Analizamos cinco cócteles de frutos secos que te ponen con la caña en los bares: ¿trampa o delicia?

Los variaditos llevan funcionando desde tiempos inmemoriales: los discos de grandes éxitos del año, los surtidos de galletas, los menús degustación y, eh, los cócteles de frutos secos. Vamos a centrarnos en este último producto, también conocido como la única tapa posible en Cataluña. Con el cóctel de frutos secos se produce el síndrome del cazador cazado.

En principio, nace como una trampa para bebedores incautos. El dueño del bar lo sirve con la cerveza o el refresco para aprovechar los efectos de su alto contenido en sal sobre las papilas gustativas del bebedor. Es decir, a más sal, más cerveza, más ganancia. O no, pero no os apiadéis del que está al otro lado de la barra. Esa persona no está sufriendo. En absoluto. Está gozando de un producto que maravilloso: una excelente amalgama de delicias variadas.

Ahí están el cacahuete, la avellana, oh, el anacardo, la auténtica realeza de los frutos secos. Es más: ¿acaso no es maravilloso que su único efecto secundario, aparte del paluego, sea el de incitar a seguir bebiendo? Sin embargo, no todos son iguales. En absoluto. Cada uno tiene sus detractores y sus defensores y siempre son factores desestabilizantes los que empujan la balanza hacia uno u otro lado. Las pasas, los garbanzos torrados, las pipas, las pasas… Las PASAS son un asunto espinoso. Hemos cogido cinco al azar para analizar su carácter de pequeños universos, de galaxias en miniatura… Tan parecidos en un primer vistazo y tan diferentes una vez que uno se adentra en ellos.

Facundo Cocktail de frutos secos formato ahorro. Vamos con un clásico. La mítica marca con un logo cipotudo: la del torero ajusticiando a un toro. Para el cóctel renuncian a esa castiza estampa y apuestan por dejar solo al toro diciéndonos, ya desde el paquete, que nos encontramos ante “un placer de este mundo”. El producto promete un horneado “único” para lograr la máxima frescura y sabor. Pero, ¿qué contiene? Bueno, en realidad, poca cosa: tan solo kikos, cacahuetes pelados y sin pelar y pipas de girasol. Es un cóctel humilde, pero efectivo. Es fácil de comer, con puñados muy homogéneos y el punto justo de sal. El paquete ‘formato ahorro’ es de 1,95 euros por 180 gramos.

Frit Ravich Cocteleo. ¡Vaya con Frit Ravich! Esta empresa tradicional de Girona rebautiza con un ‘eo’ al final su cóctel en una clara señal de que van a tope con los tiempos. Aquí se mezclan cacahuetes y kikos con habas y garbanzos, que suelen ser menos populares. Pero hay que reconocer que la mezcla funciona: es tosca pero auténtica. ¡Un momento! ¿Qué es ese sabor? Los avispados señores de Frit Ravich introducen pedacitos de aperitivo de maíz con un toqu barbacoa. Es como romper las tiras de fritos de toda la vida en trocitos para colarlos en medio del paquete. Un truco con sabor a umami para subir de nivel la tapita de la birra. Ojo al precio amigo: 1 euros por 180 gramos.

Marjo Cóctel Sumo. “Sumo” es una palabra que conviene no tomar a la ligera. Designa ese deporte japonés practicado por deportistas con obesidad mórbida y también ese modelo de bolso de una firma italo-moldava que no puedes comprarte. Por eso, aplicarlo a un paquete de frutos secos que se compra en un chino es una gran apuesta. Marjo incluye cacahuetes, pipas y kikos. De nuevo la trilogía básica aunque en el paquete figure una banda donde se prometen “anacardos”, “almendras” o “pistachos”. Nada de eso hay aquí. Es como mirar un cartel de una película de ciencia ficción de serie Z. Sabes que ESA NAVE no va a salir, pero aún así picas. Nunca mejor dicho. Eh, y por un euro los 150 gramos. ¿Quién no se dejaría embaucar?

Espada Pasarratos. De vez en cuando viene alguien a poner los puntos sobre las íes. Ante un uso desmedido de palabras como ‘fake’ o ‘fail’, llega Espada, fábrica de aperitivos de Getafe y decide llamar a su cóctel PASARRATOS. La alineación es de otro nivel: aquí hay cacahuetes y pipas, pero también almendras y avellanas, aunque en proporciones mínimas. Los kikos, eso sí, son gigantes, lo que implica que es un surtido de degustación lento. Ah, y está poblado de pasas de todos los tamaño y formas. Cuando coges un puñado y cae una pasa consigues el objetivo de todo cóctel Premium que se precie: algo salado, algo dulce. Algo duro, algo blando. Un juego de texturas a 2,10 la BANDEJA de 225 gramos.

Carrefour Frutos Secos Salados. A veces el marketing no sirve de nada. Llamar Fantasía navideña a un plato de choped y huevo hilado es un buen intento, pero no nos la cuela. La mierda con brillantina sigue siendo mierda y el oro, aunque no esté envuelto, RELUCE. Esto ocurre con este paquete de Carrefour de 180 gramos por 2,40 euros. Ni siquiera usa la glamurosa palabra cóctel. Es simplemente una selección de frutos secos salados. Y, sí, hay cacahuetes, pero también avellanas, almendras y, ojo, anacardos. A-na-car-dos. Se trata del variado de frutos secos que necesita una cerveza a su altura. O un vino. O un gin tonic. Porque si algo está claro es que un cóctel de frutos secos va de fábula (llevamos queriendo utilizar esta expresión todo el artículo) con un combinado. Las aceitunas, no. Claro que no.