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El marco perfecto de arte y ladrillo

La incorporación de obras en las promociones inmobiliarias las vuelve más valiosas y sencillas de vender

Jorge M. Pérez, en Art Basel Miami Beach el Centro de Convenciones de Miami Beach, el 29 de noviembre de 2022
Jorge M. Pérez, en Art Basel Miami Beach el Centro de Convenciones de Miami Beach, el 29 de noviembre de 2022Alfonso Durán (The New York Tim (ALFONSO DURAN / New York Times /)
Miguel Ángel García Vega

Quizá no exista nadie en el mundo del arte como Jorge Pérez (Buenos Aires, 1949). El coleccionista y mecenas tiene arte incluso en el vestidor de su casa. Dentro del armario. Unas pinturas pequeñas de Lynne Drexler (1928-1999). Justo en la parte superior donde descansan los zapatos en su ático de Miami. Vive en el piso más alto de un edificio diseñado por la firma de arquitectura OMA en Coconut Grove. “Me gusta ver arte hasta cuándo me calzo los zapatos”, narra. La casa alberga unas 300 obras, 1.000 metros cuadrados y una vista circular de 360º sobre el paisaje de tierra y mar que entra y sale de Biscayne Bay, entre las subidas y bajadas de la marea y los vientos.

Jorge Pérez es el mayor promotor inmobiliario —y uno de los latinos más ricos del planeta— de la costa Este. Es único. Y no solo por ser demócrata, a pesar de su fortuna de 1.700 millones de dólares (unos 1.600 millones de euros), sino porque en sus promociones emplaza arte. “Todo escogido por nuestros comisarios: no utilizamos jamás diseñadores o decoradores”. Y añade: “Es parte de nuestro ADN, y salta rápido al inglés, representa nuestra “brand” [marca], pese a su perfecto español. El arte ayuda mucho a las ventas, sobre todo en los apartamentos de alto nivel, donde los clientes ya tienen sensibilidad por la creación”, admite. Y quien quiera empezar recibe un catálogo, publicado por su compañía —Related Group—, para que “entiendan” las piezas con las que conviven. Es una propuesta pensando en que todos aprendan. Amigos, visitas, vecinos, curiosos.

Los fondos van ya por las 7.000 obras (ha incorporado en los últimos meses artistas españoles como Tàpies, Guerrero o Saura), y la ilusión del coleccionista y de su mujer, Darlene, hepatóloga, es llevar el arte a los inmuebles pero también a espacios gratuitos como El Pérez Art Museum Miami y al Espacio 23. Tal vez la mejor estrategia para vender arte en el universo de los bienes raíces es amándolo. “El arte tiene, también, repercusión” en el antiguo ladrillo y mortero. “Conozco algunos amigos artistas en Estados Unidos que se ganan la vida produciendo obras para promociones inmobiliarias. No son de alta gama. Apenas superan las cinco cifras”, admite la economista experta en arte, Clare McAndrew. Poco para este mundo de unos escasos nombres. Aunque suficiente para vivir y contarla.

Quizá ahora, que ha superado una operación difícil, Jorge, tal vez, recuerde, algo que no suele contar. Su madre cubano-española siempre estaba leyendo, de ahí proviene su pasión por editar y leer. Y no faltaba en el relato Fidel Castro. Se equivocó en muchas cosas —le explicó siendo bastante joven— y no construyó el paraíso, en la isla, prometido: pero nadie le “encontró un millón de dólares en Suiza”. Algo quedó dentro de él. Quién mejor que Pérez para viajar con Obama a la isla en 2016 en el Air Force One. Era una esperanza histórica, pero, entre otros, quienes juegan al dominó en el malecón, vieron temblar sus fichas.

Esa es parte de la historia, quizá quedan pocas dudas en el aire. “El arte siempre sirve para vender inmuebles. Incorporar la creación eleva y distingue a los edificios; el arte suma”, resume el escultora, arquitectico y paisajista, Arturo Berned. Vivir con arte es un privilegio. Pérez cree con todas “sus fuerzas” en democratizar la mirada.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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