_
_
_
_

El refugio suizo de cuatro catalanes arrastrados por el ‘caso Tsunami’: “Somos herramientas para reventar la ley de amnistía”

Un periodista, un político, un empresario y un activista investigados por terrorismo por las movilizaciones del ‘procés’ conversan con EL PAÍS desde su “exilio” en Ginebra

De izquierda a derecha, Josep Campajó, Oleguer Serra, Ruben Wagensberg y Jesús Rodríguez, en un cruce en Plainpalaise, en Ginebra (Suiza).
De izquierda a derecha, Josep Campajó, Oleguer Serra, Ruben Wagensberg y Jesús Rodríguez, en un cruce en Plainpalaise, en Ginebra (Suiza).Gianluca Battista
Jesús García Bueno

El periodista Jesús Rodríguez (49 años) y el diputado Ruben Wagensberg (37) se ven casi cada día desde hace seis meses. El destino ha entrelazado sus vidas. Son vecinos en Ginebra y se han hecho amigos inseparables. Bajo una lluvia intermitente, esperan en la explanada de Plainpalaise la llegada de los otros dos hombres que, en el último medio año, han encontrado a orillas del lago Leman un refugio para permanecer en libertad, perseguidos por una causa penal (la de Tsunami Democràtic) por terrorismo. Cuando llegan el empresario Josep Campmajó (55 años) y el activista de Òmnium Oleguer Serra (51), se abrazan y toman asiento en unas mesas de madera al aire libre para conversar pausadamente con EL PAÍS. Los cuatro charlan sobre la angustia personal y financiera de vivir en el extranjero, sobre el laberinto judicial en el que se hallan, sobre sus expectativas de regresar, al abrigo de la amnistía, a casa, a una Cataluña que parece haber dejado atrás el procés.

I. “Exilio”

Suiza ha sido el mejor aliado (mejor incluso que Bélgica) de los independentistas catalanes que decidieron no someterse a la acción de la justicia por causas vinculadas al procés. En 2018 viajaron a Ginebra la secretaria general de ERC, Marta Rovira, y la exdiputada de la CUP Anna Gabriel. Desde esa ciudad, enclave histórico para asilados y refugiados desde la Reforma protestante, ejercieron de anfitrionas cuando, hace cosa de medio año, llegaron ellos, arrastrados por la ola imparable del caso Tsunami Democràtic, que investiga a los organizadores de las acciones de protesta masiva contra la sentencia del procés en octubre de 2019. Cuando Pedro Sánchez logró la investidura y anunció una amnistía, el juez Manuel García-Castellón reactivó una causa que llevaba cuatro años inerte en su despacho. Y acabó atribuyendo un delito de terrorismo a 12 personas. Temerosos de acabar en prisión, cuatro de ellos se instalaron en Suiza solos, lejos de su círculo más cercano (con la excepción del diputado, que vive con su pareja) y se sienten, digan lo que digan, exiliados.

-Wagensberg: Salimos del país por una persecución judicial que nos puso en riesgo. Hay muchos tipos de exilios y el nuestro lo es. De aquí a 30 años nadie dudará de que estamos en el exilio y no de vacaciones, como dicen algunos.

-Rodríguez: En Suiza nadie cuestiona que estemos en el exilio, es un debate que solo se tiene en España. No estoy aquí por voluntad propia, me han forzado a exiliarme. Todo cambió con la negociación de la ley de amnistía. La reactivación de la causa me hizo sentir vulnerable, me hizo pensar que me exponía a perder la libertad.

-Serra: Hay un interés en decir que hemos venido como de vacaciones, pero no es así. El Estado o te envía a prisión o te exilia porque no ofrece garantías. Y quienes sufren las repercusiones son nuestro entorno: la familia, los amigos...

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

-Wagensberg: Es verdad que tenemos un entorno y unas redes de apoyo, pero nuestras vidas personales y profesionales han quedado suspendidas.

-Campmajó: Me indigna que se tomen a broma nuestro exilio. Yo soy de Girona, muy de Girona, y lo que quiero es volver allí, donde está la gente que me quiere.

La gris, plácida y limpísima Ginebra ofrece un ecosistema idóneo para que las reivindicaciones de los independentistas catalanes huidos sean escuchadas: sede europea de Naciones Unidas, alberga a refugiados de todo el planeta y es epicentro de organizaciones de derechos humanos, con las que han establecido vínculos. Pero Suiza, donde el salario mínimo es el más alto del mundo (3.700 euros al mes) también es un país caro. Carísimo. Solo Serra tiene permiso de trabajo (no solo de residencia, como el resto) y cuenta con el respaldo de una organización solvente, Òmnium Cultural. Wagensberg recibe ayuda de su partido, ERC, pero también de su grupo de apoyo, lo mismo que Rodríguez —el barrio de Sants de Barcelona se ha volcado con él— y Campmajó, que antes regentaba un restaurante en el casco viejo de Girona pero vive ahora con “recursos propios” y la ayuda de familiares. La caja de resistencia está medio vacía y solo cubre gastos derivados de juicios, algo a lo que ellos aún no se han enfrentado. Los dos cafés y el agua que han pedido para llevar y tomar en la mesa de madera han costado el equivalente a 40 euros. Su situación es precaria.

-Campmajó: Es importante tener un bloque antirrepresivo, que ayude en estas situaciones…

-Serra: Sí, no estamos preparados para exilios, con un impacto mayor, porque además son sostenidos en el tiempo. Lo más peligroso que he hecho aquí ha sido llevar mi coche cargado de berenjenas hasta casa, porque como muchos suizos van a Francia a comprar, se vigila mucho la comida...

-Rodríguez: Lo diré claro: la principal tarea de mi grupo de apoyo de Sants ha sido recoger dinero. Mi vida en Barcelona se sustentaba con 1.300 euros al mes. Aquí necesito cerca de 5.000.

-Wagensberg: Vivimos con mucha austeridad y con comida que nos traen los amigos en furgoneta, algunas a granel, embutidos… [ríe].

-Rodríguez: Al margen del precio, no es fácil encontrar un piso de alquiler en Ginebra. Anna Gabriel me ayudó mucho en eso, pero también en tener una línea telefónica, abrir una cuenta, tramitar el permiso de residencia… [los demás asienten]. Hemos descubierto que Ginebra no es solo una ciudad de banqueros, hay gente que nos ha ayudado. Me siento muy protegido aquí. Nos expresamos con tranquilidad, pero con libertad.

-Serra: Hemos comunicado puntualmente los motivos por los que estamos aquí y nadie nos ha molestado.

-Campmajó: Eso ha sido un cambio de chip. En España te da la impresión de que has de dar explicaciones por todo.

-Wagensberg: Y aquí ninguno de nosotros ha vuelto a mirar atrás caminando por la calle.

II. Tsunami

Si los cuatro se sienten tranquilos es, en parte, por la sólida posición de Suiza a propósito de la causa de Tsunami. En febrero, la Oficina Federal Suiza (que depende del Gobierno) rechazó la comisión rogatoria en la que el juez García-Castellón le pedía información sobre el paradero de Marta Rovira en ese país. Pese a las dificultades para averiguar domicilios, el pasado lunes el juez decidió citar a declarar, por videoconferencia, a 10 de los 12 investigados por terrorismo (con la excepción de Wagensberg y Puigdemont, cuya causa conduce el Supremo por su condición de aforados). El diputado, el activista y el periodista no aclaran si van a acudir a la cita del 22 de mayo (“no lo hemos decidido”, coinciden), pero del planteamiento general de su estancia en Ginebra se deduce que no lo harán.

-Campmajó: Faltan unos días, pero no es una imagen agradable volver a ver a independentistas delante de un juez español…

-Serra: Responderemos políticamente a una causa que es política.

-Wagensberg: Es una decisión que tiene claramente la intención de impactar en la tramitación de la ley de amnistía [que previsiblemente aprobará el Congreso el 30 de mayo]. La coincidencia temporal entre decisiones políticas y movimientos del juez ha sido una constante, pero nos ha servido para ridiculizar la causa.

Tsunami Democràtic fue la plataforma que organizó protestas masivas (la ocupación del aeropuerto de Barcelona, el corte de tráfico en la frontera francesa y las movilizaciones en la jornada de reflexión) contra la sentencia del procés, que en octubre de 2019 condenó a penas de entre 9 y 13 años de cárcel a los líderes independentistas. Otras protestas derivaron en incidentes violentos, sobre todo en el centro de Barcelona, y dejaron heridos, entre ellos dos policías que ejercen la acusación particular en la causa y se sienten víctimas de terrorismo. La Guardia Civil atribuye un carácter jerárquico a Tsunami y también alias a sus integrantes, modo de una organización criminal, en una investigación basada en los mensajes interceptados entre sus protagonistas.

Rodríguez es aficionado a la meteorología desde pequeño, cuando salía al balcón de su piso en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) a mirar las nubes. Dice que la charla en Plainpalaise puede continuar porque son “cuatro gotas”. El periodista está investigado por terrorismo por unos mensajes en los que cuenta a Josep Lluís Alay (hombre de máxima confianza de Puigdemont y su asesor en Waterloo) que va a haber manifestaciones y cortes de tráfico. Una información a la que, asegura, tenía acceso como periodista del semanario La Directa, desde el que ha destapado, entre otras cosas, la infiltración de policías sin cobertura judicial en el tejido asociativo de Cataluña.

Vinculado desde joven a la defensa de los refugiados y de las víctimas del terrorismo, a Wagensberg se le atribuye haber organizado la acción en El Prat. A su lado en el banco de madera, Campmajó, amigo de Puigdemont (y gironí como él) bromea con la vigilancia de la policía española cuando un helicóptero sobrevuela su cabeza por cuarta vez; de él dice la Guardia Civil que “ejercía labores encaminadas a la gestión del grupo operativo” que realizó el corte en La Jonquera; él asegura que era “uno más” en las movilizaciones. Lo mismo (“fui uno de tantos”) dice Serra, que revisa la hora, pendiente de tomar un tren porque vive fuera de Ginebra, desde donde coordina la actividad internacional de Òmnium).

-Wagensberg: Tsunami fue una movilización masiva porque en Cataluña hay un tejido asociativo rico que salió a protestar contra una decisión que le pareció injusta.

-Serra: Eso es lo fue, un movimiento además muy espontáneo, donde salió mucha agente.

-Rodríguez: Tsunami convocó el aeropuerto, el corte en la carretera y la jornada de reflexión. Atribuirle los disturbios que hubo en Barcelona es parte de una estrategia.

-Wagensberg: Es lo que no se entiende. Estamos investigados por terrorismo porque dos policías fueron heridos en unas protestas que no habían sido convocadas por la plataforma. Además, se suelen recordar los incidentes, paro la mayoría de movilizaciones fueron pacíficas.

-Campmajó: Somos nosotros los que estamos en la causa judicial, pero podría haber sido cualquiera. Porque somos un medio para un objetivo político. Estas acusaciones estarían prescritas de no ser porque había dos pieza de “caza mayor”, [Carles] Puigdemont y [Marta] Rovira.

-Rodríguez: Es así, somos herramientas para reventar la ley de amnistía y para alcanzar en esta causa a Puigdemont y a Rovira. También hay que pensar en la intromisión en la vida política y la intimidad de mucha gente. Aparecen citados 26 periodistas como yo, y conversaciones personales y políticas que han acabado en manos de Vox [ejerce la acusación popular en la causa].

-Wagensberg: A Puigdemont lo añadieron a última hora, no había salido nunca. Es una causa general contra el independentismo.

III. Terrorismo

Dos policías acaban de declarar ante la Audiencia Nacional que sufrieron episodios de “violencia extrema” en Barcelona en 2019 y que se sienten víctimas de terrorrismo, un delito grabado a fuego en el imaginario colectivo que los independentistas instalados en Suiza rechazan.

-Serra: Es una locura. Es la banalización del terrorismo. De lo que nos pueden acusar es de haber convocado movilizaciones, y de eso estoy orgulloso, lo mismo que nuestro entorno, que participó en ellas.

-Campmajó: Yo también me siento orgulloso de haber leído un código QR para ir a una convocatoria y protestar, y lo volvería a hacer. La distancia entre lo que pasó y lo que inventan es tan grande… ¿Qué deben pensar los policías heridos en un acto de terrorismo?

-Wagensberg: Yo creo que esto les duele a las víctimas reales del terrorismo. He trabajado con ellas en Siria, en Afganistán, y mucha se han mostrado escandalizadas por un asunto tan grave. La acusación por terrorismo pretende excluir de la ley de amnistía a ciertas personas y desacreditarnos ante la opinión pública.

-Campmajó: Bueno, y busca también nuestra muerte civil. Aunque llegue la amnistía, cuando quieras viajar y coger un avión, tu nombre hará saltar una alarma, va a estar relacionado con ese delito. Costará mucho tiempo y esfuerzo hacer que desaparezca.

-Wagensberg: El precedente que están creando es terrible. Seguramente nuestra causa marcará cuál es el límite, en España, del derecho de protesta. Si lo que pasó con Tsunami es terrorismo, veremos a activistas por el cambio climático o a personas que intentan frenar un desahucio en la cárcel por terrorismo.

-Rodríguez: Cruzar esa línea roja, la del terrorismo, envía un mensaje de miedo a la población: cuidado con lo que hablas o haces. Si triunfa la tesis del juez, Tsunami puede limitar los derechos de todos, no solo de los indepedentistas. Si se hubiera aplicado ese patrón a las protestas de payeses o taxistas, ahora muchas cárceles españolas estarían llenas de payeses y taxistas. Por eso la causa de Tsunami no puede tener un juicio ni una sentencia, porque sería una sentencia contra la democracia.

-Wagensberg: Eso es lo que intentamos hacer también desde el exilio. Nos defendemos a nosotros, pero también a futuros manifestantes. Queremos evitar que haya un juicio juicio, y por tanto que haya una jurisprudencia mientras no llegue la amnistía.

Rodríguez, Campmajó, Wagensberg y Serra, en un paseo junto a la Universidad de Ginebra.
Rodríguez, Campmajó, Wagensberg y Serra, en un paseo junto a la Universidad de Ginebra.Gianluca Battista

IV. Amnistía

La ley de amnistía, que tras el rechazo del Senado aprobará el Congreso el 30 de mayo, incluye los actos vinculados al proceso independentista en Cataluña. El terrorismo queda excluido, pero solo cuando haya causado de forma intencionada “graves violaciones de derechos humanos” recogidas en el Convenio Europeo de Derechos Humanos a propósito del derecho a la vida y la prohibición de la tortura. El caso Tsunami pues, queda al abrigo de la medida de gracia. Pero ante las embestidas de García-Castellón, los cuatro catalanes instalados en Ginebra no saben qué pensar. Algo aislados del pulso de la realidad de Cataluña, viven con angustia las noticias vinculadas a ese proceso, como cuando pensaron que, si Sánchez abandonaba la presidencia del Gobierno, la ley de amnistía quedaría en papel mojado. La lejanía magnifica las buenas y, sobre todo, las malas noticias.

-Serra: La amnistía es una victoria política. Pero ya hemos visto cómo funciona el sistema judicial. La intuición me dice que harán lo que sea para no aplicarla…

-Wagensberg: Comparto lo que dices, pero creo que al final, no sé cuánto tardará, se nos acabará aplicando.

-Rodríguez: En dos meses seguro que no. Habrá cuestión prejudicial [los jueces pueden acudir al Tibunal de Justicia de la Unión Europea si tienen dudas sobre su aplicación] o tendremos que ir al Tribunal Constitucional a hacer valer nuestros derechos. Pueden ser meses.

-Wagensberg: Los jueces también han de conocer sus límites, si no quieren incurrir en una prevaricación.

-Campmajó: Pero no hay nadie que los doblegue. Mirad, yo no pienso en ello. No quiero crearme expectativas que pueden frustrarme.

-Serra: Yo también me he propuesto no tener ninguna expectativa para aguantar fuerte en el exilio.

-Rodríguez: El mes que hubo la batalla en Fiscalía sobre la amnistía fue un desgaste brutal, una montaña rusa emocional. Pasabas de la esperanza a la frustración y viceversa en horas. Tienen tanto poder para decidir sobre tu vida que…

-Campmajó: Yo con volver a Girona tendría suficiente. Quiero volver a casa, y sé que volveré. Lo que me preocupa es qué Cataluña me encuentro. ¿Se habrá acabado el conflicto judicial?

La Cataluña que se encuentren puede ser, también en lo social, muy distinta. Los resultados de las autonómicas del 12-M, con la victoria del PSC de Salvador Illa, parecen indicar que muchos ciudadanos han decidido pasar página del proceso independentista. Pero ese giro no parece pesar en el ánimo de estos nuevos ginebrinos austeros, acostumbrados a vivir en la incertidumbre.

-Campmajó: Mi gente no se olvidará de mí.

-Wagensberg: Las dinámicas electorales van como van, pero esto es un debate diferente.

-Serra: Son otras batallas, sí, nosotros somos activistas.

-Rodríguez: Lo más importante es volver a una Cataluña donde se garanticen los derechos fundamentales. Más allá del contexto electoral, ese es el reto.

Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_