La importancia de saber quién eres
En un mundo en constante evolución ansiamos certezas. La historia y la tradición de la DOCa Rioja, que se renueva día a día, es una de ellas.
TODO EVOLUCIONA cada vez más deprisa. Encaramos transformaciones que suceden a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, hay momentos en los que necesitamos parar, reflexionar y disfrutar de algunas de las cosas que, pese a todo, permanecen. Valores que nos reconcilian con lo que somos, nos conectan con nuestra cultura y nuestra personalidad. Momentos como saborear una copa de vino.
La tradición vinícola de la Denominación de Origen Calificada Rioja es uno de esos elementos que nos definen y nos unen. Con más de dos milenios de historia, la vid está inscrita en el ADN y la cultura de Rioja. Pero la tradición también necesita de adaptación, una innovación constante para que las cualidades de la excelencia sigan vigentes en la actualidad. Por eso, la experiencia de la DOCa Rioja se ha ido refinando con el tiempo, y en los últimos años del pasado siglo ha alcanzado una reputación internacional, convirtiéndose en una etiqueta de calidad e innovación dentro de una rica herencia. Por eso, un Rioja es apreciado en cualquier parte del mundo como la garantía de un producto cuidado con esmero y poseedor de una personalidad característica.
Algo más que una etiqueta
Desde 1991, la DOCa Rioja se encarga de velar por la elaboración y la calidad de sus vinos, estableciendo la demarcación para la zona de producción, así como las variedades de uva que deben ser cultivadas, las técnicas de elaboración o la forma de realizar la crianza. Esta calificación ofrece una garantía al consumidor, un sello de confianza que se ha traducido en un prestigio internacional a la altura de muy pocos productos.
Además de una garantía de calidad, la DOCa Rioja proporciona información. Es sinónimo de una personalidad que ya se asocia a sus vinos en todo el mundo. A las características propias de la región, 65.000 hectáreas de viñedo a ambos márgenes del río Ebro, se suma un clima de temperaturas suaves y una tierra, mezcla de arenas, limos y arcillas, que otorgan a los vinos unas peculiaridades únicas.
Las variedades de uva son otro de los factores decisivos en la creación de unos vinos con carácter diferencial: cinco, en el caso de los blancos; y nueve, en los tintos (entre ellas destaca el tempranillo, la más característica de la Denominación). Ocupa más del 75% de la superficie de cultivo y produce vinos muy equilibrados y con un envejecimiento largo. Las prácticas de cultivo son otro de los aspectos tenidos en cuenta, estableciendo normas para la densidad de plantación, la poda, el riego o una producción máxima por hectárea. Todo ello cuidado con mimo para que el producto final cumpla siempre con unos grandes niveles de calidad.
El siguiente paso en la producción de vinos de la DOCa Rioja es igualmente crucial. Las bodegas de la denominación siempre han estado a la vanguardia en la aplicación de novedosas técnicas enológicas, respetuosas con el carácter de sus vinos. La crianza se realiza en barricas de roble de 225 litros, de manera que experimente un lento proceso evolutivo de microoxigenación y estabilización, mientras que adquiere aromas y sabores transmitidos por los taninos de la madera. Un proceso respetuoso con la tradición y las técnicas más naturales y enriquecedoras. Todo ello conforma un producto que ya se ha ganado el respeto y la admiración de los grandes conocedores y los aficionados de todo el mundo.
Transmitir más allá del sabor
La realización de un producto característico y con un gran nivel de calidad no es la única misión de la DOCa Rioja. A través de sus prácticas y el esmero en todo el proceso, transmite unos valores que se identifican con su tierra: autenticidad, carácter artesanal, cercanía y un talante innovador para adaptarse a los tiempos. Prueba de esa personalidad es el hecho de que la DOCa Rioja fuese la primera Denominación de Origen de España.
El vino, parte de nuestra cultura e historia, no solo transmite sensaciones. También hay historias, dedicación, el placer de hacer las cosas con cuidado y, en definitiva, ofrecernos algo auténtico y perdurable. Porque a veces un sabor también nos sirve para recordarnos quiénes somos, y todo lo que dejamos detrás.
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