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Hija de dos especies

El primer híbrido directo de una madre neandertal y un padre denisovano arroja luz sobre los enredos sexuales de hace 50.000 años

Javier Sampedro
Ilustración de un grupo de homínidos.
Ilustración de un grupo de homínidos.KENNIS&KENNIS (SCIENTIFIC FILMS)

Las personas actuales no tenemos la experiencia de cruzarnos con otras especies humanas, ya que somos la única que existe en el planeta. A juzgar por los estragos que ha producido y sigue produciendo no ya el sexo entre personas con distintas formas de ojos o colores de piel, sino su mera convivencia, podemos imaginar la escandalera que se montaría si tuviéramos relaciones con especies distintas de la nuestra. Pero lo único que podemos hacer es eso, imaginarlo.

No siempre fue así, sin embargo. Hace unos 50.000 años coexistieron en Eurasia tres especies humanas distintas: los neandertales en Europa, los denisovanos en Asia y unos recién llegados desde tierras africanas: los humanos modernos. Y sabemos que hubo sexo entre ellos, entre otras cosas por que nuestro genoma actual lleva fragmentos de ADN neandertal o denisovano, según la procedencia geográfica de cada individuo. Lo que nadie esperaba encontrar, ni en sus mejores sueños, era la evidencia más directa concebible de aquellos encuentros: una adolescente híbrida, hija directa de una madre neandertal y un padre denisovano. Y eso es lo que hemos conocido esta semana, como puedes leer en Materia.

Los denisovanos son a la vez un misterio y una prueba del poder de la genómica. El misterio es que nadie sabe cómo eran, porque solo se han conservado un puñado de muelas y pequeños fragmentos óseos; además, todos esos restos provienen del mismo sitio, la cueva rusa de Denisova. El genoma de esos restos, sin embargo, no solo prueba que eran una especie humana, sino que era una especie distinta de los humanos modernos y de los neandertales. Y también que hubo cruces entre denisovanos y humanos modernos, puesto que las poblaciones asiáticas y oceánicas actuales llevan fragmentos de ADN denisovano en sus genomas, al igual que los europeos llevan trozos de ADN neandertal. Las comparaciones indican que neandertales y denisovanos se separaron evolutivamente hace unos 400.000 años. Ambos desaparecieron hace unos 40.000 años, tras la llegada de nuestros ancestros sapiens a Eurasia. Salvo por su legado de ADN, por supuesto.

Las evidencias de que la niña Denisova 11, una adolescente de unos 13 años de la que solo queda un trocito de hueso, era un híbrido de primera generación, son indiscutibles. En cada uno de sus pares de cromosomas, uno viene de un progenitor neandertal y el otro de un progenitor denisovano. Y el ADN mitocondrial, que solo se transmite por vía materna, es neandertal. Luego madre neandertal y padre denisovano. Por otro lado, los cromosomas del padre, aunque son esencialmente denisovanos, muestran restos de cruces aún más antiguos con los neandertales. Parece obvio por tanto que los encuentros de frontera entre las dos especies fueron algo más frecuentes de lo que se venía pensando. El sexo mueve montañas, y cruza la barrera de las especies.

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