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La campaña esconde el referéndum en Cataluña: “Ha perdido credibilidad”

Los partidos independentistas reducen las propuestas sobre la autodeterminación y abogan por debatir sobre cuestiones más cotidianas

Carteles electorales pidiendo el voto en las elecciones catalanas del 12 de mayo en el centro de Tarragona.
Carteles electorales pidiendo el voto en las elecciones catalanas del 12 de mayo en el centro de Tarragona.Enric Fontcuberta (EFE)
Bernat Coll

Sequía, fiscalidad, lengua, educación, y pactos. La agenda política ha recuperado en esta campaña cuestiones cotidianas de la vida de los ciudadanos y se ha alejado de la cuestión territorial. Con el eje social en auge, los partidos independentistas han limitado sus propuestas vinculadas a la independencia de Cataluña en sus programas. Ninguno plantea plazos ni fórmulas concretas más allá de un “acuerdo” con el Estado para una eventual consulta. “Hemos retrocedido”, lamenta Elisenda Paluzie, expresidenta de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), entidad protagonista durante el procés. “Los debates se plantean principalmente sobre el déficit fiscal y la ejecución de las infraestructuras, no sobre la independencia”.

Paluzie considera que el referéndum “ha perdido credibilidad”, y añade que “la ausencia de un plan entre los partidos ha convertido incluso la propia independencia “en menos creíble”. Las encuestas plantean por primera vez en diez años que el independentismo llega a las elecciones con la posibilidad de perder la mayoría parlamentaria.

Tanto ERC como Junts insisten claramente en sus programas en alcanzar la independencia, pero no hay forma de saber cómo y sus planteamientos coinciden por primera vez en años por su prudencia. Los republicanos abogan por un referéndum “acordado” con el Estado; mientras que los posconvergentes piden “condicionar” a los partidos constitucionalistas con amplias mayorías que desemboquen en “un referéndum de autodeterminación que se pueda celebrar en el futuro”, sin establecer cuándo.

La cautela de los dos principales partidos independentistas parece romper definitivamente con la radicalidad del procés que Junts mantuvo hasta 2023, cuando negoció la ley de amnistía con el PSOE. En 2021, el partido de Carles Puigdemont pedía “culminar la activación de la Declaración de Independencia firmada el 10 de octubre de 2017″; mientras que el programa de ERC planteaba en 2017 directamente la pregunta de un referéndum: “¿Queréis que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?”. En 2015, Junts pel Sí, la coalición de ambos partidos, aseguraba que el Parlament proclamaría en una declaración el inicio “del proceso independencia” tras conseguir la mayoría parlamentaria. Los republicanos fueron los primeros en rebajar las expectativas en 2021: “Para ganar la libertad del país tenemos que ser más y preparanos aún mejor”, pedían.

Desde Comuns Sumar , formación que sigue defendiendo “acordar una ley per establecer el procedimiento (...) para la modificación del estatus político de Cataluña”, la candidata, Jéssica Albiach, celebra la moderación del independentismo: “Somos la única fuerza que no se ha movido de su posición”, recuerda.

Un repaso rápido a todos los programas de estas elecciones confirma la percepción de que los propios partidos secesionistas parecen haber hecho un paso atrás: entre ERC, Junts, CUP y Comunes, la presencia de las palabras referéndum y autodeterminación se ha reducido un 55% (aparecen 56 veces, frente a las 125 de la campaña de 2021) en sus programas electorales. La CUP, con una caída del 72%, plantea la mayor reducción. Cuestionada sobre si el partido antisistema ha limitado el eje nacional en favor del social y el medioambiental, su candidata, Laia Estrada, lo rechaza. “En ningún caso. Siempre lo hemos puesto al mismo nivel”. Las encuestas plantean un duro revés electoral para la CUP, que rechaza la posibilidad de alcanzar un acuerdo con el Estado para celebrar el referéndum y aboga “por la desobediencia civil y la movilización popular”.

La duda es si el pragmatismo político responde al desinterés social o a una escasa capacidad de seducción. “La frustración del colectivo independentista se explica por la falta de unidad y de plan”, conviene Paluzie. “Se visualiza el odio fratricida entre ERC y Junts, que no han planteado una estrategia común”. Según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO, el CIS catalán), del pasado mes de marzo, las relaciones entre Cataluña y el Estado son la tercera principal preocupación social, por detrás del cambio climático y la insatisfacción con la política. Durante la época más intensa del procés, esta era una preocupación capital para los ciudadanos.

Durante la campaña, sin embargo, y quizás sin proponérselo, republicanos y posconvergentes han coincidido en plantear un referéndum acordado a partir de la vía del artículo 92 de la Constitución, que permite al Estado someter a referéndum consultivo de “todos los ciudadanos” las “decisiones políticas de especial trascendencia”. El president, Pere Aragonès, planteó esta posibilidad el pasado 2 de abril, y semanas después Junts lo incorporó en su programa: “Solo hacía falta recurrir al artículo 92 para superar los impedimentos legales [para organizar un referéndum]”.

El nuevo paradigma, en todo caso, inquieta al independentismo más enfervorizado. La ANC planteó a sus bases presentarse a las elecciones con una lista cívica para acelerar los plazos para alcanzar la independencia, y Alhora (la formación de la exconsejera Clara Ponsatí) se presenta con la misma idea. “Ahora hemos vuelto a 2012″, lamenta Paluzie. “El referéndum y el mandato del 1 de octubre [de 2017] han sido sustituidos por el referéndum pactado”, entiende Elisenda Paluzie, “Y si solo hablan de referéndum acordado, cuando depende del Estado, el mensaje que se impone es que la independencia no es posible. Y eso es terrible”.

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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
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