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Cine para enterrar a los fantasmas de la violencia

La película 'Los silencios' de la directora brasileña Beatriz Seigner gana el premio Cooperación Española en el Festival de Cine de San Sebastián por promover la convivencia entre las víctimas de la violencia en Latinoamérica

Fotograma de la película 'Los silencios'.
Fotograma de la película 'Los silencios'.

Una isla en plena Amazonía sirve como lugar de espera a aquellos que desean cruzar las fronteras entre Perú, Brasil y Colombia. En ella cae el pequeño Fabio junto a su madre Amparo, huyendo de la violencia de las FARC. Y en ella esperan los visados para rehacer sus vidas en Brasil cuando se topan con todos los fantasmas de su pasado en forma de otras víctimas, agentes activos en el conflicto e incluso familiares que habían dado por muertos. No les quedará otra opción que dialogar y convivir con todos ellos. La historia recogida en Los silencios por la directora brasileña Beatriz Seigner le ha valido el premio Cooperación Española en la 66ª edición del Festival de Cine de San Sebastián como mejor película Iberoamericana en contribuir al desarrollo humano, la erradicación de la pobreza y el pleno ejercicio de los derechos humanos.

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La isla es real y se llama Isla Fantasía. Durante cinco meses al año está hundida por la crecida de las aguas del Amazonas y sirvió como escenario para una historia también real que la directora escuchó a una amiga de infancia. "Huyeron de su país tras el asesinato de su padre y se lo encontraron después con vida allí”, declaró Steigner durante un encuentro en San Sebastián.

La historia le hizo fantasear durante años sobre cómo debe ser la vida cuándo te persiguen los fantasmas del pasado. Y una vez en isla, encontró una realidad que superaba su guión. “Allí convivían guerrilleros, paramilitares y víctimas del conflicto, así como de otros problemas de la región, sin que hubiera ningún problema de convivencia y sin que nadie olvidara a sus muertos”, añadió la directora.

En la Isla Fantasía convivían guerrilleros, paramilitares y víctimas del conflicto

Seigner decidió incorporar a la película las nuevas historias que escuchó durante sus más de 80 entrevistas con familias de la isla. También encontró en ella a los actores principales con un resultado final entre el realismo mágico y el documental. “Eso sí, con una gran fuerza expresiva y todo un alegato a la convivencia”, lo que le ha valido el Premio Cooperación Española, como destaca el jurado.

En apoyo a la presencia de la mujer en el cine

El premio se convoca por cuarto año consecutivo con el objetivo de promover la industria cinematográfica iberoamericana y dotar de una ayuda económica extra a aquellos productores que apuestan por historias con compromiso.

“El cine es una eficaz herramienta de desarrollo cultural. Queremos impulsarlo también en aquellos países cuya situación económica sea más delicada y hacerlo a través del apoyo entre otras economías más fuertes”, explica Cristina del Moral Ituarte, jefa adjunta del Departamento de Cooperación y Promoción Cultural de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (Aecid) y directora del jurado que otorga el galardón.

Este año, además del premio, la Aecid y el Festival de San Sebastián han querido fortalecer la presencia de mujeres y nuevos talentos en la industria audiovisual de Iberoamérica con una mesa redonda que reunió a mujeres productoras.

La directora realizó más de 80 entrevistas con familias de la zona para esta película reconocida por ser un alegato a la convivencia

“Nos pasamos la vida mirando a Europa y a Estados Unidos pero contamos entre nosotros con grandes nexos en común. A todos nos amenazan los mismos problemas en torno a la miseria, violencia, narcotráfico, racismo, género… Y nosotros tenemos también las soluciones a todos ellos”, explicó durante el festival la directora de Los silencios para poner en valor un cine hecho entre países latinoamericanos.

Y esos nexos quieren mantenerlos vivos ahora la Aecid y los responsables del Festival de San Sebastián con el premio y otras acciones. “Queremos impulsar la industria del cine en Iberoamérica y premiar aquel que potencia los derechos humanos y las maneras de superar sus problemas. Estamos cada vez más orgullosos de esta alianza y esperemos que dé vida a nuevas y emergentes figuras”, señala el director del Festival, José Luis Rebordinos, con la mente puesta ya en la próxima edición.

CINE COMO MOTOR DE DESARROLLO CULTURAL

Las seis películas seleccionadas para competir por el premio Cooperación Española en la 66 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián fueron las siguientes:

Los silencios, Beatriz Seigner (Brasil - Francia - Colombia)

Nuria, Fabio y su madre, Amparo, llegan a una pequeña isla en mitad de la Amazonia, en la frontera entre Brasil, Colombia y Perú. Escaparon del conflicto armado colombiano, en el que su padre desapareció. Un día reaparece en su nueva casa. La familia vive atormentada por este extraño secreto y descubre que la isla está poblada por fantasmas.

Para la guerra, Francisco Marise (Argentina - España)

Para la guerra explora la memoria y la soledad de un ex soldado internacionalista cubano a partir de la observación de su cuerpo y de sus gestos (extra) ordinarios. Para la Guerra es una película de guerra sin disparos, pero con una herida, la de este veterano de las fuerzas especiales que busca a los compañeros de comando que sobrevivieron en su última misión hace ya 30 años.

El Motoarrebatador, Agustín Toscano (Argentina - Uruguay - Francia)

En la ciudad argentina de Tucumán, Miguel se gana la vida como motochorro, un ladrón que roba las pertenencias de la gente desde su motocicleta. Cuando roba el bolso de Elena, una mujer mayor, termina hiriéndola gravemente. Tras el brutal incidente, Miguel, corroído por la culpa, es incapaz de olvidar a su víctima. En un intento por hacer las cosas bien, oculta a Elena su verdadera identidad y empieza a cuidar de ella sin que la anciana herida sospeche nada. Cuanto más se acerca a ella, más se enreda en sus propias mentiras. Temeroso de contar la verdad a Elena, Miguel continúa atormentado por su pasado y es incapaz de encontrar una verdadera redención.

Marilyn, Martín Rodríguez Redondo (Argentina - Chile)

Marcos, un peón de campo de diecisiete años, descubre su sexualidad en un ambiente hostil. Apodado Marilyn por otros adolescentes del pueblo, se convierte en objeto de deseo y de discriminación. Marcos se siente cada día más acorralado.

Teatro de guerra, Lola Arias (Argentina - España - Alemania)

En 1982 Argentina y Gran Bretaña se enfrentaron en la Guerra de las Malvinas. La guerra terminó con la victoria del ejército británico y alrededor de mil bajas en ambos bandos. Aunque el conflicto sucedió hace mucho tiempo, la soberanía sobre las islas aún sigue en disputa. Teatro de guerra narra el encuentro de seis veteranos de la Guerra de las Malvinas para hacer una película. Casi 35 años después del conflicto tres veteranos ingleses y tres argentinos pasaron meses reconstruyendo sus memorias de guerra. Esta película documenta el experimento social que significa realizar un proyecto artístico con antiguos enemigos de guerra: las audiciones para encontrar a los protagonistas, los primeros encuentros y conversaciones con ellos, las reconstrucciones escénicas de sus recuerdos en diferentes espacios: una piscina de natación, una obra en construcción, un regimiento militar. Todas estas escenas de la película son, a la vez, auténticas y artificiales.

Pájaros de verano, Ciro Guerra y Cristina Gallego (Colombia - México - Dinamarca - Francia)

Basada en una historia real que explica el origen del narcotráfico en Colombia. La película se sitúa en los años setenta cuando la juventud norteamericana abraza la cultura hippie y con ella la marihuana. Esto provoca que los agricultores de la zona se conviertan en "empresarios" a un ritmo veloz. En el desierto de Guajira, una familia indígena Wayuu se ve obligada a asumir un rol de liderazgo en esta nueva empresa. La riqueza y el poder se combinan con una guerra fratricida que pondrá en grave peligro su familia, sus vidas y sus tradiciones ancestrales.

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