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Nigeria supera a India como país con más pobres extremos del mundo

Los últimos cálculos del Banco Mundial muestran que la reducción de la pobreza se ralentiza. El compromiso internacional de reducirla a un 3% puede no cumplirse

UNHCR
Lola Hierro

Nigeria está a punto de convertirse, si no lo ha hecho ya, en el país con mayor número de personas viviendo en situación de pobreza extrema en el mundo, es decir, los que subsisten con menos de 1,9 dólares al día. Así lo aseguran las últimas proyecciones del Banco Mundial, publicadas este miércoles. Según sus cálculos para 2018, el país africano cuenta con 99,2 millones de pobres en 2018 frente a los 86,5 que tenía en 2015. Con este incremento desbanca al que hasta ahora encabezaba la clasificación: India, que ha mejorado y pasa de 175,7 millones de 2015 a 96,7 millones este año.  Además, el ritmo al que el mundo estaba reduciendo la pobreza durante las últimas décadas se ha ralentizado y los expertos advierten que no es suficiente para bajar hasta el 3% en el año 2030, una meta fijada por el Banco Mundial en línea con el compromiso global realizado con la firma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015. Pese a los avances, ese año aún había 735,9 millones de personas en esta situación, un 10% de la población.

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Estos datos y predicciones están incluidos en el informe Poverty and Shared Prosperity 2018: Piecing Together the Poverty Puzzle, que saldrá a la luz el 17 octubre, Día Mundial contra la pobreza, pero los principales hallazgos se han publicado ya con el fin de ponerlos sobre la mesa justo antes de la 73ª Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebra entre el 18 y el 30 de septiembre en Nueva York. Las conclusiones se han realizado con información correspondiente a 2015, y no a 2018, debido a la falta de datos anuales, pues estos se obtienen mediante encuestas realizadas en hogares de 164 países cada tres a cinco años. Pero, si se estudia conjuntamente el crecimiento económico y las proyecciones de población, es posible predecir la tasa de pobreza global en 2018 y la situación en 2030.

En 2015, los países firmantes de los ODS asumieron con optimismo el compromiso de acabar con la pobreza extrema. Había razones para creer entonces que sería posible, pues el mundo había progresado como nunca antes: si en 1990 había 1.900 millones de pobres, en el transcurso de un cuarto de siglo, 1.100 personas habían escapado de esta situación y mejorado su calidad de vida. Pero ahora, la investigación del Banco Mundial llama la atención sobre la ralentización del buen ritmo que se llevaba: entre 2011 y 2013 la pobreza descendió en 2,5 puntos porcentuales (más de un punto de un año), entre 2013 y 2015 la bajada fue de solo 1,2 puntos porcentuales (0,6 por año) y, desde entonces, suponiendo que los paises crecerán a una tasa similar a la del pasado, la estimación es de 1.4 puntos en tres años, con lo cual es menos de medio punto anual.

La razón por la que se está produciendo esta desaceleración es, principalmente, la concentración creciente de la pobreza extrema en regiones que menos avanzan. En los años noventa, más de la mitad de los pobres se encontraba en el este de Asia y Pacífico, pero con la rápida mejora de China, el foco se movió hacia el sur de Asia en 2002 (India y Bangladesh principalmente) y se situó en África subsahariana a partir de 2010. "El este asiático y sur de Asia han logrado crecer más rápido, y eso, además, se ha traducido de manera más efectiva en la reducción de la pobreza. Mientras, el progreso en África subsahariana ha sido un poco más bajo y, sobre todo, no ha llegado a quienes están en la parte baja de distribución de ingresos", apunta Carolina Sánchez-Páramo, directora de la unidad de pobreza del Banco Mundial.

La buena noticia es que, de los 164 países que el Banco Mundial monitorea, más de la mitad (84) habían alcanzado ya niveles inferiores al 3% en 2015. La mala es que ahora hay unos pocos países con grandes poblaciones de gente pobre y el número de países donde ha habido importantes descensos está contrayéndose. De los 27 estados más desfavorecidos del mundo, 26 están en África subsahariana. "La naturaleza del crecimiento es distinta en muchos países africanos porque hay un dominio de la economía de los sectores relacionados con la producción de materias primas: se crece rápido pero no se produce empleo, no se beneficia la población en general y, como consecuencia, el crecimiento es menos inclusivo", analiza Sánchez-Páramo.

Fuente: Banco Mundial

África subsahariana y los países en el conflicto

En 2002, África subsahariana era el hogar de un cuarto de los pobres del mundo, pero en 2015  ya había más que en el resto del mundo: 413,3 millones. Un factor es el aumento de las la población. Los más pobres suelen viven en hogares grandes con más miembros económicamente dependientes por adulto en edad de trabajar. En el resto del mundo esta ratio está descendiendo, pero en los países africanos se mantiene.

Adicionalmente, el descenso de la mortalidad por debajo de los cinco años se ha combinado con una caída pequeña en las tasas de fertilidad, que ha provocado que las tasas de crecimiento demográfico de África sean mayores que en el resto del mundo: hoy, el 60% de los africanos tiene menos de 25 años y se prevé que la población de doble en 2050. De hecho, informes recientes como el publicado esta misma semana por la Fundación Bill & Melinda Gates adelantan que en 2050, el 86% de los pobres se concentrará allí

En el caso de Nigeria influye el factor demográfico, pues es un país muy grande con mucha población —unos 190 millones de personas— pero también la naturaleza de su crecimiento económico: es un país rico en recursos naturales y la primera economía de África, pero no existe un reparto equitativo de los beneficios. De hecho, en 2017, Nigeria se situó en el último puesto de un listado de 152 países ordenados según su compromiso para reducir la desigualdad que elaboró la ONG Oxfam y la organización Development Finance International. "Es difícil progresar si hay una ausencia de políticas adecuadas", sostiene Sánchez-Páramo.

En Nigeria tampoco ayuda la presencia del grupo terrorista Boko Haram, que ha destruido ciudades enteras, colapsado economías y provocado el desplazamiento de 2,3 millones de personas, según Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados. De hecho, existen pruebas que sugieren que la pobreza extrema se va a asociar cada vez más con la fragilidad institucional y los conflictos. Según el Banco Mundial, la mayoría (54%) de quienes vivían en contextos frágiles y de conflicto en 2015, se encontraban también en África subsahariana. Ese año, la tasa de pobreza en 35 países afectados era del 35,9 % (frente al 34.4% de 2011). El ejemplo de este efecto se encuentra en Oriente Medio y norte de África, pues aquí la tasa aumentó del 2,6% en 2013 al 5% en 2015, y el número de afectados subió de 9,5 millones en 2013 a 18,7 millones en 2015 debido a las guerras en Siria y Yemen. "Es un recordatorio de que las ganancias del pasado no se pueden tomar como garantías", indica el informe del Banco Mundial.

De los 27 estados más desfavorecidos del mundo, 26 están en África subsahariana

En general, hay una correlación negativa entre la pobreza y la fuerza de las instituciones. En los países peor parados existe un menor acceso a servicios financieros, un clima de negocios más precario, un estado de derecho más débil y una mayor percepción de la corrupción. "Nos preocupa que estas personas no solo tienen niveles consumo e ingresos muy bajos, sino que también sufren  otra serie de carencias no monetarias que afectan a su capacidad de obtener un empleo", añade Sánchez-Páramo. Para empezar, la falta de acceso a colegios y educación de calidad, que limitan su formación. También, la ausencia de centros y servicios sanitarios, que propicia la desnutrición y la aparición de problemas de salud que impiden trabajar. No menos importantes son las limitaciones en la calidad del agua y el saneamiento o la capacidad de acceder a los mercados. "Estas personas no solo carecen de ingresos, sino que también se enfrentan a una serie de problemas que se refuerzan entre sí y que complican que puedan salir de la pobreza de manera sostenida", indica la experta.

"Si vamos a terminar con la pobreza para el año 2030, necesitamos mucha más inversión, particularmente en la construcción de capital humano, para ayudar a promover el crecimiento inclusivo que se necesitará para llegar a los pobres restantes". Por su bien, no podemos fallar ", ha afirmado el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim.

¿Qué hacer?

La representante del Banco Mundial detalla que existen dos escenarios de crecimiento económico. En el primero de ellos, todo el mundo se beneficia por igual: un país crece y los ingresos de todos sus habitantes crecen lo mismo. Mediante esta vía se podría llegar al objetivo fijado para 2030 pero con una tasa de crecimiento muy alto: 8%. "Y eso no es factible, nunca ha ocurrido", sostiene la experta.

Retrato de la pobreza

Para idear una estrategia de reducción de la pobreza apropiada no es suficiente con saber cuántos pobres hay; es clave saber dónde viven, en qué condiciones viven y cómo se ganan la vida. Alrededor del 55% de la población mundial y más de tres cuartas partes viven en zonas rurales. Luego, este colectivo carece de educación formal: De los adultos sin educación, casi un cuarto es pobre, pero esta tasa se reduce a la mitad entre quienes cuentan con estudios de primaria y casi desaparece entre quienes poseen educación superior.

Los datos disponibles no permiten averigüar la situación por género porque las encuestas miden la composición total de cada hogar y otorgan una igual distribución de esa pobreza entre todos los miembros de la unidad familiar.

En cuanto a la tasa de fertilidad, en los hogares pobres hay de media 7,9 miembros y 3,5 niños por debajo de 14 años. Más de un quinto de los menores de 14 vive en situación de pobreza, y los que crecen en esta situación adquieren menos capital humano por culpa de no haber sido escolarizados, o de haber recibido una educación de baja calidad, o por la desnutrición, haciendo la pobreza en la infancia especialmente perniciosa porque la perpetúa de manera intergeneracional.

En el segundo, se beneficia más a los que están en la parte más baja de la distribución: el 40% de la población más pobre de cada país. Para llegar al objetivo de 2030 se necesitarían tasas más altas en ese 40% más pobre "para ir acortando la distancia", abunda Sánchez-Páramo, mientras que el resto debería progresar a un ritmo del 6% anual. "No es imposible, se pueden pensar políticas que nos muevan en esa dirección, pero enfocando mucho la atención y energías de gobiernos y e instituciones en los más vulnerables, y diseñando políticas muy orientadas a ellos".

En este sentido, una nueva investigación del Overseas Institute Development titulada Financiando el fin de la pobreza extrema ha calculado que entre los países más pobres existe una brecha financiera de 125.000 millones de dólares anuales en las áreas de salud, educación y protección social, que son cruciales para reducir la pobreza extrema y siguen subfinanciadas. El informe, que también insiste en enfocar la ayuda en los países más pobres si se quiere lograr la meta comprometida para 2030, vaticina que en esta fecha al menos 400 millones de personas seguirán siendo extremadamente pobres si no se toman medidas para remediarlo.

Aunque el aumento de los impuestos podría cerrar esta brecha en la mayoría de los países de medianos ingresos, los países más precarios necesitarán ayuda extra. "La pobreza extrema podría eliminarse en los próximos 12 años si todos los donantes reasignaran ayuda a quienes más la necesitan y se comprometieran a alcanzar el objetivo de la ONU de proporcionar el 0,7% del PIB", asevera Marcus Manuel, autor del informe.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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