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Cómo elegir (y preparar) la mejor tortilla de patatas precocinada

La OCU analiza las diferencias de 15 productos y cómo afecta la forma de terminar de hacerlas en casa

Andrés Masa Negreira

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Cuando no hay tiempo ni ganas de cocinar la tortilla de patatas prometida para la cena o la excursión, uno da gracias de que existan los alimentos procesados. Recurrir a ellos habitualmente es desaconsejable, pero para ocasiones excepcionales hay que reconocer que nos sacan de más de un apuro. La tortilla de patatas precocinada no está entre los más habituales pero, ¿por qué no darle una oportunidad? Pese a que está claro que nunca serán iguales que las que se cocinan en casa, esperar lo contrario sería profundamente injusto. Y todo es cuestión de probar. Quien jamás haya dejado entrar este producto en su casa y esté dispuesto a cambiar de opinión, encontrará útil una comparativa que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado en el número de abril de su revista Compra Maestra.

El análisis no ha mostrado diferencias relacionadas con el tipo de envase, que fueron de plástico retractilado o de plato con atmósfera protectora, a excepción de un producto congelado que estaba cubierto con film dentro de una caja (no descartes esta opción si el plan es comerla en casa, es más cara pero también la más sabrosa, en opinión de los expertos consultados). El trabajo de la OCU tampoco revela problemas nutricionales en ninguno de los productos aunque, como era de esperar, el sabor y la jugosidad han marcado niveles por debajo de los de las caseras en una cata de cocineros expertos (y menos mal que no las han comparado con las que les hacían de pequeños...) Eso sí, hay que tener presente que las 15 tortillas analizadas llevan cebolla. O sea, que los partidarios de no añadir este ingrediente deben optar por tragar con él o resignarse a hacer un trabajo de disección previo al de deglución.

El aceite, la cebolla y los aditivos marcan la diferencia

Para comparar las tortillas precocinadas con las caseras, la OCU ha tomado como referencia la siguiente receta tradicional: 50% de patata, 25% de huevo, 14% de aceite, 10% de cebolla y 1% de sal. Las tortillas precocinadas guardan la misma proporción de patata, huevos y sal, pero incorporan  solo el 7% de aceite y muestran un incremento del 50% del contenido de cebolla, con un 15% del total de la receta. Además, introducen de media un 2% de aditivos.

La OCU no detalla qué aditivos se emplean, pero explica que, en general, estas sustancias se añaden para imitar en los productos ultraprocesados las características de los que no lo son. Y que hay dos grandes grupos, los que sirven para dar textura, consistencia y forma a la tortilla, y los que permiten que tenga un periodo de conservación prolongado, evitando que crezcan microorganismos patógenos y aparezcan alteraciones como el pardeamiento del producto.

En cuanto al precio, el análisis señala grandes diferencias. Las tortillas refrigeradas están en una media de 4 euros por kilo —aunque las de las marcas blancas cuestan en torno a 3,20 euros por kilo mientras las de fabricante llegan a los 5 euros— y el consumidor que opte por productos ecológicos puede tener que desembolsar hasta 10 euros por kilo. La más cara, sin embargo, fue la tortilla congelada de La Cocina de Senén, con 12,43 euros. Eso sí, también fue la que más destacó en la degustación de un grupo de cocineros expertos que las juzgaron tanto en busca de defectos como desde un punto de vista gastronómico.

Para el paladar, la congelada es la mejor opción

Quien no haya comprado una tortilla de patatas envasada en su vida, debe saber que los fabricantes no recomiendan comerla nada más abrir el envase, por mucho que el huevo ya venga cuajado. En su lugar, ofrecen la posibilidad de ponerla en el microondas (un aparato con más utilidad de la que habitualmente nos pensamos) entre 3 y 5 minutos, según la marca, o pasarla por la sartén de 1,5 a 5 minutos por cada cara. Precisamente porque ya vienen cuajadas, los cocineros optaron por poner el tiempo mínimo recomendado, y observaron que cuando se terminan en sartén la patata queda más entera, lo que juzgaron como un punto negativo. La cebolla también quedó muy entera en muchas de las muestras.

En el apartado organoléptico, los profesionales destacaron la tortilla congelada de La Cocina de Senén. "Tiene la apariencia de una gran gelatina rellena de patata, cebolla y huevo crudo, y que se aconseja terminar solo en sartén. Al ponerla al fuego, se va cuajando el huevo a la vez que se deshace la gelatina y se mantiene la forma. El resultado es una tortilla jugosa, con una patata pochada, de textura agradable", detalla el análisis. Pero también añade que el producto no es comparable con los demás por ser la única tortilla congelada.

La OCU admite que mientras llevaba a cabo su análisis había varias marcas en proceso de cambio, por lo que no se tuvieron en cuenta productos de Giraldo, La tortilla de la abuela, El Corte Inglés, Coviran, Consum y Dia.

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