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Dónde comer en Lisboa por 15 euros

La capital portuguesa todavía conserva interesantes propuestas gastronómicas, que van desde tabernas castizas a espacios innovadores, con precios moderados

Restaurante O Cartaxinho de Lisboa.
Restaurante O Cartaxinho de Lisboa.João HENRIQUEs
Tereixa Constenla

La primera víctima del éxito de las ciudades suelen ser los lugares con esencia. Una parte de la gastronomía se uniformiza y otra finge autenticidad. A Lisboa, uno de los destinos urbanos de moda, también le ha ocurrido. Sin embargo, todavía conserva locales carismáticos que los portugueses frecuentan como si fuesen templos donde encontrarse con los platos de toda la vida. En esta selección se incluyen algunos restaurantes clásicos y otros recientes con propuestas singulares y de calidad. En todos ellos se puede comer por unos 15 euros o menos.

1.

Bistrô Crioulo

El secreto mejor guardado en un sótano de la rua de São Bento y que dejará de serlo en cuanto se corra la voz. Abierto hace seis meses, de momento se puede encontrar mesa con facilidad para comer el plato del día por nueve euros o alguna especialidad caboverdiana por 10,50. La cachupa es una suerte de cocido con todos los ingredientes necesarios para nutrir el organismo: garbanzos y habas (proteína vegetal), verduras (col, mandioca, batata, calabaza y zanahoria) y proteína animal (carne o atún). Hay también una versión vegetariana. El lugar tiene encanto y una discreta saudade caboverdiana como puede verse en las fotografías, las muñecas de trapo o las cerámicas. Una cachupa de carne y agua sale por 11,70 euros.

🍽 Bistrô Crioulo. Rua De São Bento, Nº 640, Piso -1, Centro Cultural De Cabo Verde.

2.

O Bitoque

La tasca más carismática de Campo de Ourique, abierta hace más de 40 años, es un local diminuto donde la vida se desarrolla alrededor de una barra en la que doña Margarida es la maestra de ceremonias. La familiaridad es evidente entre clientes y camareros que se llaman por sus respectivos nombres, aunque en los últimos años se han sumado a la parroquia los extranjeros, que se han instalado en Campo de Ourique, y los turistas. Sirven unos 200 menús diarios, algunos llevados hasta los domicilios de los mayores del barrio. El bitoque (9,50 euros) es el plato rey (arroz, verduras, patatas fritas redondas, filete de ternera con huevo frito encima), aunque la carta cambia a diario y puede ser arroz a la indiana, feijoada trasmontana, bacalao con natas o dorada a la parrilla. Entre los postres triunfan las farófias. Bitoque, fruta de temporada y agua, 13,20 euros.

🍽 O Bitoque. Rua Ferreira Borges, 59.

3

O Frasco

Excepto en cremas, el mundo vegetal no es el protagonista de la cocina tradicional portuguesa. Si su estómago se ha hartado de carnes y pescados en todas sus formas o si su dieta es vegetariana, este es su sitio. Nacido con vocación de ofrecer comida vegetariana orgánica para llevar en frascos de vidrio, también sirve almuerzos y brunch en un local diseñado con gusto junto al Jardim das Amoreiras y el tramo final del acueducto de Aguas Livres. El menú completo (sopa, plato, postre, agua y café) cuesta 18 euros, pero se puede comer por menos si opta por uno de los seis tipos de platos (12 euros) con una crema (3,50 euros) o un zumo de fruta y verdura (3,80 euros). Todos los ingredientes proceden de una agricultura de proximidad y la oferta gastronómica es realmente deliciosa, con una combinación creativa de sabores y colores donde también se ha tenido en cuenta el equilibrio nutricional. En el plato marroquino, por ejemplo, hay garbanzo, quinoa, zanahoria, mango y pasas sobre una salsa de aguacate, alga, cebollino, cilantro y limón. No hay que desdeñar el pan: se hace a diario en el restaurante. Las mesas de madera maciza, la alfombra de yute y el cuadro del artista portugués Luís Vivar subrayan la filosofía del establecimiento, que Joana Roquette y Rita Corrêa abrieron poco antes de la pandemia. Un plato marroquino y zumo zen (remolacha, pera, limón y jengibre) cuesta 15,80 euros.

🍽 O Frasco. Rua das Amoreiras, 85.

4

O Cartaxinho

No hay duda. Si entra en un restaurante con un comedor mínimo, manteles de cuadros, mesas apiñadas hasta saltarse la intimidad y camareros diligentes, es muy probable que se encuentre en una buena tasca portuguesa. En O Cartaxinho la regla se lleva al límite y prácticamente sienta a desconocidos en la misma mesa. La carta es una selección de clásicos de la cocina lusa: estofado de cordero, pescados a la plancha, cocido a la portuguesa, arroz a la cabidela, pataniscas y maucinhas de vitela con grão. Parte de la clientela es habitual y, a mediodía, abunda la portuguesa. La última prueba que faltaba para certificar la autenticidad de esta casa, ubicada a pocos metros de la avenida da Liberdade, la proporciona Paulo, que lleva más de doce años de camarero: “Nuestro objetivo es dar de comer bien, rápido y no muy caro”. La corvina a la plancha, pudin de chocolate y agua sale por 13,80 euros.

🍽 O Cartaxinho. Rua de Santa Marta, 20B.

5

39 Degraus

Si es cinéfilo este es su sitio. Si no lo es, también. El menú diario del restaurante de la Cinemateca Portuguesa, llamado 39 Degraus (escalones) en honor al clásico de Alfred Hitchcock, permite comer por 11 euros una sopa, un plato (a elegir entre una opción de carne/pescado o vegetariana), un postre y café o el té frío del día. La primera planta de la bellísima y centenaria cinemateca dispone de una terraza amplia y un acogedor comedor con piso y techo de madera. Los guiños al cine están por todas partes, desde los carteles decorativos a los nombres de los platos de la carta. Además, cuenta con una amplia oferta de cócteles inspirados en los combinados realizados en películas. Tiene también la posibilidad de reservar una sesión de cine y un menú. Una sopa de agrião, chile vegetariano, mousse de mango y té frío son 11 euros.

🍽 39 Degraus. Rua Barata Salgueiro, 39. Cinemateca Portuguesa.

6

A Provinciana

Más que un clásico. Abierto cerca del Teatro Nacional Dona Maria II por emigrantes gallegos en los años treinta, ya tiene el título oficial de Loja com historia. Desde 1988 Américo Fernandes, su esposa Judite y su hija Carla se ocupan, de lunes a viernes, de cocinar y servir a una clientela que combina los fans de siempre con los curiosos de paso. Todo rezuma autenticidad: los azulejos reparados, los barriles donde aún se almacena el vino y la colección de cerca de un centenar de relojes que marcan horas distintas. Para los muy nostálgicos hay un reloj que retrocede. En un lugar así la comida no está para vanguardias: a diario se preparan platos típicos de la cocina portuguesa como el bacalhau a minhota, galinha á cabidela o la alheira com ovo. Los postres caseros son otra galería tradicional: tarta de chocolate con almendras, bolo de bolacha o el popular pudín de claras Molotof. La Lisboa castiza puede encontrarla aquí, entre relojes que no dan la hora, mesas de formica y manteles de papel. No admiten reservas, pero es fácil encontrar mesa, casi seguro que compartida, si se adapta a la hora portuguesa y se acude a partir de las 12 horas. Su Bacalhau á minhota, bolo de bolacha y agua sale por 10,80 euros.

🍽 A Provinciana. Travessa do Forno 23-25.


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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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