La belleza en un búnker
Rosell Meseguer (Orihuela, 47 años) se autodefine como “artista visual e investigadora”. En sus imágenes hay querencia por lugares atrapados en el tiempo. Con una obra en la que emplea la fotografía, la pintura o la instalación, sus fotografías están en colecciones como las del IVAM, en Valencia; el Centro de Arte Dos de Mayo, en Madrid; el Board Whitney Museum, de Nueva York.
Fueron búnkeres, baterías militares, defensas… Hoy son los restos en ruina, entre basura y pintadas, de unas construcciones levantadas para avistar al enemigo desde la costa. En este caso, fortificaciones en la Región de Murcia usadas durante la Guerra Civil. De esos espacios lúgubres donde todos nos hemos metido alguna vez a curiosear, la artista Rosell Meseguer extrae belleza, con fotografías en las que juega con las formas toscas y la ausencia de luz. Para ella, además, son lugares con un recuerdo personal, remiten a su niñez en la costa de Cartagena. Son imágenes que forman parte de un proyecto global en el que Meseguer lleva casi 25 años para cartografiar refugios que la mano humana incrustó en bahías, cabos o acantilados. “Es un icono que se repite en España, Brasil o Escandinavia. Lo que cambia es el paisaje”, dice la autora.
Con el mar y el cielo presentes en varias de sus fotos, en otras están implícitos, se perciben las heridas del viento y la humedad en la arquitectura militar. Es la fragilidad de lo que fue construido para exhibir fortaleza. Doctora en Bellas Artes, Meseguer acompaña sus trabajos de abundante documentación, libros, material de archivo, recortes de prensa, objetos… para dar profundidad a unas estampas que, en el caso de estos fortines, invitan a reflexionar sobre la huella de los conflictos en la belleza de la naturaleza.
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