El Hespérides. Ciencia y navegación antártica
El buque de investigación oceanográfica de la Armada Española ofrece apoyo logístico y de personal a las dos bases que tiene España en la Antártida con decenas de campañas a sus espaldas
Mi participación en la campaña antártica 2017-2018, me brindó la oportunidad de navegar un total de siete días en el BIO Hespérides, el buque de investigación oceanográfica de la Armada Española que ofrece apoyo logístico y de personal a las dos bases que tiene nuestro país en la Antártida —la BAE Juan Carlos I, en isla Livingston, y la BAE Gabriel de Castilla, en isla Decepción—, y en el que también se lleva a cabo una importante actividad científica, ligada a distintos proyectos de investigación, que van cambiando cada campaña.
El Hespérides es una de las piezas clave de las campañas antárticas, hasta el punto de que si no se contara con su apoyo, difícilmente podrían llevarse a cabo por las grandes limitaciones que impondría la ausencia de un barco. Su papel no solo es el de medio de transporte; también es un lugar destinado para que algunos investigadores, principalmente oceanógrafos, puedan desempeñar su trabajo.
Su construcción se inició a finales de 1988 en los Astilleros Bazán, siendo entregado a la Armada el 16 de mayo de 1991, que lo incorporó a su flota de buques, encuadrado dentro de la llamada Fuerza de Acción Marítima. Si bien el barco tiene una dotación militar, tanto su mantenimiento como el de todos los sofisticados equipos que lleva corren a cargo de la Unidad de Tecnología Marina (UTM) del CSIC, responsable de toda la compleja logística de las campañas antárticas.
El BIO Hespérides se estrenó en la Antártida en la campaña 1991-1992 —en su primera travesía de ultramar— y desde entonces no ha faltado casi ningún año a esa cita. Con una eslora de 82,5 m y una manga de 14,3 m, es un barco preparado para navegar por los mares polares y tener una larga autonomía (de hasta 12.000 millas náuticas, a una velocidad de crucero de 12 nudos). Durante el tiempo que estuve a bordo me transmitió en todo momento seguridad, a pesar de saber de antemano que iba a atravesar, por dos veces, el temible Mar de Hoces (Paso de Drake), una de las zonas marítimas más tempestuosas de la Tierra.
La ciencia antártica no solo se hace en nuestras dos bases o en el Campamento Byers, en isla Livingston, sino también a bordo del Hespérides y en los distintos lugares —tanto de la Antártida como del resto del mundo— por donde navega. En la pasada campaña, algunos proyectos científicos como el Bravoseis (sismología) o el Galileo (teledetección), del Instituto Hidrográfico de la Marina, han tenido en el barco su principal campo de operaciones, aparte de las medidas batimétricas, que se llevan a cabo durante todas las campañas gracias a las cuáles ha mejorado notablemente la cartografía de los fondos marinos, tanto del entorno de las Shetland del Sur como de otros lugares por los que ha navegado el barco.
El BIO Hespérides dispone de una cámara hiperbárica que usan los buceadores que participan en algunos de los proyectos científicos. En las cubiertas inferiores del buque existen distintos laboratorios, incluido uno preparado para trabajar con isótopos radiactivos y para su almacenaje seguro. Sería muy largo escribir aquí la relación detallada de instrumentos científicos a bordo, pero por destacar alguno de ellos, cito la estación meteorológica, las sondas multihaz empleadas para llevar a cabo las batimetrías, el perfilador sísmico (TOAS) y el Doppler, para medir las corrientes marinas, aparte de diferentes equipos de comunicaciones. En definitiva, un puntal de la investigación polar que se hace en España.
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