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Merkel busca un salvavidas político con cobertura legal

Amenazada por sus aliados bávaros, la mandataria trata de agilizar el rechazo de migrantes sin papeles en la frontera

Ana Carbajosa
La canciller alemana, Angela Merkel, visita el jardín de infancia del colegio Ras, en el centro de Beirut el viernes.
La canciller alemana, Angela Merkel, visita el jardín de infancia del colegio Ras, en el centro de Beirut el viernes. CHRISTIAN BRUNA (EFE)

Ángela Merkel se encuentra acorralada. Su ministro de Interior, el archiconservador Horst Seehofer, le ha lanzado un ultimátum de dos semanas para dar con una fórmula para reducir drásticamente la entrada de refugiados. Si no lo consigue, Seehofer amenaza con sellar las fronteras sin el consentimiento de la jefa del Gobierno y de rebote, con hacer saltar por los aires el Ejecutivo de coalición alemán.

Eso fue el lunes. Desde entonces, la canciller se ha embarcado en una frenética actividad diplomática en busca de respaldo en la UE para evitar que Seehofer actúe por libre y se lleve por delante la libre circulación de Schengen. Este domingo en Bruselas y en la cumbre de la próxima semana, Berlín aspira a poner de acuerdo a un máximo número de socios. “El domingo se trata de ver si podemos alcanzar acuerdos bilaterales, trilaterales o incluso si los bilaterales se pueden convertir en multinacionales para resolver ciertos problemas”, dijo Merkel el viernes de visita en Beirut.

Porque más allá de reforzar las fronteras exteriores de la Unión, a Berlín le preocupan sobre todo las otras, las interiores, es decir, lo que sucede una vez que los demandantes de asilo están dentro de la UE. Porque eso es precisamente lo que exige Seehofer: que se impida la entrada a Alemania a aquellas personas que han solicitado asilo en otro país de la UE. El reglamento de Dublín establece que hasta 12 meses después de la llegada, y a falta de familiares directos en otro país, el primer país en el que se tomaron las huellas al refugiado es, en principio, el responsable de tramitar el asilo.

El año pasado, Alemania solicitó a sus socios de la UE la devolución de 64.267 solicitantes de asilo en cumplimiento de Dublín, lo que supone la cifra más alta de toda la UE, un 32% del total de las demandas de asilo en Alemania y un 11% más que las registradas el año anterior, según las cifras oficiales publicadas en una pregunta parlamentaria el pasado febrero.

Pero el reglamento también establece claras garantías para la devolución que Seehofer no parece dispuesto a respetar. El líder bávaro ha amenazado con que a partir del 1 de julio la policía comience a rechazar en las fronteras de Alemania a las personas que ya hubieran solicitado asilo en otro país. “La idea de Dublín es asegurar que al menos haya un Estado en Europa que acepta encargarse de la solicitud de esa persona y que el demandante vaya a ser tratado con garantías, si se expulsa a la persona sin devolverla a un país concreto, eso no se cumple”, explica Anuscheh Farahat, experta en derecho europeo, migración y refugio de la Universidad de Frankfurt.

Reformar el sistema de Dublín, disfuncional en muchos aspectos, es una misión pendiente de la UE, pero que no acaba de salir adelante por tratarse de un dossier políticamente inflamable. Mientras, Merkel aspira a aplacar las ansiedades de Seehofer con pactos presentables desde el punto de vista político y jurídico, pero de dudosa efectividad. La canciller quiere firmar acuerdos bilaterales con países como Francia, Italia, Grecia o Bulgaria para acelerar la devolución de aquellos que lleguen a Alemania después de haber iniciado los trámites de asilo en otros países de la UE como estos.

Esos pactos que sí están contemplados en el Reglamento de Dublín III (artículo 36) tratarían de acelerar las devoluciones. El año pasado, por ejemplo, de las 64.267 solicitudes que cursó Alemania por Dublín, solo 7.102 se hicieron efectivas. A cambio, Alemania recibió 8.754 personas de otros países de la UE por el sistema de Dublín, que también obliga por ejemplo a acoger a los familiares directos de una persona aunque haya entrado por otro país de la Unión.

“No está claro que esos pactos vayan a solucionar la situación, porque aunque haya acuerdos bilaterales, eso no anula las garantías que exige Dublín, como los derechos de recurso u otras garantías de todo el proceso de tramitación”, explica Minos Mouzourakis, experto en legislación de asilo del European Council on Refugees and Exiles. Mouzourakis detalla además que parte del atasco de peticiones de Dublín en Alemania tiene que ver con ineficiencias de la Administración o con que por ejemplo la persona buscada desaparezca del radar y que eso no va a cambiar con la firma de acuerdos bilaterales. Prueba de ello, es que los datos oficiales indican que el 73% de las solicitudes alemanas fueron aprobadas por los Estados concernidos y a pesar de ello, solo un 11% de los traslados se llevaron a cabo. El problema, sostiene Mouzourakis, “no es tanto la frontera como el proceso”.

Por eso, los pactos bilaterales puede que faciliten la comunicación y acelere el proceso, pero parece improbable que vaya a dar la vuelta a la ecuación migratoria. Pero de contentar a Seehofer, sí podrían evitar el colapso del Ejecutivo en Berlín. “Está por ver cómo serán esos acuerdos, pero parece que se trata más de un gesto político para demostrar que se está haciendo algo”, interpreta Fahrat.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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