Sánchez lleva a Davos su batalla contra la “internacional ultraderechista”
El presidente contrastará el “modelo español de éxito” con Milei y Trump, que entrará por videoconferencia. Las cifras españolas generan interés en la cumbre económica a pesar de venir de un Gobierno progresista alejado de sus postulados
El foro económico de Davos, que arranca este martes, es sobre todo una gran concentración de hombres de negocios haciendo su trabajo, mover dinero y buscar rentabilidad, pero cada vez más es también un lugar simbólico del debate político en el mundo. Y este año, en el que se inaugura prácticamente a la vez que toma posesión Donald Trump como presidente de Estados Unidos y que no acudirá en persona pero sí entrará por videoconferencia, la política tendrá todavía mucho más protagonismo.
En este contexto, con un gran choque entre el nuevo modelo de EE UU de desregulación total, negación del cambio climático y guerra comercial, y el europeo, que apuesta por un mundo con reglas, profundizar la transición energética y evitar la batalla de los aranceles, Pedro Sánchez quiere jugar un papel relevante aprovechando los números de la economía española, que la colocan como un ejemplo de crecimiento sancionado no solo por los organismos internacionales sino también por medios de comunicación cruciales en el mundo de los negocios y por tanto en Davos.
Sánchez acude a Davos con su equipo económico de máxima confianza: viajarán el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y Manuel de la Rocha, hombre clave del entorno del líder. Y este miércoles organizó en La Moncloa una comida con ellos, María Jesús Montero y el jefe de Gabinete del presidente, Diego Rubio, para analizar los datos económicos. Con esas buenas cifras pretende defender en Suiza que “el modelo español funciona”, un lema que repite con frecuencia últimamente, y contrastarlo con las ideas de lo que llama “la internacional ultraderechista”.
La ocasión será ideal, porque el español tendrá como contramodelos a Trump y al argentino Javier Milei, muy aplaudido en los sectores liberales que dominan Davos por el ajuste que está haciendo en su país, pero cuya economía sigue teniendo números objetivos negativos. Argentina ya está saliendo de la recesión, pero tuvo una caída del PIB en 2024, primer año de Milei, del 2,8%, según el FMI, mientras España creció un 3,1%. “Será un Davos interesante, de contraste de modelos. Nosotros vamos con la idea de reivindicar el éxito del nuestro, tenemos datos imposibles de rebatir”, señala un miembro del Gobierno.
Sánchez y Milei han compartido cumbre ya varias veces —en Davos el año pasado, donde intervinieron uno detrás de otro, y en el G-20 en Brasil— pero no han hablado nunca, y a pesar de que ya hay un nuevo embajador en Buenos Aires después de la crisis del año pasado, no existe ningún contacto personal entre los líderes ni está previsto. De hecho Milei no busca ningún cruce informal, en las cumbres apenas habla con los otros líderes, y se mantiene conversando normalmente con su hermana, Karina, su mano derecha, o mirando su móvil, dada su hiperactividad en redes sociales.
Sánchez estará muy solo políticamente en Davos, tendrá casi como único aliado al alemán Olaf Scholz, ya de salida con toda probabilidad en las elecciones de febrero, pero a su favor estará Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que pese a no ser de la familia política del español defiende ideas similares en cuestiones clave, como el cambio climático, la apertura comercial, los valores democráticos y la lucha contra las fake news.
Sánchez está buscando un refuerzo de la unidad en la UE frente a la ofensiva de Trump, está hablando con todos los líderes, y de momento la Comisión de Von der Leyen ha lanzado dos mensajes claros a Trump: este viernes, a pocos días de su toma de posesión, se ha firmado una actualización del tratado con México, después de cerrar el de Mercosur pocas semanas antes tras más de 25 años de negociaciones. Además se ha reforzado la investigación sobre X, la red de Elon Musk, por su política de control de la desinformación, algo que podría derivar en multas millonarias. El Gobierno español ha empujado mucho para ese acercamiento entre la UE y sus socios latinoamericanos, que ve como una forma también de defenderse de la presumible ofensiva de Trump. Esa batalla de fondo entre los dos modelos y entre EE UU y la UE estará en las conversaciones de pasillo y en los discursos oficiales de Davos.
En el Gobierno español, en un análisis que comparten con varios ejecutivos europeos —el francés Emmanuel Macron ha sido especialmente explícito— creen que Trump y Musk ven la UE como el modelo a batir, porque supone todo lo que rechazan: regulación económica muy clara, intervención en el mercado, políticas de igualdad, estado del bienestar fuerte, defensa del acuerdo de París, medidas fuertes contra la desinformación.
Sánchez ha organizado no solo su discurso público y privado —tendrá una intervención sin cámaras ante decenas de empresarios relevantes además de la habitual alocución emitida en directo en la sala principal— sino también su agenda alrededor de esta idea de defender su modelo, opuesto al de Trump y Milei: el presidente se encontrará con la directora de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, en un momento en el que EE UU quiere multiplicar los aranceles por su cuenta en vez de negociar ante este foro multilateral clave, que España defiende.
Lo que más preocupa ahora a gobiernos como el español, y esto estará muy presente en Davos, es que Europa rompa su unidad frente a Trump. Giorgia Meloni ya ha dado síntomas de acercamiento a Elon Musk, con el que está negociando para que su empresa, Starlink, se lleve un contrato millonario de comunicaciones del ejército italiano, un asunto que ha desatado una enorme polémica en el país y que ella se ha visto obligada a matizar. “La carrera de la derecha italiana por besar los pies del hombre más rico del mundo estaría adquiriendo rasgos ridículos, si no fuera porque están en juego la seguridad nacional, el dinero de los ciudadanos italianos y sus datos sensibles”, llegó a decir la líder de la oposición, Elly Schlein, del Partido Democrático.
En España también preocupa que haya gobiernos europeos que vayan por libre y traten de salvarse así de los aranceles de Trump. Italia está especialmente expuesta porque exporta mucho a EE UU, y muchos sectores presionan. Sánchez también busca llevarse bien con Trump, y le llamó para felicitarle por su victoria, porque lo considera un socio fundamental y también porque quiere evitar esos aranceles sensibles para algunas industrias españolas, pero apuesta por reaccionar con toda la UE de forma unida ante cualquier movimiento.
Sánchez sufre ahora en clave nacional una presión de la oposición muy fuerte, tiene una situación política muy complicada, con Junts anunciando que paraliza todas las negociaciones, y ha visto cómo decisiones judiciales perjudiciales para el Gobierno marcaban la agenda política. Pero fuera, los inversores internacionales, el mundo de Davos, mira las grandes cifras y ve al país como un lugar donde las grandes empresas tienen beneficios récord y los que han entrado han logrado grandes ganancias. Esto es lo que tratará de explotar el jefe del Ejecutivo en Davos, donde ya es uno de los políticos más veteranos —es su séptimo foro— y se siente cómodo porque los debates se centran en economía y ya casi nadie duda de su resistencia política después de tantos años de estable inestabilidad.
Sánchez llega a Suiza con una decisión trascendental para el mundo de Davos aún caliente: el cambio en la cúpula de Telefónica, la principal empresa del país, que ahora será más cercana al Gobierno y que decidió hace un año comprar el 10% de esta compañía estratégica a través de la SEPI para defenderse de la entrada con casi otro 10% por parte de Arabia Saudí. El Gobierno confía en que en Davos se vea bien este giro, porque está consensuado entre todos los accionistas, privados y públicos, y explica cómo un relevo normal después de nueve años de José María Álvarez-Pallete como presidente. Pero el movimiento ya tiene fuertes críticas, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, acusó a Sánchez de “colonizar las empresas privadas” y habló incluso de “deriva antidemocrática”.
La reacción del mundo de los grandes inversores al movimiento en Telefónica se verá en los próximos días, pero desde el punto de vista político parece un claro gesto de autoridad que habla de un Gobierno que quiere ejercer todo su poder mientras tenga mandato y pretende agotar la legislatura. Sánchez va pues a Davos a exhibir buenas cifras ante los inversores y dar la batalla del contraste de modelos, pero también con un claro mensaje político: el año que viene piensa seguir acudiendo. Y el siguiente, también. Aunque no solo depende de él. Y la política española sigue siendo imprevisible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.