La transformación empieza por el tomate industrial
La agricultura transforma la materia prima en bienes con valor añadido
"Extremadura tiene de todo". Hay un matiz de orgullo en la voz de Antonio Cabezas, director general de Agricultura y Ganadería, cuando, al otro lado del teléfono, habla del potente sector primario de su comunidad autónoma. Supone un 8,1% del PIB extremeño. Y está regado por el 25% de todas las reservas de agua que existen en España. "Siempre decimos que somos la comunidad con más kilómetros de costa, por nuestros embalses", apostilla. Más de 14.200 hectómetros cúbicos de los que beben sus vegas, fundamentalmente del Guadiana, también del norte. Cabezas recita cultivos como en una clase de geografía. Al norte, 9.000 hectáreas de tabaco —producción en la que es líder nacional — en el norte-noreste, 8.000 hectáreas de cereza en el valle del Jerte, La Vera y Las Hurdes. "Además de su altísima calidad, es un referente internacional en agroturismo", acota. Y 1.929 millones de kilos de tomate para industria (cifra de 2018) con epicentro en el triángulo formado por las localidades cacereñas de Miajadas, Zorita y Madrigalejo.
El tomate destinado a concentrado, polvo y triturados para salsas y kétchup es un buen ejemplo de sector que ha sabido innovar y crear industria afín alrededor. Durante 2017, más de 1.200 agricultores cultivaron en Extremadura 2.125 millones de kilos, según datos del Observatorio Tecnológico del Tomate para Industria; el 68% de la producción nacional, por delante de Andalucía y sus 940 millones de kilos. La superficie de producción ha subido de 17.625 a 21.495 hectáreas desde 2001, pero el salto cualitativo ha sido, sobre todo, la mejora en el rendimiento. "Hemos pasado de 59 toneladas por hectárea en 2001 a las 89 toneladas actuales", compara José Luis Llerena, director de CTAEX (Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura), una asociación empresarial que apoya el I+D+i de las firmas agroalimentarias. Unos frutos que recogen, para una primera transformación, 14 industrias repartidas entre las vegas del Guadiana y la comarca del Alagón-Árrago.
"Se trata de un tomate achaparrado, de mucha densidad y mucho sólido soluble, al que se le quita el agua, hasta dejarlo en un concentrado, o en polvo", describe Llerena. A partir de aquí tendrá lugar un segundo proceso hasta llegar al kétchup o al tomate frito que los consumidores cogen de los lineales de los supermercados. La buena noticia es que ya hay factorías extremeñas que producen y venden no solo ese primer transformado sino la salsa final. Conservas Vegetales de Extremadura (Conesa), empresa líder en España en su sector, según se presenta en su web, tiene una "una capacidad de entrada de 6.500 toneladas al día de tomate fresco, y una capacidad máxima de proceso de 340.000 toneladas por campaña", que se traduce en "unas 100.000 toneladas de concentrado de tomate desde 6 hasta 36 Brix [unidad para medir la cantidad de azúcares de un producto hortofrutícola], unas 24.000 toneladas de dados de tomate y unas 7.000 toneladas de polvo de tomate", informa.
"El sector agrario es el que más crece en esta anualidad", destacaba el Informe Anual Económico de Extremadura 2017, elaborado por la Secretaría General de Economía y Comercio. La superficie total cultivada bajó en la región un 2,2%, debido a la disminución de la tierra destinada a cereales (-6,1%) y a cultivos industriales (-6,4%). Pero la producción agrícola creció un 9,5%. Dicho de otro modo, disminuyeron las hectáreas, pero aumentó el rendimiento. En 2017, el mayor porcentaje de superficie se dedicó a cereales (69,5%), seguido de los frutales (12,6%) y de los cultivos hortícolas (7,4%). Los cultivos con mayor producción siguen siendo los hortícolas y los cereales; entre ambos representan el 69% de la producción total en volumen.
El cerdo ibérico y la bellota
El ecosistema único de la dehesa de Extremadura, con su más de un millón de hectáreas, alimenta de bellotas a una de sus joyas, el cerdo ibérico, con 170.000 reproductoras y alrededor de 1.500 explotaciones. El director general de Agricultura y Ganadería, Antonio Cabezas, pone al porcino como ejemplo de sector que apenas recibe ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea. “Indirectamente, por el control de precios de los cereales, puede, pero nada más”, apostilla. Y así, sin muletas, se ha convertido en punta de lanza del campo extremeño, según recuerda. Sigue siendo la cabaña con mayor volumen de producción junto con la de aves, según el último informe anual económico de la comunidad autónoma: en 2017 creció un 4,5%. Es el plato fuerte de una ganadería que cuenta además con uno de los mayores censos de ovino (2.800.000 hembras reproductoras) y de caprino (225.000 reproductoras) de España. Cuatro de sus 13 denominaciones de origen e Indicaciones Geográficas Protegidas son quesos: Torta del Casar, Queso de la Serena, Queso de los Ibores y Quesos de Cabra de los Ibores. Mientras que su sector de bovino de carne (con 510.000 reproductoras) ha crecido en 100.000 cabezas (un 25%) en el último lustro.
Intenso crecimiento
El análisis sintético del sector agroalimentario de Extremadura publicado en febrero de 2018 por Cajamar (sobre datos de 2016) coincidía en el diagnóstico: el agroalimentario extremeño ha experimentado "un intenso crecimiento", con una tasa del 6,7% frente al 4,1% del sector nacional en su conjunto. Pero, según advertía el estudio, el sector primario regional, de indiscutible relevancia en el contexto nacional, no contaba con una industria de alimentos y bebidas igualmente potente, capaz de transformar materias primas en productos con valor añadido. "Mientras que en el conjunto del país el 54,5% de la PRA [Producción de la Rama Agraria] se convirtió́ en valor añadido bruto en 2016, la comunidad autónoma se quedó en un 46,1%", lo expresaba el informe.
"Se ha avanzado muchísimo hacia la transformación", rebate Cabezas. Unas 1.400 empresas, 12.000 trabajadores fijos, y todos los récords en exportación pulverizados: de todos los productos que Extremadura vendió fuera de sus fronteras en 2018, cerca del 60% fueron agroalimentarios. "Siempre hemos dicho que sabíamos producir pero no industrializar; creo que ese discurso ha cambiado en los últimos años. La falta de infraestructura para llegar a los mercados centroeuropeos se está supliendo; y, muy importante, tenemos disponibilidad de agua para esa industria. Hace falta dar salida a nuestros productos, innovar y concienciar, creernos lo que tenemos y hacemos", reflexiona Llerena, que pone como ejemplo de buenas prácticas a Viñaoliva: esta sociedad cooperativa controla unas 38.000 hectáreas de vid, casi la mitad de las dedicadas a este cultivo en toda la región; comercializa el vino de sus socios, a granel y envasado con marca blanca para grandes superficies; exporta en torno al 70% de lo que produce; y desde 2008 dispone de una bodega experimental, con envasadora, donde elabora sus vinos de marca Zaleo.
El menor impacto de las ayudas europeas obliga a los empresarios a ser más eficientes y competitivos para sobrevivir
Y todo lo hace desde Extremadura, segunda mayor región en superficie de viñedos (85.000 hectáreas) de España, que cuenta con un municipio, Almendralejo, autorizado para producir bajo la Denominación de Origen Cava. La comunidad autónoma también es famosa por su pimentón de La Vera; cuenta con 45.000 hectáreas de maíz, y es la mayor productora nacional de ciruela, sin desdeñar el melocotón o la nectarina; la fruta de hueso, en general. "Somos líderes en frutales, con centrales hortofrutícolas punteras", acota Cabezas. Es la primera región en cultivo de higueras (más de 5.200 hectáreas), segunda en superficie de arroz (23.000 hectáreas) y tercera en olivar, con 261.500 hectáreas; en la Denominación de Origen Aceites de Gata-Hurdes se encuentra As Pontis, que en 2017 se alzó con el premio a la Mejor Almazara de España que concede la Asociación Española de Municipios del Olivo, AEMO.
Inicialmente, casi todos los cultivos de la región se beneficiaron de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea. Pero desde que estas se desacoplaron y desligaron de la producción, su apoyo económico ha sido menor. En 2017, los agricultores extremeños recibieron 616 millones de euros de la PAC que les permitieron: invertir para mejorar sus explotaciones, quitarse algo de presión por la competencia de terceros países y depender menos de "la tiranía de los precios que marcan las grandes cadenas de distribución", según enumera Cabezas. Pero son los precios los que básicamente mantienen sectores clave como el porcino, la fruta o el tomate industrial, según resaltan desde la Dirección General de Agricultura y Ganadería. Que sigan creciendo, generando riqueza y empleo, es clave para evitar la despoblación del mundo rural. Cabezas destila optimismo. El día de marzo en que tiene lugar esta entrevista se está celebrando en Don Benito (Badajoz) FIAL, la Feria Ibérica de Alimentación, Hostelería y Tecnología Alimentaria. "Es impresionante ver la cantidad de industrias que están innovando", declara.
Acciones contra el desempleo
Según cálculos de la Junta, alrededor del 10% de la población extremeña (1,1 millones de habitantes) se encuentra ligada al campo. "Los activos del sector agrario, que suponen un 12,4% del total, crecieron un 15,3%, y es destacable en esta anualidad el importante incremento de los ocupados, que aumentaron un 25,1%, hasta las 45.400 personas; también se redujo el número de parados un 6% (1.100 personas menos)", destaca el informe económico de Extremadura 2017 basándose en la Encuesta de Población Activa del INE. "Se ha avanzado gracias al desarrollo industrial y al esfuerzo de los agricultores por conocer su cultivo, su tierra, innovar, apostar por la mecanización y por un riego adecuado", enfatiza Cabezas. Y gracias, también, a las ganas de crecer y emprender. Cuando China abrió sus fronteras comerciales, uno de los primerísimos productos en llegar a este mercado asiático fue la ciruela extremeña.
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