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Cataluña tras el 12-M: los retos más allá del ‘procés’

La renuncia a la unilateralidad del independentismo permite recuperar el debate sobre los servicios públicos, la economía y las infraestructuras

Embalse de Sau
Embalse de Sau (Osona), el pasado 7 de abril.massimiliano minocri
El País

Con los peores resultados académicos de los últimos años, un sistema sanitario con listas de espera permanentes e incidencias cronificadas en la red ferroviaria, Cataluña afronta las elecciones de este domingo con la posibilidad de pasar página tras más de una década de conflicto político. Por primera vez la campaña ha centrado en el debate en asuntos cotidianos. Escuelas, impuestos, sequía, seguridad, alquileres. Ni rastro de promesas concretas sobre la cuestión nacional. Junts ha abandonado de momento la apuesta por la unilateralidad y se ha unido a la vía pragmática de ERC. La independencia aguarda esta vez en la sala de espera.

Quizás la primera muestra del cambio de paradigma que vive Cataluña fue el veto de los comunes a los presupuestos autonómicos, el pasado mes de marzo. La razón: el Hard Rock. Y con el debate dedicado al emergencia climática, los partidos centraron sus propuestas en el día a día. En aquello que ocurre más allá del procés y que ha tenido una presencia discontinua a lo largo de los últimos 12 años. El Centre d’Estudis d’Opinió (CEO, el CIS catalán) valida la transformación de los intereses sociales: el cambio climático es el problema más importante para los catalanes, según el último barómetro.

El PSC ha centrado su discurso en la moderación y los consensos para “abrir una nueva etapa” e iniciar la “tercera transformación” de Cataluña. ERC ha buscado sacar brillo a su gestión de Gobierno, mientras que Comunes y CUP han apostado por un mensaje medioambiental y social. El PP, que ofrece propuestas para las empresas y autónomos, ha coincidido con Vox en la lucha contra la inseguridad. Junts y Ciudadanos son probablemente las formaciones que más han apelado al procés desde polos opuestos. Las elecciones se presentan como la posibilidad de ofrecer soluciones a los grandes retos que afronta Cataluña tras el 12-M:

Educación. El reto mayor es mejorar la calidad del sistema y que ello se note en los resultados de los alumnos. Las alarmas saltaron hace unos meses con los preocupantes resultados de los exámenes de competencias básicas (que impulsa la Generalitat) y de los informes internacionales PIRLS y PISA. Las lenguas, la comprensión lectora y las matemáticas -los pilares básicos del aprendizaje- son los puntos donde más flaquean los alumnos catalanes, que quedan claramente por debajo de la media española y europea según PISA. El Departamento de Educació ha aprobado un plan de mejora de estas materias esenciales, pero limitado a unos 200 centros.

Estudiantes Cataluña
Una alumna de 6º de primaria, realizando las pruebas de final del etapa, en abril. Gianluca Battista

El sector busca la forma de afrontar la segregación escolar (el 32% de menores está en situación de vulnerabilidad) e implementar medidas equitativas. La llamada escuela inclusiva, que propone normalizar la presencia de alumnos con necesidades especiales en aulas ordinarias, presenta objetivos bondadosos, pero padece una falta ingente de recursos. Otra de las carpetas pendientes encontrar la forma de incrementar el uso y la calidad del catalán, tanto dentro como fuera de las aulas, tras la pérdida de su presencia especialmente en los institutos.

Sanidad. Faltan manos y se acumulan las patologías en el ámbito de la salud. La sanidad se ha convertido en una especie de pozo sin fondo en el que los profesionales muestran su malestar de forma permanente y los usuarios sufren unas listas de espera crónicas. La obra de Govern de ERC será recordada por la pretensión de ofrecer mejoras a los profesionales y por haber iniciado unas reformas que han quedado a medio camino. Tras inyectar 780 millones en incrementos salariales, el Govern ordenó a los grandes hospitales no consolidar los contratos temporales para que estos profesionales encuentren acomodo en los dispositivos medianos para garantiza la equidad territorial.

Además, la consejería presentó un plan para centralizar a los pediatras para mejorar su calidad profesional a costa de alejarlos de las familias. El nuevo Ejecutivo tendrá que estudiar estas propuestas y la forma de dotar de más autonomía a los centros sanitarios. Los profesionales admiten que la burocracia y el sistema funcionarial resta eficiencia a un sistema ahogado por las necesidades de una población cada vez más longeva.

Financiación. La reclamación de una mejora del sistema de financiación es uno de los debates más veteranos en Cataluña. Junts y ERC la negociaron con el PSOE cuando Pedro Sánchez necesitaba sus votos para su investidura y existe un compromiso para sacarlo adelante, aunque no sobre cuál será su configuración final. Su reivindicación es histórica y transversal, como demostró el pasado marzo que una veintena de organizaciones económicas y empresariales se unieran en un ejercicio sin precedentes para reclamar la actualización.

La ministra de Hacienda, María José Montero, se ha comprometido a negociar su actualización, aunque el dominio del PP en el grueso de las comunidades autónomas no lo pone fácil. Junts y ERC reclaman una negociación entre el Estado y la Generalitat y un modelo basado en la recaudación por parte de la Agencia Tributaria Catalana de todos los impuestos y, a partir de ahí, la determinación de un porcentaje que se transferiría al Gobierno central para pagar sus servicios en Cataluña y una cuota de solidaridad para repartir con las autonomías que lo requieran. Es un modelo similar al que tienen País Vasco y Navarra.

Infraestructuras. El déficit de inversión en infraestructuras fue uno de los detonantes del procés. El Govern encuentra complicidad entre el mundo empresarial para denunciar que no solo las inversiones introducidas en los Presupuestos Generales del Estado no se corresponden al peso de Cataluña en el PIB español, sino que cuando se tienen que ejecutar esos compromisos hay un reguero que se queda por el camino.

Usuarios esperan la salida de un tren en el andén de la estación de Sants de Barcelona.
Usuarios esperan la salida de un tren en el andén de la estación de Sants de Barcelona.Gianluca Battista

A ese problema se le suma otro: la complejidad que supone sacar adelante proyectos de calado en Cataluña por la oposición territorial que muchas veces despiertan. La ampliación del aeropuerto de Barcelona es actualmente el proyecto más visible, con ideas enfrentadas sobre si es imprescindible y cómo se tiene que hacer. El otro gran debate se sitúa en torno a la transferencia de la red de Rodalies de Renfe, un traspaso pactado sin mucha concreción entre el PSOE y ERC y que ya tiene comisiones de trabajo funcionando.

Sequía. La sequía será el elefante en la habitación para el nuevo Govern. La crisis hídrica que atraviesa Cataluña desde hace más de tres años ya fue un detonante que llevó a los Comunes a rechazar los presupuestos por el consumo de agua que requería el proyecto del Hard Rock en Salou (Tarragona). Aunque la comunidad haya rebajado el nivel de alerta por sequía, el futuro Ejecutivo tendrá que apuntalar las inversiones que se han realizado en infraestructuras hidrológicas para afrontar los futuros episodios de escasez de agua con mayor independencia de las lluvias.

Hasta ahora, la Generalitat ha invertido en la ampliación y construcción de desalinizadoras y regeneradoras de agua en Foix, Tordera, Blanes, la Costa Brava o Barcelona, para que la comunidad produzca los recursos hídricos necesarios y que más de seis millones de personas no tengan que sufrir nuevas restricciones en el consumo de agua. Será prioritario profundizar en la recuperación de los acuíferos y en la reparación de las redes de abastecimiento de los municipios. El sector primario también tendrá que sufrir reestructuraciones: Cataluña es la segunda comunidad en número de macrogranjas (900) de España, solo por detrás de Aragón. Entre todas ellas, consumen el 30% del agua de los embalses que gestiona la Generalitat, según la Agencia Catalana del Agua (ACA).

Cultura. El 2% del presupuesto global de la Generalitat para el Departamento de Cultura es el gran horizonte por el que lleva años luchando el sector catalán. La consejería ha aumentado su presupuesto en un 89% (264 millones de euros) durante la legislatura, pero el fracaso presupuestario alejó al mundo de la cultura la mayor asignación presupuestaria de su historia: 566 millones de euros, un 1,7% del presupuesto total. El audiovisual catalán ha sido el gran protagonista del proyecto fallido que destinaba 52,3 millones de euros, de los cuales 38,6 (el 74%) eran para las producciones en catalán. Ferran Cera presidente de la Federación de Productores Audiovisuales (Proa), establece las prioridades del sector: “Urge despolitizar la Corporación Catalana de Medios (CCMA) y el Consell Audiovisual. Debemos profesionalizarlos”.

Además, explica Cera, es necesario poner en marcha el HUB Audiovisual Catalunya Media City por sus efectos “en la formación, en la cultura digital, en los videojuegos y en lo audiovisual”. El proyecto de conexión con la ciudadanía del Centre d’Arts Santa Mònica, la digitalización y las instalaciones del Arxiu Nacional de Catalunya, el presupuesto de la Filmoteca de Cataluña y la lengua son las carpetas pendientes para el próximo Govern.

Información elaborada por Bernat Coll, Dani Cordero, Amparo Pérez, Ivanna Vallespín y Luis Velasco.

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