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Ponerse a dieta en grupo consuela y ayuda a adelgazar, aunque solo sea por no quedar mal

La moda de jalear logros y compartir fracasos en público ha vuelto: perder kilos vuelve a ser un plan para hacer con los amigos

Si tienes edad suficiente, quizá te vengan a la cabeza imágenes de las macroreuniones para adelgazar que coparon los informativos de televisión hace ya algunas décadas. En ellas, quienes buscaban bajar de peso (en adelante, adelgazantes), eran invitados por motivadores, coordinadores, comerciales o todo en uno (llamémosles adelgazadores) a celebrar los éxitos o expiar los fiascos en público, como parte de su método para cambiar de talla (a menor, se entiende).

Algunas de las hornadas de adelgazantes recibían, como premio extra, kilopuntos para canjear por los productos dietéticos que supuestamente les ayudaban a alcanzar sus metas (y que convenientemente vendían sus propios adelgazadores). Un negocio redondo que se fue desinflando —como una minoría de los adelgazantes, con el paso de los años. Fue una consecuencia natural del ciclo de vida de cualquier moda y —¡ojalá!— por el aumento de la conciencia de que las dietas no deben regir nuestra alimentación y que solo se consigue adelgazar si logramos imponernos y mantener un estilo de vida saludable... ¿O no?

"Mejorar los hábitos de alimentación en grupo tiene múltiples beneficios, siempre que lo desarrollen e impartan profesionales formados y con experiencia", Teresa Ureta (dietista- nutricionista)

Como podría ser previsible viendo el éxito de los antes y después de Instagram, el fenómeno de exponerse para jalear logros y compartir fracasos ha vuelto a la vida real pero, en este caso, con conocidos. "Dieta con amigas" es el ilusionante título con el que centros de todo tipo y condición han bautizado sus programas para captar clientas que se entreguen al ritual anual de la operación bikini. Antes de preguntar a los expertos, una tiene el corazón dividido: por una parte, qué mejor que someterse a una tortura gastronómica (recuerden, las dietas no funcionan y provocan frustración) con tus compañeras de fatiga, esas que conocen tus debilidades y fortalezas, junto a quienes lo has celebrado todo pero con quien también has sudado excesos y llorado fracasos. Por otro, -¡ay, la condición humana!-, sospecho que solo conseguiría alegrarme por los gramos perdidos de las demás si van acompañados de los míos... Y que a una sana competitividad podría suceder una gélida lucha por ver quién pierde más, cueste lo que cueste, porque, cuando una tiene hambre, saca lo peorcito que lleva dentro.

Anticipando que el dilema puede ser generalizado, y, sobre todo, que se trata de una táctica de marketing sin fundamento, consultamos con Teresa Ureta, dietista-nutricionista y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética: "La metodología de ayudar a la gente a mejorar sus hábitos de alimentación en grupo no es nueva y, en muchos países, se lleva a cabo desde Sanidad y Atención Primaria. Existen muchos trabajos científicos en los que se confirman los múltiples beneficios de este tipo de intervenciones, siempre y cuando lo desarrollen e impartan profesionales debidamente formados y experimentados", tranquiliza, "aunque el reclutamiento debe cumplir unos requisitos y los objetivos deben identificarse (y ser efectivos)".

Julia Vidal, experta en ansiedad, estrés, obesidad y otros trastornos de la alimentación, y directora del centro Área Humana Psicología, nos detalla los pros de esta estrategia, desde el punto de vista de su especialidad: "En los grupos, el valor lo tienen los nutricionistas especializados y psicólogos que deben dirigirlos: saben lo que te pasa, te comprenden, se anticipan a lo que te va a suceder, resuelven dudas, dan seguridad... Decidir adelgazar en compañía supone darle otra oportunidad a tu meta: compartir objetivos los hace más ilusionantes y aumenta el compromiso, favoreciendo lo que nosotros, los psicólogos, llamamos adherencia al tratamiento. Además, el grupo proporciona apoyo social y un control externo, que son determinantes para el éxito porque muchas veces hacemos cosas por no quedar mal, por no fallar a los demás, y eso estimula el esfuerzo".

También tiene peros: se puede sentir vergüenza o dificultad para compartir, y, cómo no, alguno de los integrantes puede convertirse en una nota discordante acaparando la atención o ridiculizando a los demás. "Pero eso se resuelve si hay una experta en gestión de grupos", insiste Vidal. "Aunque los miembros puedan ser similares en cuanto a datos clínicos y estado nutricional, hay que tener en cuenta la individualidad de cada uno para la buena cohesión y dinámica del conjunto", añade. Claro que, entre amigas, esto no pasa... ¿o sí? ¿No será mejor hacer la dieta con un grupo de desconocidos? "Es una pregunta difícil de contestar. Todo tiene ventajas e inconvenientes, pero un dato importante es que los amigos en un grupo no son los mismos amigos de forma individual: el funcionamiento de cualquier persona se modifica en pandilla", concluye la psicóloga.

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