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McDonald's se ha propuesto hacer las cosas mejor y de paso nos enteramos de cómo las hace ahora

Estos son sus objetivos para 2020

Cada día, unos 69 millones de personas acuden a alguno de los más de 36.800 restaurantes que una de las cadenas de fast food más conocidas del mundo, McDonald’s, tiene repartidos en 119 países en todo el globo: más de 14.300 en su país natal, Estados Unidos, al que siguen Japón y China, superando los 3.000 y los 2.000 restaurantes respectivamente.

En España existen casi 500 y también los hay en las naciones cuyos ciudadanos, según un estudio de la consultora Pew Research Center, más negativamente opinan sobre el american way of life: en Egipto hay más de 80 y en Jordania, una veintena. ¡Incluso hay uno en la base estadounidense de Guantánamo en Cuba! Sin duda un negocio de escala descomunal.

A día de hoy, en España este perfil de consumidores representa ya el 7,8% de la población. Es decir que alrededor de cuatro millones de personas no comen nunca productos animales o lo hacen rara vez

Obviamente no a todo el mundo le gusta este tipo de comida. Como es sabido, tiene muchos detractores que alegan un montón de razones de peso para no consumir esta clase de alimentos, ya sea por salud (la ingesta excesiva de carne roja es probadamente un detonante de enfermedades), por sostenibilidad planetaria (las emisiones y el dispendio de recursos asociados a la producción de carne industrial son desorbitados) y por rechazo al infumable maltrato animal que conlleva la producción de carne a gran escala.

La tendencia no es baladí: hoy, en España este perfil de consumidores representa ya el 7,8% de la población. Es decir, que alrededor de cuatro millones de personas no comen nunca productos animales o lo hacen rara vez, según la consultora de innovación Lantern. Por todo ello, los gestores del imperio de la hamburguesa barata están llevando a cabo varias acciones para captar a ese sector de la población que engloba tanto a veganos y vegetarianos estrictos como a todos aquellos consumidores concienciados por la salud y el bienestar animal.

No es que sea un concepto reciente: cuando esta ubicua corporación fue fundada por los hermanos californianos Dick y Mac McDonald en los años cuarenta, el movimiento vegano ya hacía sus pinitos. De hecho, el primer libro de recetas veganas, llamado No a la comida de origen animal: dos ensayos y 100 recetas, data de 1910 y fue escrito por el londinense Rupert H. Wheldon. Veintiún años más tarde, en 1931, el mismísimo Mahatma Gandhi, activista y político indio, acudía a la capital británica para impartir una conferencia en la sede de la Sociedad Vegetariana de Londres al respecto, titulada La base moral del vegetarianismo. Eran las semillas de un movimiento que, lenta pero inexorablemente, ha ido dando sus frutos.

El menú vegetariano

¿Qué hacen los actuales dirigentes de McDonald’s frente a este escenario? Por ejemplo, lanzar la hamburguesa McVegan, el equivalente vegano de la Big Mac, hecha de soja y acompañada de un pan exento de leche y huevos. Por el momento esta propuesta veggie ha estado disponible durante un corto periodo de pruebas solo en Finlandia, concretamente en la localidad de Tampere, y las conclusiones de ese experimento aún están por concretar. ¿Seducirá McDonald’s a los amantes de las verduras con esa propuesta?

¿Qué hacen los actuales dirigentes de McDonald’s frente a este escenario? Por ejemplo, lanzar la hamburguesa McVegan, el equivalente vegano de la Big Mac, hecha de soja y acompañada de un pan exento de leche y huevos

Hay voces que afirman que la idea en sí misma es una pura contradicción. ¿Una hamburguesa vegana en el imperio de la carne industrial, donde se crían y sacrifican millones de animales en condiciones que la mayoría de nosotros preferimos no saber? Quizás para combatir esas reflexiones, la cadena ha anunciado que, para 2024, sus productos de pollo, básicamente los McNuggets, se confeccionarán con animales criados y sacrificados de forma más respetuosa. Y para 2025, al menos en Canadá, aseguran que todos los huevos que utilicen (compran 2.000 millones de unidades anuales) procederán de gallinas no enjauladas.

Sean cuales sean las razones de fondo, cabe recalcar que, sin lugar a dudas, este tipo de iniciativas se encaminan en la buena dirección. Tanto por los obvios efectos directos de esas nuevas políticas, como porque demuestran, una vez más, algo que olvidamos demasiado a menudo: nosotros, los consumidores, somos amos de este —y cualquier otro— business planetario. Nuestros hábitos marcan tendencias, y las tendencias determinan cambios en los modelos de negocio. Sin nosotros, ellos no son nadie. Piénselo cada vez que compre lo que sea. Ejercite su poder.

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