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Merz busca contra el reloj apoyos para el gasto militar masivo en Alemania

“El mundo mira a Alemania”, advierte el futuro canciller mientras corteja a Los Verdes, necesarios para aumentar la inversión en defensa e infraestructuras

Friedrich Merz
Friedrich Merz, líder de la CDU y futuro canciller alemán, este jueves durante el debate en el Bundestag en Berlín.CLEMENS BILAN (EFE)
Marc Bassets

El democristiano Friedrich Merz, vencedor en las elecciones del 23 de febrero, todavía no es canciller, pero ya afronta su primer examen legislativo con el voto parlamentario para rearmar a Alemania ante la amenaza rusa y la posible pérdida de la protección estadounidense. Merz busca contra el reloj los apoyos para permitir, mediante una reforma constitucional, un endeudamiento masivo para afrontar el gasto militar y 500.000 millones de euros para infraestructuras. “El mundo mira a Alemania”, dijo este jueves en el Bundestag, consciente de que sus planes de inversión suponen un giro en la posición de su país respecto a Estados Unidos y una ruptura con años de austeridad. “¿Fracasar es una opción?”, se preguntó retóricamente. Su respuesta es que no, pero no será sencillo.

El plan del futuro canciller y de su la Unión Democristiana/Unión Socialcristiana (CDU/CSU) cuenta con el apoyo del Partido Socialdemócrata (SPD), partido con el que, horas después del debate parlamentario, han empezado oficialmente las negociaciones para formar una coalición de Gobierno. Pero los votos de ambas formaciones no suman la mayoría de dos tercios que exige el cambio constitucional inmediato. Necesitan a Los Verdes, y ahí está el problema. Porque el partido ecologista no está dispuesto a regalarle a Merz su primera victoria legislativa. Y le harán pagar caro su voto. “No podemos confiar en su palabra”, le espetó la jefa del grupo parlamentario, Katharina Dröge. El voto sobre la reforma constitucional está previsto el martes; después irá al Bundesrat, donde están representados los Estados federados.

El debate parlamentario de este jueves era inesperado, una anomalía después de que hace tres semanas los alemanes eligiesen en las elecciones un nuevo Bundestag. Los diputados salientes ya habían hecho las maletas y los nuevos se preparaban para instalarse el 25 de marzo. Pero el mundo cambia a marcha acelerada y también ha puesto patas arriba la agenda en Berlín. La aproximación de Washington a Moscú, la encerrona de Donald Trump al ucranio Volodímir Zelenski en el Despacho Oval y los ataques del presidente de EE UU a Europa han supuesto para Merz, como para otros líderes europeos, un electrochoque. Y le han llevado a presentar una doble propuesta. De un lado, abrir las compuertas al gasto militar sin las constricciones del freno constitucional al endeudamiento, que limita la capacidad de maniobra fiscal de Alemania. Del otro, la creación de fondo especial de inversiones en infraestructuras destinado a relanzar la primera economía europea, estancada desde 2019 y en recesión desde 2023. La factura final podría acercarse al billón de euros.

La propuesta de Merz podría haberse debatido en el próximo Bundestag. Pero esto planteaba, primero, un problema de calendario. Teniendo en cuenta que la coalición, previsiblemente, no estará formada hasta mediados de abril, y que hasta entonces Merz no será canciller, habría que esperar semanas o meses para adoptar el plan de choque. Los riesgos geopolíticos y económicos desaconsejaban la demora, según el democristiano. En la BBC, el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, ha advertido que la guerra comercial con EE UU amenaza con prolongar la recesión en Alemania. Merz confía que, con sus medidas, la economía crezca entre un 1% y un 2% del producto interior bruto.

Críticas de AfD

El otro motivo para adelantar el voto es que en el antiguo Bundestag, operativo hasta la constitución del nuevo, es más fácil que en el nuevo alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria para la reforma constitucional. La extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), segundo partido más votado el 23 de febrero, cuestiona la legitimidad de un voto en un cámara que no refleja la voluntad de los alemanes expresada este año, sino las mayorías de 2021, y ha elevado una demanda al Tribunal Constitucional.

Merz multiplicó el jueves en el Bundestag los guiños hacia Los Verdes, a quien, durante la campaña electoral, su partido no se cansó de calificar de incompetentes para gobernar. Les agradeció su disposición a negociar, y les ofreció incluir la protección del clima en el fondo de inversiones con 50.000 millones de euros. Al mismo tiempo, no pudo evitar exhibir la arrogancia que se le suele reprochar. “¿Qué más quieren?”, lanzó a la bancada ecologista. Dröge, portavoz del partido, le recordó sus contradicciones. Hasta las elecciones, dijo, el futuro canciller se oponía a flexibilizar el límite constitucional al endeudamiento, precisamente lo que ahora exige que apoyen Los Verdes. Los ecologistas se declaran dispuestos a apoyar al aumento del gasto militar, pero piden aplazar el fondo de inversiones hasta la constitución del nuevo Bundestag con las mayorías salidas de las elecciones.

Hasta qué punto la negociación entre Merz y Los Verdes es teatro —el tacticismo propio de toda negociación— no está claro. Sería extraño que Los Verdes hicieran naufragar el plan de la coalición de la CDU/CSU y el SPD. A fin de cuentas, son el partido que, en los últimos años, ha abogado con mayor convicción que ningún otro por el rearme ante Rusia y en apoyo de Ucrania. Al mismo tiempo, no se conforman con poner su firma sin contrapartidas. Reprochan a democristianos y socialdemócratas que usen las inversiones para repartir regalos a su clientela electoral. Saben que, tras gobernar durante la última legislatura, en la oposición su influencia se reducirá. Es su última oportunidad. Y para Merz, el momento es decisivo. Si se adopta el plan, empezará su mandato con una capacidad de gasto que pocos antecesores suyos han tenido. Un fracaso, que hoy pocos consideran probable, lastraría su mandato desde el primer minuto.


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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en Berlín y antes lo fue en París y Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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