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Un muerto y dos heridos en un atentado con coche bomba en la entrada de la cárcel más peligrosa de Ecuador

El ataque se produce a un mes de las elecciones en la prisión de Guayaquil, donde están recluidos los pandilleros más temidos de Ecuador

Militares hacen guardia fuera de la Penitenciaría Litoral en Guayaquil.
Militares hacen guardia fuera de la Penitenciaría Litoral en Guayaquil.Dolores Ochoa (AP)

La explosión de un coche bomba en los alrededores de la Penitenciaría del Litoral, la cárcel más peligrosa de Ecuador, ha sacudido la madrugada de este jueves la ciudad de Guayaquil. El atentado, aún bajo investigación, involucra un vehículo cargado con dinamita, cuya detonación provocó la destrucción de cinco coches estacionados en las cercanías. La violencia del estallido dejó un muerto, un agente penitenciario, y otras dos personas resultaron heridas, entre ellas un policía que formaba parte del cerco de seguridad externa de la prisión, según confirmó el jefe policial del sector Pascuales, donde se encuentra el penal.

Este atentado supone el cuarto ataque contra la Penitenciaría del Litoral, un centro penitenciario marcado por una historia de masacres, con al menos siete episodios de violencia sin freno que han dejado 500 reos asesinados en los últimos cuatro años. La explosión de esta madrugada ocurre cuando falta un mes para la segunda vuelta de las elecciones. Se produce, además, en el marco de un estado de excepción decretado por el presidente Daniel Noboa, que incluye la implementación del llamado plan de seguridad Fénix, del que lo único que se conoce es la militarización de la seguridad. Sin embargo, el aumento de militares en las calles y cárceles parece insuficiente frente a la arrolladora violencia del crimen organizado.

Solo en los primeros tres meses de este año, más de 1.500 personas han sido asesinadas en el país. Esa cifra aumenta después de la masacre ocurrida la semana pasada en el barrio Socio Vivienda 2 de Guayaquil, en la que 22 personas fueron asesinadas en medio de una pugna de poder entre dos facciones de la banda Los Tiguerones, que tienen el control total de ese sector, y donde las balaceras han continuado durante toda la semana, sin respuesta alguna de las autoridades.

Al amanecer, en los alrededores de la Penitenciaría, la escena era desoladora. Agentes de la Policía se encargaban de recoger las vallas metálicas dispersas a lo largo de la avenida Daule, que atraviesa el recinto carcelario, mientras los restos de los vehículos quemados se amontonaban entre los escombros. Comerciantes de la zona barrían los vidrios rotos de sus vitrinas, también dañadas por la fuerza de la explosión. La violencia sigue dejando huella en una ciudad marcada por el dolor y el caos.

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