Vuelco al juicio
La cúpula de los Mossos está dándole el vuelco a un proceso que le traía los peores augurios
La cúpula de los Mossos está dándole el vuelco a un juicio que le traía los peores augurios. Estos:
Que había sido pasiva al perseguir el referéndum del 1-O, contra la orden judicial. O que obstruía o espiaba a las otras policías. Y que ejercía como mayordoma de los caprichos separatistas del Govern.
Los comisarios Manel Castellví, Emilio Quevedo y el major Josep Lluís Trapero contratacaron a esas denuncias.
Alegaron que fueron el primer cuerpo en ultimar un plan operativo. Que disintieron del perfil del coronel Diego Pérez de los Cobos para coordinador, pero acataron su designación. Que tenían solo 800 agentes antidisturbios; y sus colegas, 6.000.
El broche lo puso Trapero: habían elaborado un plan para detener al president Carles Puigdemont y todo el Govern, por la declaración de independencia del 27-O.
Poca mayordomía, pues, ante el poder político. Lo que contrasta con la tesis fiscal de que “acatarían exclusivamente sus instrucciones [las del Govern], como así sucedió” para “proteger coactivamente sus objetivos criminales”. Ese sería su aporte a la presunta rebelión.
El más percutante fue —este miércoles— el segundo del cuerpo, Ferran López. Dio datos. Y además gozó del marchamo de la doble lealtad: a la Generalitat y al Gobierno de Rajoy que le ascendió, vía artículo 155.
López desbordó a Trapero en el retrato de la persistencia de Puigdemont en la ilegalidad, ratificada en la reunión de mandos y consejeros del 28-S. Indicó que este (¿frivolidad, cálculo, estrategia?) comentó que si había violencia el 1-O “en ese mismo momento declararía la independencia”.
Hizo así caso omiso a “nuestra preocupación” por los posibles altercados el día del referéndum; a la “petición” de desconvocarlo; y al “reproche” por las declaraciones de los consejeros Forn y Turull atribuyendo a los Mossos que protegerían las votaciones, lo que negaron en un comunicado.
Tan relevante como eso fue que “del contenido de la reunión” dio parte a Pérez de los Cobos “la noche” del mismo día 28. ¿Podía ser rebelde a la Constitución un cuerpo cuyos mandos denunciaban a los levantiscos ante el coronel de la benemérita y coordinador de las tres policías?
Y ofreció detalles en aluvión. Negó “ninguna orden de seguimiento” a nadie el 1-O, “no tenía sentido”. Y dijo que las identificaciones de placas se hicieron por otro dispositivo, el Agora, de protección de edificios oficiales, en que se tomaba nota de todo.
Aseguró que el 20-S apoyaron todas las llamadas de auxilio (38) del (hoy) coronel de la Guardia Civil Mariano Martínez. Relató que él mismo ofreció el centro de coordinación de los Mossos para instalar un centro de mando “único” de las tres fuerzas.
Y aseguró que Cobos “validó el despliegue en binomios, validó la capilaridad, validó las fases (primero actuaban las parejas, luego apoyarían las fuerzas estatales), diseñó el dispositivo y validó su estructura”. Validó... hasta la mañana del 1-O.
Todo eso es el envés de la declaración de Pérez de los Cobos (5-3), que les acusó de “pasividad absoluta”, de “difuminar la fuerza” en parejas, de no ser “cierto” que informaran de su plan operativo y que, al cabo, este era “una estafa”.
El presidente de la sala, Manuel Marchena, consideró potente esa polémica: versa sobre “aspectos esenciales y nucleares” del juicio. Por eso aplazó, hasta mayor madurez de las pruebas, el careo de López con Cobos pedido por el letrado Javier Melero. Entonces se comprobará si el vuelco se perfecciona. O se retranquea.
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