Contra la estupidez de la moda en Pitti Uomo 107

Las palabras del fallecido historiador/filósofo de la economía Carlo Maria Cipolla prendían la mecha, el pasado martes de buena mañana, del primer gran encuentro anual del negocio de la moda, celebrado en Florencia: “Desde finales del medievo, los italianos están acostumbrados a crear, a la sombra de los campanarios, cosas preciosas para placer del mundo”. La cita del también autor de la Teoría de la estupidez humana salió a relucir no una, sino hasta tres veces invocada por las fuerzas vivas de Pitti Immagine Uomo, la feria del vestir masculino más importante del sector. Su 107ª edición arrancaba, además, con un recuerdo para otro ilustre observador de la atribulada condición humana, el fotógrafo Oliviero Toscani, el último revolucionario de la comunicación de marca, fallecido el lunes. “Todos sabemos que 2024 no fue un año fácil, pero debemos ser optimistas. Me gusta pensar que Pitti representa un momento de reinicio cada temporada”, concedía Antonio De Matteis, director ejecutivo de la firma de sastrería Kiton y, desde 2023, presidente de la muestra florentina que finaliza este viernes tras cuatro jornadas de estiloso mercadeo.

Con mucha menos épica chovinista que en anteriores ocasiones —las ventas de prendas de hombre con etiqueta italiana cayeron un 3,6% el año pasado, mientras que la exportación de las mismas apenas creció un 0,6%—, la ceremonia de inauguración se centró en lanzar mensajes esperanzadores de recuperación. Adolfo Urso, ministro de Empresa y Made in Italy al que el consejo ministerial agendado para esa misma tarde del martes en Roma le impidió personarse en la capital toscana, comparecía telemáticamente para anunciar la aprobación inminente de la primera ley italiana en apoyo de la pequeña y mediana empresa, un dispositivo previsto por el Gobierno de Berlusconi en 2011 sin aplicación hasta la fecha y que destinará 250 millones de euros en ayudas esenciales para la supervivencia textil del país. De Matteis, por su parte, insistía en identificar la feria que preside como un “símbolo de fuerza regenerativa” y ponderar su carácter excepcional por ser “el único encuentro global en el que coinciden compradores de moda de todo el mundo”.

De grandes almacenes, como los estadounidenses Neiman Marcus y Saks Fifth Avenue, los franceses Printemps y Galeries Lafayette, el británico Harrods o nuestro El Corte Inglés, a templos de culto multimarca del alcance de Dover Street Market, United Arrows, 10 Corso Como, Browns y Santa Eulalia, no es descabellado afirmar que todo jugador de la primera división de la moda masculina se cita en Florencia cada seis meses —la segunda vuelta tiene lugar en junio—.

Los datos que van saliendo de esta edición de Pitti Uomo, encima, son para colgarse la medalla: solo el primer día de feria se registró un 30% más de compradores que en la convocatoria de enero de 2024. Mientras, el número de marcas se mantiene firme, aunque todavía lejos de las cifras prepandemia: 770 expositores, de los que el 45% llega con sus colecciones —otoño/invierno 2025-2026 para la ocasión— de fuera de Italia. El contingente español se ha hecho notar, entre Custo Barcelona, Camper, El Pulpo, Victoria, Callaghan, Verbenas o, de nuevo, Ecoalf.

Fundador y presidente de la empresa de moda española con certificado de mayor responsabilidad medioambiental, Javier Goyeneche apelaba precisamente a la ayuda de los compradores (buyers, en lengua feriante) para extender la buena nueva de su causa sostenible-circular, que la próxima temporada de frío tendrá como protagonista especial la fibra de lana 100% reciclada y reciclable, con jerséis y chalecos de tacto finísimo confeccionados a mano. “En Ecoalf no somos de storytelling, somos de storydoing”, sentenció durante su presentación, reventando la patraña del relato, la narrativa de marca que tanto cotiza hoy, para reivindicar la acción real frente a tanta palabrería.

En la misma onda vibró el equipo de MM6 Maison Margiela al proclamar que no está por el listo para llevar, sino antes por el listo para ser. La línea de difusión que lanzara el legendario creador belga Martin Margiela en 1997 irrumpía el pasado miércoles con su ideario disruptivo en calidad de enseña invitada de una edición de Pitti Immagine Uomo en la que no ha habido cancha para estrellas (no, lo del exfutbolista luso Luís Figo presentando su colección de, ejem, alta gama o el cameo de Sebastièn Jondeau en el cóctel que anunciaba el relanzamiento de la firma homónima del que fuera su patrón, Karl Lagerfeld, no cuentan). Escudado en el proverbial anonimato margielano, el joven ejército de batas blancas —atuendo horizontalmente uniformador de la casa— defendió sus posiciones conceptuales en el Tepidarium del Roster, el fabuloso invernadero art nouveau de finales del siglo XIX que corona Il Giardino dell’Orticultura de la ciudad, con un ejercicio de masculinidad sin más concesiones que el filtro estilístico del músico de jazz Miles Davis, centrado en un producto/prenda rico en texturas (engomado, plastificado industrial, visón falso, denim iluminado) y “eminentemente no narrativo”. Diseñada especialmente para esta convocatoria y lucida por una mayoría de modelos que peinaban canas, la colección también envía un mensaje específico: es uno el que lleva la ropa, nunca al contrario.

Sobre lo que no hubo pronunciamiento, sin embargo, fue sobre el posible relevo al frente de la dirección creativa de Maison Margiela, sede vacante desde la salida de John Galliano el pasado diciembre. Inquirido sobre la cuestión, el equipo de diseño que lidia con la línea MM6 no sabía. O quizá sí, pero no contestaba. Para el caso, el delirante baile de sillas que tiene otra vez revuelto el negocio desde hace meses tampoco dominó en absoluto la conversación de la feria.

Quien sí dio que hablar fue Satoshi Kuwata, diseñador invitado de Pitti Uomo 107 que ocupó la monumental Biblioteca Nazionale la tarde-noche del jueves. Japonés afincado en Milán, curtido en Givenchy, entrenado para el corte en Davies & Sons (la sastrería de la londinense Savile Row más antigua en activo), premiado por el grupo LVMH en 2023, Kuwata estableció su misteriosa firma, Setchu, pronto hará un lustro, pero esta ha sido la primera vez que se presentaba en desfile, combinando hombre y mujer. Las piezas sartoriales inspiradas en las dobleces del origami hablaban el lenguaje de la deconstrucción y la multifuncionalidad: una prenda, infinitas posibilidades, reza su lema. La abundancia en la parquedad. Exquisita en tejidos (sedas, cachemir), lasciva en detalles (ese encaje negro de motivos fálicos), personal en la inspiración (el mar y la pesca, afición favorita), la colección habla asimismo el idioma actual del lujo, el de la producción contenida a precios estratosféricos. Kuwata dice que, aunque quisiera, no puede reducirlos. Es, claro, el coste de ser una firma independiente en una arena dominada por esas megacorporaciones que consumen casi todo el oxígeno de la moda.