un problema de Asia Oriental, sino uno mundial”, concluye.

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