El ritmo del deshielo de la Antártida se triplica en 30 años
El continente ha perdido tres billones de toneladas de hielo desde el año 1992, según alerta un estudio de medio centenar de organizaciones científicas internacionales
Medio centenar de organizaciones científicas internacionales unen sus fuerzas para producir la imagen más completa de la historia acerca de la evolución del hielo en la Antártida. El resultado revela la pérdida de tres billones de toneladas de hielo desde el año 1992, que se corresponde con un aumento del nivel del mar de 8 milímetros. El ritmo del deshielo se ha triplicado desde entonces, un dato alarmante si se contempla que este polo almacena suficiente agua congelada como para elevar el nivel del mar hasta 58 metros de altura, según una serie de estudios que se publican hoy en la revista Nature.
El continente más frío del planeta ha pasado de perder una media de 76.000 millones de toneladas anuales hasta el año 2012 a ver cómo desaparecen 219.000 millones durante los últimos seis años. “La Antártida no se va a derretir de un día para otro”, recalca Gorka Moyano, ingeniero de programas informáticos de IsardSAT, una compañía de observación del planeta vía satélite, implicado en la investigación. El hallazgo preocupante es, según añade el experto, la elevada aceleración del deshielo, que, “en un plazo de tiempo muy largo, terminaría con las costas del planeta”, entre otras consecuencias que podrían afectar a la estabilidad de la Tierra.
Con una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados, la Antártida se erige como el continente más frío y seco del planeta. Lo compone una amalgama de accidentes geográficos, como archipiélagos, antiguos volcanes activos, o como las montañas transantárticas, que dividen la Antártida en dos mitades: su parte este y su parte oeste. Esta última culmina con la península antártica, y las tres piezas responden de forma distinta al cambio climático.
“La altura de la Antártida este, que en ciertos puntos montañosos alcanza los 4.000 metros, la convierte en una zona más fría”, explica Alba Martín, experta en el estudio de las contribuciones del continente al aumento del nivel del mar. Esto se lo pone más difícil al deshielo, mientras que las corrientes oceánicas más calientes desembocan en el oeste del continente, provocando que la península antártica y la parte occidental se derritan más rápido. “Además, la geometría subglacial sugiere la presencia de grandes pendientes en la zona oeste del continente, de modo que las placas resbalan con mayor facilidad hasta alcanzar el océano”, añade Martín, ex investigadora de la Universidad de Bristol. Aunque las grandes nevadas han contribuido hasta ahora a mantener la estabilidad de la zona oriental, los científicos prevén que este factor meteorológico pronto dejará de compensar el deshielo si el cambio climático continúa avanzando.
El estudio, liderado por el profesor Andrew Shepherd, de la Universidad de Leeds, destaca que, si no se consigue frenar el ritmo del deshielo, las consecuencias superarán las fronteras del polo sur y afectarán al resto del planeta. De hecho, desde 2010, el impacto de la inestabilidad de la Antártida occidental sobre el resto de la Tierra es irreversible. Esto significa que, en el mejor de los casos, el aumento del nivel medio global del mar no superará el medio metro de altura. Además, la investigación prevé un fuerte impacto sobre actividades humanas tan vitales como la minería y la pesca.
Para frenar las consecuencias irreversibles, según los expertos implicados, será vital en los próximos diez años la toma de decisiones destinadas a preservar la Antártida. Sin ellas, el escenario de futuro se presenta como una certeza abrumadora: Además del aumento del nivel del mar, los científicos que han realizado esta investigación aseguran que en el año 2070 las plagas invasoras y la acidificación de los océanos habrán alterado gravemente los ecosistemas marinos; el refrescamiento de la superficie del océano antártico habrá alterado las corrientes oceánicas; la temperatura media del aire global habrá aumentado cinco grados centígrados respecto a los niveles de 1850 y, la del océano, dos grados, reduciendo su capacidad de absorción de CO2 y acelerando el calentamiento global.
“Creo que, en la sociedad, crece la concienciación para reciclar más y consumir menos”, reconoce Gorka Moyano. La amenaza del deshielo, sin embargo, “requiere un cambio mucho mayor en todos los aspectos de la sociedad industrial”, sostiene el investigador: “Es un problema global que exige un cambio radical a nivel institucional”.
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